Capítulo 8

4.9K 950 152
                                    

-Por favor -Fadil está junto a mí, tirando de mi brazo para que entre en la casa-. Escóndete. Los niños están escondidos. No se los llevarán. Por favor. Son muchos.

Finalmente cedo, porque veo la desesperación en sus ojos, pero me llevo el fusil conmigo al sótano. Los hijos de Fadil se acercan a mí en cuanto me ven y los protejo con mis brazos, para que sepan que no les pasará nada. Odio esta situación. Hubiese preferido atacar y acabar con todos, pero Fadil tiene razón, son demasiados para mí solo. Si Harper estuviese aquí, tendríamos alguna posibilidad, pero yo solo... es complicado.

Minutos después, escucho cómo entran en la casa y hablan con Fadil y su esposa, casi a gritos. Hablan demasiado rápido, así que apenas entiendo lo que dicen, pero sé que no se creen que no haya niños en la aldea. Me temo que no se irán tan fácilmente. Y me preocupa que empiecen a matar gente, para que alguien se vaya de la lengua y diga dónde están. Si eso pasa, saldré y que sea lo que tenga que ser. No permitiré que maten a nadie, después de que nos ayudasen, sin tener por qué hacerlo.

-¿Dónde están? -eso lo he entendido perfectamente, así como el grito desesperado de Jameela.

Le pido a los niños, sin palabras, que se queden donde están, y me muevo un poco, buscando algún hueco entre la madera, por si pudiese ver lo que sucede arriba. Cuando encuentro uno y me asomo, descubro que un tipo enorme tiene a Jameela de rodillas frente a él, sujeta por el pelo, y que la amenaza con un gran cuchillo. Otro hombre, que parece el líder, está inclinado sobre Fadil, que también está de rodillas. Imagino que él es quien ha hecho la pregunta.

-No hay niños -insiste Fadil-. Los vuestros se los llevaron a todos.

-¿Pretendes hacerme creer que mi propia gente me roba a mis soldados? -puedo notar la furia en sus palabras, aun cuando no grita esta vez.

-No hay niños -repite Fadil, al que empieza a fallarle la voz.

Y cuando veo que el líder le hace un gesto al grandullón que sostiene a Jameela, no me lo pienso. Apunto a través del suelo y disparo una ráfaga que impide que la mate. Envío a los niños lejos del lugar donde disparé y me acerco a la trampilla para salir, porque ya han empezado a disparar al suelo. Debo proteger a los niños como sea.

-Americanos -grita el líder, señalándome. Y desearía que fuese cierto, que hubiese más de un americano, pero no lo es, así que tengo que apañármelas como pueda.

Lanzo una granada de humo, mientras le grito a Fadil que se esconda con su mujer, a la que el grandullón ya ha soltado para usar su ametralladora contra el suelo. Aprovecho su confusión con el humo para acabar con algunos de ellos, pero el jefe y el grande consiguen salir fuera y llaman al resto. Por desgracia, son demasiados para mí, y aunque me deshago de unos cuantos, al final consiguen atraparme.

-La soberbia americana -grita el jefe, para que todo lo escuchen-. Creen que pueden acabar con el pueblo, pero siempre caen de rodillas ante nosotros. No los queremos aquí. El país no es suyo, sino nuestro. Son una plaga que hay que erradicar. Los aplastaremos a todos.

-Qué fácil es hablar cuando tienes a una docena de hombres protegiéndote -digo en su idioma. Sé que provocarlo no es una buena idea, pero si me quedo callado, será peor. Me ejecutará en cuanto termine su discurso para dar ejemplo.

-¿Qué propones? ¿Qué luchemos entre nosotros?

-Sería más honorable -le digo, intentando ganar tiempo hasta que se me ocurra cómo salir de esta-, pero vosotros no entendéis de eso.

-Honorable -casi escupe la palabra-. Los americanos habéis invadido nuestro país, ¿y pretendes decir que yo soy el que no tiene honor?

-Estamos aquí para conseguir la paz -hablo con rabia-. Para que gente como tú no mate la infancia de este país, obligando a los niños a ser soldados. Estamos aquí para evitar más muertes.

Harper (Saga SEAL 7)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