Capítulo 18: Tiempo para soñar

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Los profesores de Vucloin se reunieron con nosotros porque nos buscaban. Nos invitaron a su laboratorio de nuevo para hablar de algunas cosas y de un favor que pedirnos. Durante el camino, les pedimos que nos permitieran realizar las pruebas, aunque nos recomendaron tomarnos algo más de tiempo y asegurarnos de tenerlo todo claro. Con "tenerlo todo claro" era darnos cuenta de que no teníamos que realizar las pruebas solo por la influencia de que nuestros compañeros se hubiesen ido ya, sino de tener todo planeado para después de las pruebas.

Una vez allí, en el salón del laboratorio, el profesor García y la profesora Carrasco nos hablaron de lo que querían pedirnos, pero antes me pidieron que si podía sacar a Riolu para verlo. Les dije que había evolucionado a Lucario, pero igualmente lo saqué de su Poké Ball ante ellos.

Cuando Lucario salió de su Poké Ball, al saber donde estaba, se puso a mirar a todos los lados. Y cuando le dirigió la mirada al profesor García, este le lanzó una sonrisa de felicidad y un saludo. Lucario se emocionó y abrazó al profesor. Estaban contentos de verle y que estuviera en tan buena forma. Luego de eso, Lucario se apartó del profesor por petición suya y ambos profesores nos miraron.

Con sus manos en plegaria y pasando a una expresión de tristeza, nos rogaron que les ayudásemos a cumplir el sueño de Víctor. Ciertamente, Lucario era el Pokémon de Víctor antes de evolucionar y antes de... aquello. Es por eso por lo que querían verlo en un principio. También es cierto que Paula y yo éramos sus amigos más cercanos durante ese tiempo. Es por ello por lo que confiaban tanto en nosotros. No estábamos seguros de qué responder, pero ellos aún no habían terminado de hablar.

—Por favor, ayudadnos a cumplir el sueño de nuestro hijo —Suplicó el profesor García con un tono de tristeza—. Su sueño siempre fue viajar y conocer en persona todo tipo de información. Quisimos que siguiera con la labor de profesor Pokémon, pero él no dejaba de negarse y evitar el tema. Y por ser hijo nuestro, todos creían que era un mimado para ser una persona por encima de los demás. No pudimos causarle otra cosa que molestias.

—Pero entonces aparecisteis vosotros —elogió la profesora Carrasco con lágrimas en los ojos—. Finalmente pudo hacer muy buenos amigos, volverse un buen entrenador, y ser capaz de volver a sonreír. A pesar de que ya no esté aquí *snif* vosotros le hicisteis sentirse bien de nuevo.

Nos pusimos a recordar los tiempos que pasamos junto a Víctor, y en la importancia de su sueño. Sin embargo, aún no estábamos seguros de qué hacer exactamente. ¿Ese sueño era el mismo que teníamos nosotros? Lo dudábamos mucho.

El profesor García le pidió a la profesora Carrasco que trajera algo que perteneció a Víctor. Salió de la habitación y volvió un rato después con un diario. Nos dijeron que en él estaba todo lo que Víctor escribió desde pequeño. Tanto le gustaba investigar como a ellos que hasta también tomaba notas.

Paula y yo lo leímos juntos, estaban recogidas anécdotas suyas, de descubrimientos fascinantes y malas experiencias con las personas, tal y como nos contaron sus padres. Habían páginas en las que hablaba de nosotros, de lo bien que se sentía. Los combates que tuvimos, y hasta de lo mal que le caía Eric. Pero lo doloroso fue que la última página tenía escrito que su sueño de viajar fuera de la región se iba a cumplir, y que tenía a los mejores amigos para su viaje, el resto estaba en blanco. Paula y yo llorábamos por ello.

Víctor nos apreciaba muchísimo, y entonces decidimos aceptar su petición y ayudarles en cumplir el sueño de Víctor. Los profesores lloraban de felicidad y se ofrecieron en ayudarnos para lo que fuese. Pensamos en el viaje y en las pruebas, pero queríamos saber qué más nos haría falta. Ellos nos preguntaron con qué contábamos para el viaje, y les respondimos tras pensarlo un rato en que nos teníamos el uno al otro, así como a nuestros Pokémon. Nos preguntaron qué habilidades y recursos teníamos para viajar, y eso era lo que nos fallaba todo este tiempo, no pensamos en qué más hacer.

