Capítulo 3: Un nuevo amigo

1 0 0
                                    

Amaneció y nos dirigimos hacia el oeste de camino al Monte Moon. La enfermera Joy de la recepción quiso saber si vinimos a Kanto desde un barco en Carmín, y así fue. Nos contó que el viaje pudo haber sido más corto si hubiéramos atajado por la cueva Diglett ya que el trayecto hubiera sido de solo día y medio. Me llevé las manos a la cara tratando de ocultar la frustración que sentía, aunque también me advirtió de que ese lugar le debe su nombre a los Diglett que rondaban por su interior, e incluso podían haber Dugtrio. No eran tan duros, pero sí eran Pokémon que destacaban en velocidad y además poseían habilidades para evitar la huida. Dado que no llevaba ningún Pokémon aéreo encima ni tampoco lo suficientemente veloz, abrirse paso solo sería opción si teníamos suerte, cosa de la que tampoco nos fiábamos. La enfermera Joy me tranquilizó diciendo que entonces hicimos bien, ya que traspasar la cueva nos hubiera llevado más tiempo que ir por nuestro camino actual.

Tras aclarar todo, salimos del Centro Pokémon y partimos hacia la ruta 4, al oeste de Ciudad Celeste. La parte buena es que la zona de hierba con Pokémon salvajes era fácil de evitar, y también estaba casi infrecuentada de entrenadores, lo único malo era lograr un camino que nos llevase hasta la cueva, pues había varios salientes que nos forzaban a buscar un trayecto seguro. Nos tomó algo más de media hora, pero logramos llegar a la cueva, y según la información que recabamos, no había problemas con la iluminación, pero las cuevas eran un terreno en donde abundan varios Pokémon por todas partes, y que el más molesto iba a ser un Pokémon llamado Zubat. Desconocía cómo era porque no poseía información de tantos Pokémon, aunque seguramente lo averiguaría al continuar. Sin más peligros que conocer o evitar, continuamos adentro de la cueva del Monte Moon.

Nada más entrar dentro veía el interior de una cueva por primera vez, porque en mi lugar natal no visitábamos las cuevas por lo lejos que quedaba de mi antigua localidad, y puedo decir que era bastante extraña la sensación que sentí. No pudo durar más mi fascinación ya que de pronto, unos Pokémon alados, azulados y sin ojos se abalanzaron hacia mí, cubriéndome por completo. Paula acudió en mi auxilio y usó su movimiento psíquico para repeler a los Pokémon, provocando que se asustasen y volasen dispersos. Pero uno de ellos fue golpeado varias veces por sus compañeros durante el vuelo y cayó a tierra. Al verlo, corrí directo a por ese Pokémon para sostenerlo e intenté pensar en algo para ayudar, pero ni a mí ni a Paula se nos ocurría nada. En un impulso desesperado, le puse mi brazo en su boca, me mordió y empezó a chuparme la sangre. Sentía dolor, Paula se quedó sorprendida, y al rato ese Pokémon se recuperó y retomó el vuelo.

A pesar de mi alivio por haberlo salvado, Paula me reprochó esa acción inconsciente, podría haberme quedado sin suficiente sangre, e incluso puede que me haya infectado. Rápidamente sacó el botiquín del equipo y me trató la herida. Mi respuesta fue que tampoco lo sabía, pero quería ayudarlo lo antes posible, sentí miedo al pensar que podría fallecer en mis brazos. Finalizando mi vendaje y suspirando, me dijo que lo mío era una amabilidad bastante inusual, pero que no por ello debía ser malo, simplemente quería que fuese más cuidadoso. Luego seguimos caminando por la cueva hasta que empezamos a ver a gente extraña vestida de negro y con una R de color rojo en sus conjuntos de ropa. Se nos hacían familiares a aquellos tipejos que también rondaban por nuestra región, pero entrometernos en sus asuntos y enfrentarlos no se nos permitía ya que nosotros teníamos nuestro objetivo pendiente: ir al laboratorio del Profesor Oak. Además, entrometernos en los asuntos de otra región sin permiso nos podría costar caro.

Paula y yo nos pusimos de acuerdo en seguir y evitar a más entrenadores, en especial a los hombres de la R. Por extraño que suene, sentía que alguien o algo nos seguía a pesar de no poder verlo, se movía bastante rápido y era sigiloso. Cuando se lo dije a Paula, me dijo que ella no notaba nada, pero en caso de que pasase algo, me volvería a proteger, pero que no olvidase que también tenía a más Pokémon. Y tenía razón, olvidaba que tengo a mis Pokémon conmigo, aunque me puse a pensar cómo sería poseer más Pokémon en vez de tener solo a mis 4 Pokémon y el huevo que estaba cuidando.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jul 22, 2022 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Mismo DestinoWhere stories live. Discover now