Capítulo 5: Más males que superar

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Aunque Paula fuese inscrita a tiempo en la guardería, eso no quería decir que al día siguiente ya empezáramos a ir, en verdad quedaba otro mes de espera. Lo admito, estuve tan centrado en enseñar a hablar a Paula que ni yo ni ella tuvimos días diferentes, ni siquiera nuestros padres veían en todo ese tiempo que hiciéramos algo diferente a otros días.

De todas maneras, como aún quedaba tiempo libre antes de ir, la familia entera fuimos al parque a descansar un poco. Ese lugar ya era muy frecuente para nosotros y casi nunca nos había dado problemas ir allí. Pero justo ese día tuvo que pasar algo malo.

Mi familia disfrutaba del entorno al igual que tantas otras que también había ese día, pero un tiempo después veíamos paseando por el parque a un hombre vestido de negro y muy sospechoso. Iba acercándose a cada persona y Pokémon que veían, ahuyentándolos por lo incómodo que resultaba.

Cuando mis padres se percataron de que pronto vendrían a molestarnos, recogimos sin llamar mucho la atención e intentamos irnos. Digo que lo intentamos porque de pronto, otro hombre de negro nos cortó el paso, y con una sonrisa malévola y una mirada penetrante, posó su interés en Paula.

—Vaya, vaya. ¿Pero qué tenemos aquí? —Dijo el hombre de negro.

—Un Ralts con colores extraños. Esto sí que es interesante. —Respondió el otro hombre de negro que vino hacia aquí.

Paula se quedó en shock y temblaba más que un Vigoroth nervioso. Me abrazó fuertemente sin capacidad de pensar o hacer nada. A los humanos no les tenía miedo, así que intenté plantar cara a esas personas, pero fui detenido por mis padres y sus Pokémon, quienes me pidieron que cuidara de Paula mientras ellos se encargaban.

Los hombres de negro carcajearon al subestimar a mis padres por tener un Growlithe y una Vulpix, pero cesaron sus risas casi de inmediato y sacaron a sus Pokémon: un Cacturne y un Houndoom.

Al ver a los Pokémon y estando Paula indefensa y aterrada, yo también acabé temblando. Mis padres nos vieron y les dirigieron a esos hombres de negro una mirada agresiva y una amenaza.

—No voy a dejar que sigáis molestándonos, estúpidos. —Dijo mi madre.

—Ya que parece que nos vais a atacar, nos toca a nosotros defender. —Dijo mi padre.

Growlithe y Vulpix no eran lo suficientemente fuertes contra esos Pokémon, pero no iban a ser ellos quienes iban a combatir. Mis padres sacaron otra Poké Ball de sus bolsillos y las lanzaron para liberar a sus Pokémon. Al combate salieron una Empoleon por parte de mi madre y un Incineroar por parte de mi padre.

Los hombres de negro ahora estaban asustados, pero no iban a retroceder y abandonar la oportunidad de arrebatarnos a Paula. Quien llevaba a Cacturne se enfrentaba a mi padre y su Incineroar, y quien llevaba a Houndoom se enfrentaba a mi madre y su Empoleon.

Intentaron pensar qué movimientos usar contra los Pokémon de mis padres, pues en verdad poco podían hacer y fue una mala idea para ellos no pensar en irse. Mis padres fueron listos y rápidos, no iban a darles la oportunidad de intentarlo siquiera. Ordenaron que Incineroar usara Colmillo Ígneo y que Empoleon usara Rayo Burbuja.

Los golpes fueron certeros y sorprendieron al equipo enemigo. No bastó más que un solo golpe para que cayeran debilitados. Para no empeorar las cosas, guardaron a sus Pokémon en las Poké Balls y trataron de darse a la fuga cuanto antes. En vez de perseguirlos, mis padres comprobaron qué tal estaban sus Pokémon, elogiándolos por la ayuda brindada.

Paula y yo veíamos a nuestros padres y a sus Pokémon, y por la salvada que nos dieron nos hicieron verlos con más admiración. Tanto Paula como yo admirábamos más a las personas y a los Pokémon.

Luego mis padres se nos acercaron para comprobar si estábamos bien, y les extrañaba ver en nuestros rostros expresiones de admiración y emoción. Mis padres estaban encantados de que pudiera ver a Incineroar y a Empoleon sin asustarme, como eran Pokémon muy grandes e imponentes pensaron que por mi miedo me podría dar un infarto. Todo este tiempo mantenían a esos Pokémon fuera de mi vista, esperando el día en el que fuese más resistente y poder acercarme a ellos.

De la misma manera, Paula también había superado más su miedo a las personas. Pero esos hombres de negro le causaron una sensación de pavor que ninguna otra persona había hecho antes.

Para evitar más sorpresas, decidimos volver a casa. Mi madre fue la que nos llevó mientras mi padre iba a poner la denuncia a la policía.

A pesar de que Paula y yo logramos salvarnos y superar más nuestro miedo, sentirnos impotentes en aquella ocasión nos desanimó. Por ello, juntos decidimos hacer la promesa de superar todos nuestros obstáculos juntos, como un equipo.

Continuará...

Mismo DestinoWhere stories live. Discover now