Diez años después...
—Calmez vous š'il vous plaît.
—Je ne peux pas te parler quand tu es comme ça.
—Tu es si dramatique...
—Comment oses-tu!
La chica empujó a su novio y salió corriendo de la habitación.
—Et coupez.—exclamó Heather, deteniendo la grabación.—No estuvo mal, pero necesito más drame, Marie.
—¿Qué tal si tiro la puerta al salir?—sugirió la actriz.
Heather ladeó la cabeza y asintió.—Bonne idée. Comencemos de nuevo en uno, dos...
—¡Esperen!
Todos los camarógrafos y productores giraron a mirar confundidos a la mujer que entró y se acercó corriendo a Heather.
—¿Qué puede ser tan importante cómo para interrumpir, Ramona?—preguntó Heather molesta.
—La señora Alice me pidió que la llamara.—susurró la morena.—Dice que es una emergencia de Nueva York.
Heather abrió los ojos como platos. Se aclaró la garganta e intentó mantenerse tranquila.
—Une pause de vingt minutes.—indicó y todos se dispersaron mientras Heather seguía a su asistente.
Dentro de su camerino, Alice, su mánager escribía rápidamente en su teléfono, pero alzó su mirada al verla entrar.
—Oh, linda, perdón por interrumpir las grabaciones, pero pensé que esto te interesaría.—La pelirroja le extendió un sobre.
Heather palideció al abrirlo. Su garganta se secó y sus ojos se abrieron tanto que parecía se iban a salir.
Srta. Heather Potts,
usted está cordialmente invitada a la boda de:
Michelle Jones y Nicholas Stark
Lo celebraremos el 17 de...
Pero Heather dejó de leer. La invitación se resbaló de sus manos y sintió que perdía fuerza en las rodillas.
—¡Ah!—exclamó Ramona, sosteniéndola antes que cayera al suelo.
—Sabía que sucedería algo así.—murmuró Alice.—Trae agua o algo.
La asistente asintió y salió rápidamente del camerino. Heather estaba desmayada en el sillón, recibiendo aire de parte de Alice.
—Vamos, Heather, las bodas son... ¿bonitas? Aunque puede que en dos años se divorcien. En fin, ¿cúanto tiempo llevan juntos ellos dos?—pero la rubia no respondió.—Oh, de verdad estás desmayada. Merde, merde... ¡Alguien llame una ambulancia!
Cuando despertó, Heather se sorprendió al ver que estaba en su cama. Miró a su alrededor, encontrándose con Alice dormida en una silla.
¿Las últimas veinticuatro horas habían sido un mal sueño?
Sacó su celular del bolso de su mánager y lo encendió. Había una manera fácil de saber si no había soñado con la invitación a la boda. Abrió Instagram y buscó el perfil de Nico. Cuando se mudó a París, hace diez años, había silenciado las cuentas de todos sus amigos de Nueva York, pues la única forma de superar todo era sin ver constantemente sus fotos y videos.
¡Dijo que sí!, decía bajo una foto de MJ y él de hace...
—¿Un año?—exclamó sorprendida. ¿Por qué nadie se lo había dicho?
Bueno, no es como si hablara mucho con ellos, pensó triste.
Durante sus primeros meses en Francia, hablaba todos los días con su familia y amigos, pero con el tiempo, pasó a sólo llamarlos en fechas especiales. Ella planeaba regresar al graduarse, pero una gran empresa de cine francesa la contrató con una muy buena oferta imposible de negar. Comenzó como aprendiz, luego productora y ahora era una de las directoras más conocidas de Europa. Y claro, al estar tan ocupada con guiones, contratos, entrevistas, e incluso modelando para grandes marcas de ropa y maquillaje (Alice la obligaba a ir), nunca regresó a Nueva York. Intentó ir algunas navidades o a la graduación de Morgan, pero siempre surgía algo que la hacía cancelar.
Bueno, en realidad no siempre. La mayoría de veces evitaba conectar con su familia y amigos por miedo de escuchar sobre Peter.
—Ya despertaste.—dijo Alice, interrumpiendo sus pensamientos.—Todos en el set están preocupados.
—¿Cómo llegué aquí?
