Capítulo 9

5K 914 121
                                    

Ver a Cornell moverse con la misma soltura de siempre, hace que los remordimientos remitan un poco. Si le hubiese pasado algo por mi culpa, no me lo habría perdonado nunca. 

-No me gusta ese cruce -me susurra, mientras observamos desde lejos la intersección que debemos cruzar para seguir nuestro camino al punto de reunión.

Aunque seguimos teniendo el vehículo armado, somos solo dos. Si ahí adelante hubiese muchos insurgentes, poco podríamos hacer contra ellos, pero es el único paso posible si vamos en coche. Supongo que lo que se está planteando es si debemos cambiar las ruedas por los pies y aunque iríamos más rápido de la otra forma, creo que ha llegado el momento de caminar.

-Podríamos incendiarlo -le propongo-, para crear una distracción, en caso de que haya gente cerca.

-Nos queda menos de una milla para llegar -asiente-, podemos hacerlo a pie en el tiempo estimado. 

-Deberíamos llevarnos algún arma y munición -lo miro-, solo por si acaso.

-Nada que ralentice nuestro paso -asiente de nuevo-. Es vital ser rápidos ahora.

-De acuerdo -me incorporo-, volvamos al vehículo.

Lo hemos dejado atrás, para poder investigar sin que nos descubran, aunque yo ya intuía que no tardaríamos en deshacernos de él. Hemos recorrido la mayor parte del camino en coche, lo que nos ha dado tiempo de sobra para terminar la ruta a pie sin problemas, porque a partir de aquí, el riesgo de emboscadas es grande y la mejor opción es esconderse. Dos personas a pie no harán ruido ni llamarán la atención.

-¿Lista? -me pregunta, después de colocar un pedazo de su camiseta, que por otro lado ya estaba hecha mierda, en el depósito del todoterreno. Cuando asiento, le prende fuego y nos alejamos a toda prisa, buscando poner tierra de por medio antes de que explote. La eficacia de este plan radica en que acudan a ver qué ha sucedido y nosotros podamos atravesar el cruce sin problemas mientras tanto.

Permanecemos agazapados unos minutos después de que la explosión se escuche por todas partes, esperando que aparezca alguien para comprobar qué ha sucedido, y no nos defraudan. Varios todoterrenos fuertemente armados circulan hacia el lugar del accidente y también media docena de motos. De haber intentado atravesar el cruce con el vehículo, habríamos sido masacrados.

-Vamos -Cornell me increpa para que lo siga y nos movemos con sigilo, tratando de pasar desapercibidos. Que hayan ido tantos hombres hacia el lugar de la explosión no quiere decir que no se haya quedado ninguno atrás, vigilando el camino.

En varias ocasiones nos cruzamos con hombres armados, pero conseguimos esquivarlos a tiempo de que nos descubran. Cornell es experto en evasión y está haciendo uso de todos sus conocimientos para mantenernos a salvo. Si hay alguien que puede lograrlo, sin duda, es él. Yo me dejo guiar, segura de que sabrá llevarnos por el camino correcto. Y quince minutos después, estamos lo suficientemente lejos del cruce, como para poder sentirnos un poco más a salvo.

Recorremos la última milla a buen ritmo y sin detenernos. Por suerte, no nos topamos con nadie más y alcanzamos el punto de reunión, incluso antes de que lleguen los demás. Solo por precaución, nos mantenemos ocultos hasta que llegan los primeros vehículos con bandera americana.

-Ni se os ocurra volver a darme un susto así -Fisher es el primero en alcanzarnos y se lanza sobre nosotros para darnos uno de sus famosos abrazos incómodos, pero llenos de sentimiento puro por su parte-. He envejecido cinco años, por lo menos.

-¿Solo cinco? -me burlo de él-. Diría que han sido más. ¿Esa cana la tenías antes?

-Quita -se aparta de mí para que no le toque la cabeza, pero sonríe con alivio-. Joder, menudos días de mierda hemos pasado. 

Harper (Saga SEAL 7)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora