Capítulo 37: 18

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El cielo comenzó a ser despojado de su característico celeste para ser reemplazado por violentas pinceladas de rojo que se diluyeron en los tonos cálidos de las nubes y terminaron difuminándose en el anaranjado de un perfecto atardecer. Ninguno de los dos chicos comprendía la relatividad del tiempo cuando estaban juntos, ¿por qué parecía correr a toda prisa? Era como si el más mínimo segundo se les desvaneciera de entre los dedos hasta perderse en un lugar desconocido, y la luminosidad del cielo delataba que ya había transcurrido bastante.

Una suave brisa de aire fresco los acarició con sutileza, pareciendo tímida e insegura de interrumpir un momento tan perfecto como el que se desarrollaba en el interior del auto en movimiento; muy por el contrario, la sonoridad de la fauna exterior pasando a su lado se mostró entusiasmada por involucrarse. Poco supo la madre naturaleza de lo mucho que ambos chicos agradecieron su intervención, pues en ella se perdieron los temblores nerviosos que llevaban reprimiendo desde antes de subirse al vehículo.

Louis, quien relajó la fuerza con la que anteriormente había sostenido el volante, inhaló profundamente al contemplar la magnificencia de los rayos del sol bañando el horizonte; un amigable picor en sus mejillas predijo que una amplia sonrisa se dibujaría, y no fue hasta que miró de reojo al chico rizado en el asiento del copiloto que se permitió externarla, acompañándola de una exhalación mutada de una adorable risilla. No podía escuchar el corazón de Harry, pero estaba tan conectado al suyo que supo que latía con la misma fuerza, y que el gozo que lo apuñalaba con eufórica intensidad era mutuo.

El armonioso sonido de la risa de Louis le arrebató a Harry todo el aire de los pulmones, y si le preguntaban sería incapaz de explicar en qué momento comenzó a sonreír, dado que sus hoyuelos ya se habían formado antes de que desplazara la mirada hacia él. Se permitió admirar la agraciada forma en la que la anaranjada luz teñía el cabello castaño de Louis en un tono caoba que luchó por tatuar en su memoria; la poca sombra que los árboles se atrevían a generar tenía el principal propósito de delinear la finura de su perfil y sus ojos lucían a máximo esplendor su versátil color, ¿acaso esa tonalidad tenía un nombre específico? De ser así Harry se juró hallarlo para implorar a cada azul del mundo no atreverse a intentar igualarlo.

Sólo una coincidencia de miradas bastó para generarles una revolución de vuelcos en cada centímetro de sus entrañas que subió violentamente a sus rostros, externándose en tintura carmín que ardió en sus pómulos. Había tanto que querían decirse, pero ni un millón de palabras en todos los dialectos existentes bastaría para abarcar lo que sentían el uno por el otro.

Observar a Louis sujetar el volante con una mano para mordisquearse el dedo sin hacer el más mínimo esfuerzo de reprimir su sonrisa; eso se habría vuelto la nueva adicción de Harry de no ser porque sus temblorosas manos se dirigieron a su propio dedo anular, topándose con el más hermoso de los anillos, cuya textura envió urgentes señales a sus terminaciones nerviosas de generarle un nuevo sonrojo y de hacer que sus mejillas dolieran por la amplitud de su sonrisa.

Se apresuró a extraer la cámara de video de la guantera, rezando a los dioses de todas las religiones que ésta tuviera suficiente batería.

Sus dientes superiores atraparon el labio opuesto cuando giró en dirección a Louis y comenzó a grabar. No había un solo instante que ameritara no ser capturado, y de no ser por la dicha en su pecho se habría recriminado no haber empezado tiempo atrás.

—Boo Bear—lo llamó en un alegre tarareo—. Amor, voltea.

Como si en el estómago del aludido no hubiera ya una cantidad incontrolable de sentimientos que revoloteaban cual mariposas, el apodo le generó un terremoto interno que desbocó su corazón. Giró levemente y se encontró con su motor de vida apuntándolo con la cámara. Si tan sólo pudiera perderse en esa imagen e ignorar que tenía que ser un conductor responsable, se habría tomado su tiempo para desbordar adoración.

When green and blue collideWhere stories live. Discover now