Capítulo 22

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Oigo el alboroto mucho antes de que pueda abrir los ojos. Sé que los míos han llegado, pero si no salgo de aquí, nunca me encontrarán, así que aunque me duele todo el cuerpo, me obligo a levantarme. Por más que intento aguantarlo, se me escapa un quejido cuando por fin consigo ponerme en pie. Incluso con las manos encadenadas, el sirio se llevó una buena paliza por mi parte, aunque yo no recibí menos de lo que di, y por eso estoy tan débil; por suerte, conseguí que olvidase sus intenciones de violarme y me encerró de nuevo en el foso. Creo que la última patada que le di, justo en la entrepierna, tuvo mucho que ver con su decisión. De saberlo, se la habría dado mucho antes. 

Busco a tientas los salientes que memoricé en mi subida al exterior y en cuanto encuentro el primero, me aferro a él, esperando con todo mi ser, que me queden fuerzas para llegar arriba sin caerme por el camino. Mientras golpeaba al sirio capullo, conseguí hacerme con una pequeña navaja que llevaba en el cinturón. No sé cómo no se dio cuenta, quizá el dolor de huevos lo cegó por un momento, pero pude bajarla conmigo al foso, y espero que me sirva para forzar la cerradura del mismo, si acaso tiene. La trampilla está tan lejos, que igual ni se han molestado en bloquearla. ¿Quién, en su sano juicio, se atrevería a escalar hasta ahí arriba? Supongo que yo estoy un poco loca, porque es justamente lo que pienso hacer.

Sin embargo, no es tan sencillo como parecía en mi mente, sobre todo, porque mi cuerpo todavía se resiente de los golpes que recibí en la pelea, y por varias veces, tengo que parar para recuperar el aliento. Aun así, alcanzo la cima sin resbalar ni una sola vez, y empujo la trampilla. Apenas se ve nada, por lo que intuyo que ya ha llegado la noche. De todas formas, ya lo esperaba, pues mis compañeros no se atreverían a lanzar un ataque durante el día, cuando más vulnerables serían. La trampilla cede al segundo empujón y la abro con cuidado, por si hubiese alguien vigilándola, pero parece que están demasiado ocupados atacando al destacamento que se acerca por la puerta principal. Ese será el señuelo, para que no descubran el verdadero plan.

-Bien pensado -murmuro, mientras salgo del agujero donde me han tenido las últimas horas.  

El esfuerzo me ha agotado y permanezco inclinada sobre mi propio cuerpo, recuperando fuerzas, antes de buscar la forma de reunirme con los demás. Estoy totalmente segura de que los míos estarán en la parte de atrás del enrejado, liberando a los presos, y ahí es a donde debo dirigirme. Qué bien me habría venido mi equipo ahora mismo, porque estoy desarmada y sin chaleco antibalas, pero me concentro en subsanar la primera. Recorro el perímetro, escondiéndome en las sombras, hasta que doy con un par de hombres que parecen haberse quedado para custodiar la entrada al cercado de los prisioneros. Sujeto la navaja firmemente en mi mano y me acerco por detrás a uno de ellos. Controlo mi respiración, lo sujeto por la barbilla desde la espalda y le rebano el pescuezo, antes incluso, de que pueda saber que estoy ahí. Su compañero me apunta con el arma y dispara, pero el cuerpo de su amigo evita que me alcance. En el proceso de cubrirme con él, suelto la navaja y me apodero de su arma, que uso para deshacerme de quien me dispara. Cuando termino, me siento más cansada que nunca, pero al menos, ya tengo un arma con el que defenderme. 

Aunque mi plan inicial era llegar al camino de la parte de atrás siguiendo la valla, ahora que estoy en la puerta, se me ocurre atravesarla, si acaso uno de estos dos tienen la llave, porque será más rápido y seguro para mí. Además, sería buena idea ir revisando cada rincón del cercado, para que nadie se quede atrás. Rebusco en los bolsillos y parece que mi suerte no me abandona, porque el que me disparó tiene la llave. Para que sea más difícil que me descubran, dejo la puerta cerrada de nuevo, antes de iniciar el reconocimiento de la zona. Sistemáticamente, recorro cada metro del  lugar, buscando a los presos, y no es hasta que ya he superado dos terceras partes del cercado, que me encuentro con alguien.

-¿Estáis bien? -pregunto, ayudando a cargar con un hombre al que otro, que no parece encontrarse en mejor estado, intenta arrastrar hacia la parte de atrás.

Harper (Saga SEAL 7)On viuen les histories. Descobreix ara