Nos preguntaron qué cosas nos podrían interesar de hacer, que qué se nos pasaba por la cabeza primero. Yo pensé en máquinas mientras que Paula pensó en comida, de modo que nos enseñarían a mí algo de mecánica y a Paula algo de cocina. Y lo segundo que se nos pasó por la cabeza fueron los hombres de blanco y de negro que tanto mal causaron. Yo dije justicia, y Paula dijo salud, así que también nos enseñarían a mí algo de autodefensa y a Paula algo de primeros auxilios.

Ahora sí que nos sentíamos decididos, aunque por supuesto nos faltaba prepararnos para todo. Con la ayuda de los profesores, Paula y yo estuvimos estudiando, entrenando y aprendiendo todo lo que hacía falta. Puede que no saliésemos antes de lo esperado como nuestros compañeros, pero valió la pena tomarnos nuestro tiempo e ir progresando poco a poco.

Faltaba una semana para la fecha límite de las pruebas, y los profesores nos citaron para llevarnos a un lugar especial para celebrar el poco tiempo que quedaba. Durante el trayecto se mostraban entristecidos, pero cuando nos fijábamos se cambiaban a conformes. Al llegar allí lo entendimos, nos llevaron al cementerio, hasta la tumba de Víctor. En todo este tiempo pensé que estaba desaparecido, y fui un ingenuo al no pensar en algo así. Era la primera vez que Paula y yo visitábamos su tumba, y estábamos deprimidos.

—Aquí yace el recuerdo de nuestro hijo —Relató el profesor García con seriedad—. Nunca se llegó a encontrar ninguna pista de él, pero para no olvidar su pérdida hicimos esto en su honor. Si hay algo que queráis contarle, adelante.

Estábamos decaídos, sintiendo pesar y culpa. El profesor García habló primero.

—Hijo, estoy orgulloso de que hayas luchado por lo que más has querido, por tus sueños y por tus amigos. Te prometo que siempre aprenderé nuevas cosas como quisiste tú.

Luego habló la profesora Carrasco.

—Mi vida, yo... siempre te querré. Sé que nunca dejaste de soñar, y por ello yo tampoco dejaré de soñar contigo.

Paula tomó fuerzas y habló.

—Víctor, siempre has sido alguien bueno. Estés donde estés, te prometo que seré una gran Pokémon. Ayudaré a todos con mi poder Pokémon, haré ricas comidas y curaré a los heridos.

Y finalmente, yo también hablé.

—Víctor, jamás te he olvidado. No sabía lo importante que era para ti, cuando tú también lo has sido para mí. Te juro que seré un gran entrenador, que usaré bien las máquinas y detendré a nuestros enemigos.

Con una última oración, nos fuimos de allí. El resto del día se volvió pesado, así que descansamos.

Tras eso, volvimos a prepararnos durante los últimos días hasta que finalmente llegó el momento de nuestras pruebas. Éramos los últimos, pero los más preparados y debíamos demostrarlo. Estábamos en el aula, Paula y yo separados, con el examen enfrente, disponiendo de una hora para realizarlo. La profesora Carrasco dio inicio al examen y nos pusimos a responder todo lo que pudiéramos. Aún teníamos dudas, aún estábamos agobiados, y era extraño tras tanta preparación. No era falta de estudio, sino que aún nos quedaban cargas encima: perder a nuestro amigo, que nuestros compañeros partiesen tan pronto, las dudas antes del viaje, y habernos separado en ocasiones. Confundimos esas malas experiencias con problemas del examen, pudimos resolverlas a tiempo y continuamos. Tiempo después, la profesora dio fin al examen y recogió los nuestros. Luego se puso a evaluarlos. Pasaron unos minutos hasta que nos los dio por válidos con muy buena nota (aunque no llegaron a ser perfectos).

