Capítulo 10: Why

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Por primera vez en incontable tiempo, Harry pudo abrir los ojos sin emitir quejidos profundos de su garganta provocados por la falta de ganas de enfrentarse al amanecer. Muy por el contrario, a penas fue consciente de que había abandonado el encarcelamiento del letargo, su corazón se removió en la violencia de un vuelco al revivir en un sólo instante el cúmulo de emociones de la noche anterior, y amenazaron con multiplicarse descaradamente cuando, al acostumbrarse a la luz que los acariciaba gentilmente desde la ventana, casi pidiéndoles permiso para irrumpir en su burbuja de tenue arcoíris, se encontró con la presencia a la que debía su profundo y cálido descanso.

Louis tenía los labios finamente separados, casi no podía apreciarse la abertura pero ahí estaba, y, en contraste con su explosiva personalidad, la tranquilidad le embadurnaba cada línea del rostro, no había un ceño fruncido o indicio de un mal sueño, simplemente neutralidad que lo hacía parecer todavía más joven, más delicado. Una sonrisita que amenazó con volverse ruidosa estiró las comisuras de Harry al verlo emitir un casi imperceptible sonido similar a un gemido a la vez que se removía en su sitio sin abrir los ojos.

Lo había analizado tantas veces, había contado la cantidad de arruguitas que aparecían a los lados de sus ojos al sonreír, se había dejado embelesar por la abundante cantidad de oscuramente espesas pestañas que se abanicaban en cada parpadeo; no obstante, jamás había reparado en esos diminutos lunares que podrían hasta catalogarse como pecas en una de sus mejillas, parecían marcas trazadas con un propósito, como si alguien las hubiera dibujado con el más fino de los pinceles para formar una constelación. Ni siquiera tuvo que forzarse a memorizar el patrón, sabía que lo recordaría para el momento en el que se dedicara a investigar si un cúmulo de estrellas ya tenía un nombre, y de no ser así quizás hasta sería capaz de nombrarlas él mismo.

Todos sus pensamientos, las sensaciones de la noche anterior, la forma en la que la susurrante voz de Louis se le tatuó en los pensamientos, y cómo su mente dejó escapar todas las inseguridades, las preguntas, y le habían abierto el paso a la certeza, a la sensatez de sus propios sentimientos que no se había atrevido a nombrar antes, pero que ahora sabía que existían, y también tuvo que admitir algo amargamente, inconsciente de que su sonrisa se ensombreció por un instante: ese dulce ángel, ese prohibido placer con el que un poder superior lo había bendecido y quizás castigado al mismo tiempo, tenía el poder de devolverle el pulso y la respiración, y también conseguiría la licencia de arrancárselos si le permitía instalarse en cada fibra sensorial de su cuerpo.

Y Harry, como si fuera incapaz de velar por la integridad de su corazón, iba a entregarle esa licencia.

—Es tuyo—murmuró, casi inaudible, apuntándose el pecho justo donde su vital órgano palpitante se agitaba con fuerza—. Si vas a romperlo hazlo rápido, por favor.

Louis jamás sabría cuánto valor le tomó decir esas palabras, cuánta fue su inseguridad, su miedo a que pudiera escucharlo, porque no lo había hecho en espera de una respuesta, ni mucho menos de que se grabara en sus pensamientos, sólo quería desprenderlo de los propios, decirlo en voz alta para que su consciencia quedara al tanto de aquella petición que parecía más una advertencia de algo que creía inevitable.

La amargura huyó despavorida cuando el espectro de una sonrisa se adueñó del semblante del durmiente ser, fue a penas perceptible, pero ahí estaba, y Harry no pudo evitar sentir la más genuina de las dichas saltando en cada milímetro de su piel, al grado que su sonrisa le dividió el rostro y le entrecerró los ojos. Tuvo que mordisquearse el labio suavemente para reprimir una risita que llevaba rato queriendo manifestarse, y todo por llanos movimientos que lo deshacían de emoción.

Acomodó suavemente un mechón de lacio cabello del flequillo que parecía estarle molestando un párpado, acariciando con la yema de dos de sus dedos su frente después de completada la acción.

When green and blue collideWhere stories live. Discover now