—Te desmayaste, pero una doctora te revisó y dice que fue por falta de sueño y mala alimentación.—explicó Alice.—¿Has estado siguiendo la dieta que te di?
Heather recostó su cabeza en sus manos.—Sí, sólo que... he estado muy estresada estos últimos días.
Alice se sentó a su lado y la miró con los ojos entrecerrados.—Dime que no has leído todo lo de Twitter.
Heather suspiró y asintió lentamente.
—Mujer.—regañó la pelirroja.
—¡Perdón! No pude resistirme.
Lo que más odiaba Heather de la fama, eran el constante odio en las redes. Primero comenzó con "una mujer no puede ser buena directora" a rumores llamándola zorra, rompe familias y más falasias.
—La gente piensa que estoy embarazada de Jamie Dornan, porque ambos estuvimos en los BAFTA y hablamos por dos malditos minutos.—musitó Heather.
—Uhm, sí, leí algo de eso, ¿pero no tiene esposa?
—Exacto.—exclamó enterrando su rostro en una almohada.—¿Crees que estoy gorda?
—¿Qué? No. Las dietas que te di son sólo por salud. Lo juro.—dijo Alice.
Heather se alzó de hombros y se dio la vuelta, dándole la espalda. No quería que la viera llorar.
—Entonces... ¿vas a ir a la boda? Porque ese mismo día tienes la entrevista con Vogue Corea.—Alice cambió de tema. Recogió la invitación de la mesa y frunció el ceño.—No puedo creer que usaron tu anterior apellido. Por un momento pensé que era mensajería equivocada.
Otra cosa por la que se sentía culpable: su nombre "artístico" cambió a Heather Pierce. No era algo contra su familia, fue más por su padre... y porque no quería que se supiera que Tony Stark era su tío. Quería ser famosa por ella misma, o eso pensó al hacerlo. Aún recordaba la reacción decepcionada de Pepper cuando se lo contó en una videollamada.
En cuanto a la boda... Esta vez era diferente a las anteriores invitaciones. No era un cumpleaños o un aniversario, sus dos mejores amigos se estaban casando. ¿Ellos aún la consideraban su mejor amiga? ¿Después de todo lo que hizo? ¿O la invitaban por cortesía? ¿Ya estaban en la edad de casarse y ella aún no superaba a su novio de secundaria? Bueno, esa última pregunta la podía responder.
—No quiero verlo.—susurró.
Heather se imaginó a Peter agarrado de la mano con otra chica, besándola, diciéndole que la amaba, teniendo hijos juntos.
—No sé si estoy lista para abrir esa herida.—admitió.
—O sea que... ¿no irás?
—Ugh, no sé. Ayúdame, tú eres la que siempre sabe qué hacer.
—Aww, gracias. Sé manejar tu vida, no la mía.—rió Alice. Buscó una hoja y una pluma.—Pensemos en los pros y contras.
—Uhm... ok. Pro 1: volver a verlos a todos. Contra 1: volver a verlos a todos.—dijo Heather mientras su amiga apuntaba.—Pro 2... ehm, no sé, ¿viajar?
—¿Estar en un momento especial de tu familia?—sugirió Alice.
—Sí, sí. Contra 2: volver a verlos a todos.
—Eso ya lo apunté como contra 1.
—Creo que es importante recalcarlo.
Alice suspiró y volvió a sentarse a su lado.—¿No crees que verlo te ayudará? Tal vez se haya vuelto un alcohólico desgreñado y lo superes más rapido. O tal vez esté soltero y...
—No lo conoces, Ally.—interrumpió Heather.—Peter es inteligente, amable, guapo. Debe tener una hermosa relación estable. De seguro también le pido matrimonio.
—Pero no lo sabes y por eso no lo superas.—insistió Alice.—Esa duda de "¿aún me amará?" te da una pequeña esperanza que no te deja pasar la página. Tienes que ir.
Heather mordió nerviosa su labio.—¿Qué hay de la entrevista con Vogue?
Alice rodó los ojos.—Puedo cambiar la fecha.
—¿Y qué usaría?
—Dios mío.—Alice agarró sus hombros.—Responde sí o no.
¿Debía ir y salir más mentalmente inestable de lo que estaba, pero aunque sea complacería a su familia y amigos?
—Sólo si vas conmigo.