Luego, nos acompañó hasta el laboratorio del profesor para realizar nuestra última prueba, la del combate. Para esta prueba, yo contaba con 4 Pokémon: Paula, Lucario, Froakie y Chikorita. De modo que el profesor García me propuso enfrentarme a sus 6 Pokémon. Fue algo brusco, pero Paula y nuestros otros Pokémon aceptaron. Yo y Paula fuimos al lado del aspirante, mientras que el profesor García fue al otro lado de entrenador. La profesora Carrasco se puso en el puesto de jueza y repitió las normas: un combate individual, en el que el aspirante usará 4 Pokémon y el examinador usará 6. El combate finalizará cuando los Pokémon de una de las partes no pueda continuar o se den otras circunstancias. Después de aceptar las normas y estar preparados, la profesora Carrasco dio inicio al combate.

(García vs Joaquín)

Como primer Pokémon, decidí sacar a Froakie, mientras que el profesor García sacó a Dewott. Pese al entrenamiento, Froakie y Chikorita no habían obtenido suficiente experiencia. Aun así, era el momento de darlo todo. Como primer movimiento, le ordené usar burbuja, mientras que el profesor García ordenó deshacerse de mi ataque con concha filo. Luego volvió a ordenarle usar ese movimiento para atacar a Froakie. Le ordené que esquivase, pero fue en vano y recibió el golpe.

Estaba algo preocupado, pero el profesor García me dijo que supiera bien de lo que eran capaces mis Pokémon. Entre los movimientos que conocía tampoco llegó a aprender nuevos. El profesor García dijo que todo vale si se usa con cabeza, y luego ordenó a Dewott que usara concha filo contra Froakie de nuevo. Yo no podía ordenarle que esquivase, ni tampoco serviría burbuja o destructor, solo quedaba un movimiento que al recordarlo pensé que serviría. Le ordené usar gruñido, pero el impacto del movimiento le alcanzó igualmente, solo que con menos potencia que antes.

Decidí aprovecharme de eso y le ordené a Froakie que siguiera usando gruñido contra Dewott. Eso provocaba que cada vez fuese más débil atacando. Después pasé a la ofensiva y ordené que Froakie usara destructor. El profesor García trató de defenderse usando concha filo, pero era tan débil que el ataque de Froakie superó al de Dewott. Y para rematar, le ordené usar burbuja, logrando que Dewott estuviera fuera de combate.

Tras eso, el profesor García me pidió que cambiase de Pokémon, que era suficiente para Froakie. Decidí hacerle caso y cambie a Chikorita. Estando ella en el campo de batalla, le pregunté si estaba con ganas, pero hizo mueca de ignorarme. El profesor García sacó a Quilladin al combate. Empezó él usando rodar, y le ordené a Chikorita que esquivase, pero no hizo caso y fue golpeada. El movimiento rodar seguiría hasta alcanzar el máximo de veces o hasta fallar, y Chikorita solo podría aguantar eso si esquivaba. Volví a pedirle que esquivase, pero negó hacerme caso de nuevo y la golpearon otra vez, acabando muy malherida.

No entendía por qué no me hacía caso a mí. En eso, Quilladin iba a golpear por tercera vez a Chikorita, pero esta vez quien le dio la orden de esquivar fue Paula, y Chikorita hizo caso, evitando el tercer golpe consecutivo y deteniendo el ataque de Quilladin. Su habilidad espesura estaba activada, Paula aprovechó y ordenó usar hoja afilada. El daño fue potenciado, pero Quilladin pudo soportar el ataque. El profesor García ordenó usar rodar de nuevo, y Paula le ordenó esquivar, lográndolo de milagro. Paula le ordenó a Chikorita usar hoja afilada de nuevo, haciendo mella en Quilladin. El profesor García ordenó usar rizo defensa y Paula mandó usar hoja afilada de nuevo, pero esta vez no hizo tanto daño. Después de eso, el profesor García volvió a ordenar usar rodar. Quilladin giraba rápidamente hacia Chikorita, y no iba a lograr esquivar. Entonces Paula le pidió a Chikorita que pusiera todas sus ganas en un último hoja afilada. Chikorita lanzó su ataque por última vez, pero el impacto que causó fue diferente, logrando superar las defensas de Quilladin. Logró que su movimiento fuese crítico, y consiguió derrotar a Quilladin.