—Oh, cariño, ¿en serio pensaste que me iba a perder tu reencuentro con el misterioso chico que no has superado en diez años?
—¡Heather!¡Heather!
—¿Es cierto que sales con Tom Hiddleston?
—¡Mira hacia aquí!
Alice rodeó los hombros de Heather y, junto a los guardaespaldas, la ayudó a traspasar a los miles de paparazzi afuera del aeropuerto. Los guardias la llevaron por pasillos VIP hasta llegar a la zona de los aviones.
—Adivina qué se me ocurrió.—dijo Alice mientras entraban al jet privado.
Heather dejó su mochila portadora de uno de sus gatos (los demás se tuvieron que quedar con una niñera en su apartamento) en el asiento junto a ella.
—Como estarás en Nueva York, podrías ir a la Met Gala.
—Pensé que se rendirían y dejarían de invitarme.—murmuró Heather.
—Nunca entenderé por qué no...
—¡Alto!—exclamó Heather. Se quitó el cinturón y abrió su bolso.—No puede ser.
Alice se levantó preocupada.—¿Qué sucede?
—Se me olvidó algo. Debo regresar.—dijo con desesperación.
—¿Qué cosa?
Heather se acercó a la puerta del avión, pensando seriamente en abrirla ella misma.
—Vamos a despegar en diez minutos, no hay tiempo para regresar.—avisó Alice.
—No, no.—murmuró la rubia, despeinándose con estrés.—Necesito buscarlo, Ally, no puedo ir sin tenerlo puesto.
—¿Pero qué es?—insistió la mánager.
—Es... algo, ¿ok? Pero es importante.—Heather la miró a los ojos.—Por favor.
Alice se mantuvo seria, pero eventualmente se rindió.—Sólo si aceptas ir a la Met.
Heather asintió.—Sí, sí. Y dejaré que me vistas como quieras y...
—Voy a hablar con el piloto, tú ve.—la interrumpió.
La rubia agarró su bolso y antes de irse, besó su mejilla.—Eres la mejor.
Alice sonrió un poco, pero volvió a su semblante serio.—¡Vete ya!
Todo el salón estaba lleno de familiares y amigos mirando felices a MJ y Nico bailar.
—¿Cuánto tiempo crees que resistamos aquí?—susurró la chica de vestido blanco.
—Uhm, tres horas.—respondió su ahora esposo.—Dos si me pongo a pensar mucho en la habitación del hotel.
MJ soltó una risita y le pegó suavemente en el hombro. Era el día más esperado de sus vidas y toda la celebración estaba hermosa, pero ambos querían irse lo más rápido posible a su luna de miel, aunque no mirarían mucho del lugar. La pareja giró al ritmo de la música cuando la morena notó a alguien entrar al salón.
—No puede ser.—susurró.
Nico se volteó rápidamente y ahogó un grito.—¡Heather!
Heather, quien había intentado entrar lo más disimuladamente posible, miró sobresaltada a la pareja que corría hacia ella.
—Hola, chicos, per...
Fue interrumpida por los brazos de ambos rodeándola.
—No puedo creer que pudiste venir.—exclamó MJ emocionada.
—Ha pasado casi una década, voy a llorar.—dijo Nico, apretujándola más.
—Perdón por llegar tarde, mi vuelo se atrasó y...
—Ay, no importa.—dijo MJ quitándole importancia.—Ven a bailar.
—¿Qué? No, ustedes vuelvan a su baile.—dijo Heather, nerviosa al tener todas las miradas sobre ella.
—Ya me cansé de ser pisada por Nico.—rió la novia y arrastró a su amiga a la pista, puso sus manos en su hombros y empezaron a bailar.
Heather miraba con asombro lo bella que se veía MJ, evitando desviar la mirada y ver a los miles de invitados.
—Hay mucha gente.
—Sí, la mayoría son amigos de la universidad o compañeros de trabajo.—explicó la morena.
Heather asintió sin saber qué decir.—Eh... felicidades.
MJ rodó los ojos.—¿Por qué estas tan tensa?
—Yo... no sé, hace tiempo que no los veía. Se siente irreal.—admitió.
—Sí, siento que estoy hablando con un fantasma.—rió la morena.
Heather suspiró.—Perdón por no llamar o visitarlos más seguido.