Tras eso, Paula elogió a Chikorita, que fue hasta Paula para recibir su cariño, luego me miró a mí y me sacó la lengua. Chikorita apreciaba a Paula como su dueña, no a mí, eso me quedó claro. El profesor García guardó a su Quilladin y sacó a su siguiente Pokémon: Croconaw. Y yo volví a tomar las riendas de entrenador y saqué a Lucario.

El profesor García mandó usar colmillo hielo, y yo contrataqué con ataque óseo. Me equivoqué de combinaciones y Croconaw salió ganando, hasta le causó algo de congelación a Lucario. El profesor García ordenó usar pistola agua, y yo le ordené que esquivase, lográndolo a tiempo. Aprovechando el despiste, el profesor García ordenó a su Croconaw que usara triturar contra Lucario. Traté de que se defendiera con ataque óseo, pero solo me detuve en ordenar ese movimiento, no llegué a dar otra orden mejor. Lucario recibió el impacto. El profesor García me daba ánimos para seguir, que Lucario confía en mí tanto como en Víctor. Me contó que Riolu, su preevolución, evoluciona a Lucario cuando es muy feliz junto a su entrenador. Me recompuse e iba a ordenarle un ataque, hasta que un aura naranja envolvió a Lucario. Lucario se volteó a mí y me dijo algo que no entendía, a lo que Paula tradujo, que era su habilidad justiciero. Aproveché esa habilidad y le ordené usar puño incremento contra Croconaw, logrando que cayera de un golpe.

La cosa iba bien, y el profesor García, pese a ir perdiendo, no dejaba de sonreír. Luego de eso me dijo que no bajara la guardia y sacó a Monferno. Iba a ordenarle un movimiento a Lucario, pero el profesor García se adelantó y ordenó usar ultrapuño, impactando rápidamente el ataque de su Monferno en Lucario. Estaba sorprendido, y el profesor García me lo dijo, que no bajara la guardia. Él volvió a ordenar usar ultrapuño, y yo rápidamente pensé en prioridad y ordené usar puño bala. Ambos golpes chocaron en igualdad frenándose el uno al otro. El profesor García aprovechó para que usara puño fuego, y yo aproveché para que usara ataque óseo. El choque de ambos movimientos también estaba igualado, y finalmente detuvieron el impacto para atacar por otro lado, golpeándose mutuamente y causando una derrota mutua.

El profesor García devolvió a Monferno a su Poké Ball, solo le quedaban dos Pokémon que estaban en forma. Me preguntó si quería usar a Froakie o a Chikorita. Devolví a Lucario a su Poké Ball, lo elogié y luego le respondí al profesor que prefería dejarlos al margen ya que no iban a seguir luchando. Por lo tanto, saqué a mi última y mejor Pokémon, a Paula.

El profesor García suspiró profundamente diciendo que este era el final, luego sacó a Grovyle al combate. Le ordenó usar hoja aguda contra Paula, pero yo le ordené que esquivase y que usase psíquico. Paula usó su poder psíquico y levantó a Grovyle en el aire para luego estamparlo contra el suelo. Para sorpresa de todos, fue derrotado en un golpe. Tardamos un buen rato en reaccionar todos, y cuando el profesor García dejó de sorprenderse, sacó a su último Pokémon, Torracat.

Le ordenó usar colmillo ígneo, mientras que yo le ordené a Paula usar psíquico de nuevo. Al igual que con Grovyle, Torracat también acabó exactamente igual en situación y resultado. Volvimos a quedarnos asombrados ante el poder de Paula, e incluso ella sentí que eso no era normal. Un rato después, el profesor García le pidió a la profesora Carrasco que concluyese el combate. Ella iba a considerarlo injusto un potencial así, pero él le dijo que era posible y justo. La profesora Carrasco finalmente se puso de acuerdo con su marido y finalizó el combate a favor nuestro.