—Tranquila, entendemos que has estado ocupada con todo eso del cine y siendo famosa.—dijo con tono burlón.—Pero te extrañamos mucho. En especial, cierta persona.
Las mejillas de la rubia se sonrojaron. Se mordió el labio nerviosa antes de susurrar.
—¿Está aquí?
—Es mi turno.—Nico apareció y se llevó a Heather antes que MJ pudiera responder.
El padre de MJ empezó a bailar con su hija a unos metros de ellos. De repente, Nico la abrazó.
—Te he extrañado demasiado, H. ¿O debería llamarte Miss Pierce?—bromeó el chico.
—Heather está bien.—murmuró avergonzada.—Y, ehm, yo también te extrañé. En serio. Y-y perdón por...
—No es momento de pedir perdón.—la interrumpió.—Es momento de hacer negocios.
Heather frunció el ceño.—¿Nego...? Oh. Ya entendí. Leí que ahora trabajas en... ¿Dreamworks?
—Pixar.—corrigió.—Estaba pensando: Ratatouille 2, tú la diriges.
—Espera, espera.—lo miró sorprendida.—¿Enserio trabajas en Pixar? Wow, Nico, eso es genial.
Nico alzó un hombro.—No soy el gerente, productor o número uno, pero me pagan bien.
—¿Pagan bien? No seas modesto, vi la mansión en la que viven.—rió Heather.
—Ok, pero tú tienes una mansión en cada país.—atacó Nico.
Heather rodó los ojos con diversión. No era cierto. Tenía apartamentos, no mansiones.
—Oh dios, está aquí.—susurró Nico de repente.
—¿Qué?—preguntó la rubia sin haberle escuchado bien.
Nico sonrió falsamente.—Que te ves hermosa con este vestido. ¿Es Dior? ¿Alexander McQueen? ¿Gucci? Oye, deberías ir a saludar a Tony y Pepper.
Dio una vuelta bajo su brazo y la empujó a una mesa. Al recuperar su equilibrio, Heather notó la silla de ruedas frente a ella. Alzó la mirada, encontrándose con las de sus tíos.
—Hey.—saludó nerviosa.
—¡Heather!
Una adolescente abrazó fuertemente a la rubia. Por un momento no la reconoció hasta que...
—¿Morgan?—exclamó en shock.—Estás enorme.
—Lo sé. Tú estás...—la chica la observó de pies a cabeza.—diferente.
Heather empujó levemente su hombro.—Me ibas a decir vieja, ¿no?
Morgan rió.—Taaaal vez.
—Estás hermosa, Heather.—dijo Pepper, quien tenía los ojos llenos de lágrimas.—Ya eres toda una adulta.
Tony le dio un pañuelo.—Nos estamos haciendo viejos, Peps.
—Linda silla de ruedas.—señaló Heather.—¿La hiciste tú?
—Obvio.—respondió algo indignado.—Está hecha para controlarla mentalmente.
—Wow.—dijo realmente impresionada. Al parecer, todos habían progresado bien con sus vidas.
Y tú sigues pensando en tu ex novio de...
Cállate, se detuñvo a sí misma... mentalmente. Ugh, cada día se estaba volviendo más loca.
—Aquí estás.
Alice se acercó a la familia y puso una mano en el hombro de la rubia.
—Ella es Alice, mi amiga y mánager.—presentó Heather.
—Aww, ¿me consideras tu amiga? Creo que voy a llorar. O es de los nervios porque acabo de chocar con el Capitán América. No me dijiste que eras amiga de superhéroes.—dijo Alice a rápida velocidad.
Morgan frunció el ceño y se alejó disimuladamente a buscar comida. Heather miró apenada a sus tíos.
—Sí, es muy amiga de superhéroes.—Tony lanzó la indirecta y tomó un sorbo de su bebida.
Heather abrió los ojos como platos al recordar que su mánager no sabía sobre su pasado-salvando-al-mundo. Sinceramente, quería que se quedara así.
—¿Por qué no vas por bebidas?—le dijo a Alice, alejándola con un leve empujón.
—Heath.—llamó Pepper cuando la pelirroja se había ido.— ¿Cuántos días te quedarás?
—Eh... no sé. Acabo de terminar con una película, así que tal vez este algo libre.
Pepper dio un saltito de emoción.—Oh, debemos hacer un viaje familiar, ¿verdad, Tony?
El millonario tomó otro largo trago de su bebida.
—Claro porque tengo silla de ruedas resistentes al agua.—dijo con sarcasmo.
Heather frunció el ceño y le susurró a su tía.—¿Por qué está tan amargado?
Pepper suspiró.—Han pasado muchas cosas estos últimos años... muchas.
La chica iba a responder cuando una risa la distrajo. Miró todo el salón en busca de la fuente. Sus tíos seguían conversando, sus voces siendo un susurro en el fondo de su mente? mientras ella empujaba y movía a las personas buscando al chico, susurrando suaves <<permiso, disculpe>>.
¿Por qué había tanta gente de pie?
Después de dar la vuelta por casi todo el lugar, llegó al bar. No había nadie, pues todos estaban bailando. Y se iba a ir, rendida, hasta que volvió a escucharlo, esta vez atrás suyo.
—Heather.
Su voz.
Su magnífica voz.
La rubia giró rápidamente y casi soltó un suspiro al verlo. Los diez años le habían hecho bien. Su cabello castaño estaba algo más enrulado, sus facciones estaban mucho más maduras y su cuerpo cubierto por un esmoquin rojo se veía más ancho (gracias al ejercicio).
Peter estaba igual de asombrado que ella (y pensando similarmente). La observó de pies a cabeza y tragó el nudo en su garganta al notar lo hermosa que se veía con ese vestido plateado.
—Hey.—saludó el castaño.—¿Q-quieres bai...?
Heather lo interrumpió agarrando firmemente su rostro y atrayéndolo a un pasionante beso. En ese momento no importaban los miles de invitados, los diez años sin verse, los nervios de que el otro tuviera una posible pareja...
No.
Ellos estaban nuevamente solos en los pasillos del colegio, en la terraza de la mansión Stark, en esa cabaña del Caribe...
Peter la rodeó con sus brazos, aferrándola más a su cuerpo, mientras ella despeinaba sus rulos. Juró escuchar el bufido de la abuela de MJ, pero era lo último que podía pensar en ese instante.
Heather se separó primero, mirándolo con ojos abiertos de par en par y mejillas sonrojadas al darse cuenta de lo que acababa de hacer.
Peter pestañeó varias veces.—Uhm, wao.
Antes que pudiera añadir algo, Heather alzó nerviosa su brazo izquierdo, mostrando su pulsera de dije de araña en su muñeca. Peter se mordió el labio y subió la manga de su esmoquin.
—¿Es tarde para decir que aún te amo?—susurró el chico, enseñando la pulsera.
Los ojos de Heather se llenaron de lágrimas de felicidad.
—Jamás.
Peter sonrió fervientemente y cuando se inclinó a volver a besarla, fueron interrumpidos por un par de aplausos. Ambos se separaron sobresaltados. La mayoría de invitados los miraban mal o confundidos, excepto Nico, MJ y Alice, quienes aplaudían.
—Este ha sido el mejor regalo de bodas.—dijo Nico.
—Confirmo.—apoyó MJ.
Alice miró sonriente a su amiga y susurró.—Es lindo.
—Bueno, ya dejen de verlos a ellos. Los novios somos nosotros.—dijo MJ al notar lo incómodos que estaban sus dos amigos.
Los recién casados les dieron una última mirada pícara antes de regresar a la pista, teniendo nuevamente la atención de la sala.
—Creo que no seremos los únicos que durarán menos de dos horas aquí.—le susurró Nico a su esposa.
Heather y Peter volvieron a compartir una mirada, aliviados de estar parcialmente solos de nuevo.
—Así que...—dijo el castaño, sin saber qué decir.
Heather le dio un corto beso y agarró su mano, entrelazando sus dedos.
—Bailemos, niño araña.
__________________
Un final medio abierto lo sé, ¡pero aunque sea fue más feliz que el de Ocean Eyes!
No creo que haya secuela (aunque eso depende del futuro del UCM).
Gracias a todos los que leyeron, votaron y siempre comentaron cosas bonitas,
¡los quiero mucho mucho MUCHO!
La playlist de este libro está disponible en Spotify, se llama This Is After Game <3