(Ganador: Joaquín)

Yo, Paula, y todos nuestros Pokémon nos emocionamos poco a poco y de golpe estábamos eufóricos. Aunque tres de nuestros Pokémon aún tenían secuelas. Paula se ofreció a tratarlos, pero el profesor García le impidió hacer eso y nos aconsejó que fuésemos a un centro Pokémon mientras aun quedase tiempo.

Estando allí, mientras mis Pokémon y los del profesor estaban siendo examinados, e incluida Paula para un chequeo de su potencial. Los profesores y yo estuvimos esperando en la sala principal y hablando del tema.

—Entonces, ¿hemos aprobado? —Pregunté yo.

—Pues... ha sido un combate extraño al final —Respondió el profesor García—. Pero sí, estáis aprobados.

—Gracias, profesor García.

—¡Ja, ja, ja! No hace falta que me sigas llamando "profesor". Llamadnos por García y Carrasco, por favor.

—¡Oh! De acuerdo, prof... ejem, García.

—Oye, Joaquín. ¿Cómo conociste exactamente a Paula?

Le relaté la historia de como la encontré, y derivado de ello mi pasado temor a los Pokémon y superación gracias a ella. García se llevó la mano a la barbilla y se preguntó si Paula era una Pokémon normal. Le dije que el color era diferente, pero no era esa rareza de la que hablaba, sino algo más serio. Eso me recordó a los hombres de negro y de blanco que estuvieron interesados en ella, y que llevaban años sin saber de ellos. García pensó en ello y me pidió dos cosas: que Paula no se exponga tanto a los combates, y que tuviera cuidado de que no se obsesionasen con ella. Le prometí ambas cosas, aunque recalcó que era algo serio.

Minutos después, nuestros Pokémon estaban sanos y en forma de nuevo. Hasta Paula había terminado su chequeo. Le pregunté a la enfermera Joy si le pasaba algo fuera de lo común, y me preguntó que qué más podía tener a parte de ser variocolor y hablar como los humanos, luego bromeó y dijo que no habían detectado ninguna anomalía.

Después de salir, empezaba a oscurecer. Paula y yo decidimos ir a nuestro hogar para contarles a nuestros padres todo lo sucedido y que finalmente íbamos a iniciar nuestro viaje. Los profesores por su parte iban a volver al laboratorio también para preparar cosas para nuestro viaje. Hubiésemos querido hablarlo, pero no quedó tiempo, de modo que seguimos el plan, nos despedimos, fuimos a nuestras casas, lo preparamos todo, y descansamos para el siguiente día.

A la mañana siguiente, nuestros padres se despidieron de nosotros con apoyo, amor y orgullo por empezar nuestro viaje. Tras varias muestras de cariño familiar, Paula yo nos fuimos al puerto. Allí estaba nuestro barco, y también estaban los profesores para vernos. Ellos también estaban orgullosos de que partiésemos a lugares lejanos, pero cuando nos preguntaron por dónde íbamos a empezar fue cuando nos dimos cuenta de otro fallo. Ellos se rieron y nos tranquilizaron.

—No os preocupéis, supusimos algo así. Así que os queremos entregar esto —Dijo García—. Es un mapa de la región de Kanto, consideramos que es el mejor punto de partida de todos.

—También queremos daros esto, es un huevo muy especial —Dijo Carrasco—. Lo guardábamos para Víctor, pero queremos que lo tengáis vosotros en su lugar.

—Descuiden, cuidaremos muy bien del huevo, tanto como de nosotros mismos —Alegó Paula.

—Pues decidido entonces. ¡Nos vamos a Kanto! —Exclamé yo—. Aunque... ¿Qué debemos hacer allí?

—Me gustaría que hablaseis con el profesor de la región, se llama Oak. Quiero estrechar lazos de profesores con él. ¿Me llamaréis cuando lleguéis a Kanto?

—Por supuesto.

—Entonces, buen viaje.

Con esas últimas palabras, nosotros 6 subimos al barco que no tardó en zarpar. El primer puerto en el que atracásemos debíamos de coger otro para ir a Kanto. Nuestra aventura por Kanto está por iniciar, y por Vucloin acaba de finalizar... pero un día volveremos, así que espéranos hasta que volvamos, hogar.

Continuará...

Mismo DestinoWhere stories live. Discover now