♡CAPITULO 22♡

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Cuando bajé por las escaleras, el sonido familiar de la risa de Jean me hizo sentir un nudo en el estómago y, por un momento, me sentí tentado a volver sobre mis pasos y encerrarme en la habitación.

No me había dado cuenta de qué tan afectado estaba por nuestra charla hasta ese momento. Me obligué a tomar una respiración profunda y bajé las escaleras. 

—¿Planeas irte a dormir ya? —preguntó Darian en cuanto me vio entrar a la sala. 

Ella vestía un vestido rojo a la rodilla, usaba unas medias negras y unos botines de tacón que le llegaban arriba de los tobillos. Una gabardina color beige cubría parte de su vestido y su cabello estaba perfectamente arreglado en ondas suaves.

Naim estaba enfundado en unos jeans oscuros, una camisa de botones y una chaqueta que se veía bastante cálida. 

Jean estaba sentado en la mesa, vestía unos jeans oscuros y un saco negro que le llegaba a la rodilla. 

—¿Ustedes planean salir? —pregunté, mirándolos con confusión. 

De pronto, me sentí ridículamente desarreglado. Llevaba mi vieja pijama térmica y una sudadera de Disney World que me había regalado mi mamá hacía un par de años. 

—Queríamos ir a cenar a un restaurante de comida local e ir al bar del pueblo —respondió Naim, reprimiendo una sonrisa al verme. 

—Oh... —dije, sin saber qué otra cosa podía decir. Me rasqué la cabeza incómodamente—, creo que paso por hoy. Tengo muchísimo frío y no quiero salir. 

Darian me fulminó con la mirada y yo me encogí ante su mirada amenazante.

—Sube esas escaleras y cambiate, Libardo Isaza. Tienes veinte minutos. —espetó ella.

Yo abrí la boca para quejarme pero la mirada de mi amiga me hizo saber que no importaba lo que dijera, terminaría yendo a cenar con ellos de cualquier modo.

Apreté los dientes nervioso y subí las escaleras pesadamente.

Rápidamente me enfundé en unos jeans blancos, me puse una sudadera de color azul pastel y unos botines negros una saco polar negro que me llegaba hasta los muslos y tenia un cinto en la cintura, que al atarlo remarcaba mi pequeña cintura, porque si, no lo negaba, tengo una cintura realmente pequeña.

Acomodé mi cabello lo mejor que pude, me puse una bufanda para el frío y un gorrito negro en mi cabeza.

Alguien tocó la puerta de mi habitación y yo rodé los ojos al cielo, sabiendo que se trataba de Darian.

—Ya voy —dije, dándome una última mirada en el espejo. 

La puerta de la habitación se abrió y me di la vuelta para encarar a mi amiga, pero me congelé al instante.

Jean estaba parado al pie de la puerta, con las manos en los bolsillos y expresión nerviosa. 

—Hola —dijo tras un momento de silencio. 

—H-Hola —tartamudeé, sintiendo mi corazón latiendo a una velocidad impresionante dentro de mi pecho. 

Él me miro nervioso un segundo y luego sacó una de las manos de su bolsillo, mostrándome una pequeña cajita alargada de terciopelo rojo. Mi corazón dio un vuelco y miré el objeto en su mano y luego a él. 

Una sonrisa nerviosa bailó en su boca y dijo

—:Tengo esto desde hace tanto tiempo..., es tuyo. Sólo... Nunca tuve oportunidad de dártelo. 

Mi boca se secó cuando lo vi acercarse a mí. Se detuvo cuando las puntas de nuestros zapatos se tocaban y me entregó la caja.

Yo la tomé, dudoso, pero la abrí con dedos temblorosos. Una pequeña cadena de plata apareció delante de mí. Pequeños intrincados y florituras de plata brillaban de una manera espectacular y había una pequeña placa en el centro.

Tomé el delicado material entre mis dedos, con mucho cuidado. Era una pulsera. La pequeña placa tenía algo escrito en ella. La tomé cuidadosamente y leí la inscripción: 

"Te amaría mil vidas si fuera posible. Te amaría aunque pudiera verte. Te amaré siempre. -- " J

Mi corazón se estrujó dentro de mi pecho y sentí las lágrimas agolpándose en mis ojos. Tragué saliva, intentando deshacer el nudo de mi garganta, pero fue inútil. Alcé mis ojos hacia los suyos y una sonrisa triste se deslizó por sus labios. 

—Lo mandé hacer antes de que todo se fuera a la mierda. La guarde conmigo todo este tiempo. Te pertenece. Quiero que tú la tengas. 

—J-jean, yo... —susurré con un hilo de voz. 

—Por favor, Libi. Quédatelo. Por favor es tuya.—noté la súplica en el tono de su voz.

Él tomó la cadena de entre mis dedos, cuidadosamente, y deshizo el broche de un movimiento. Yo extendí mi muñeca hacia él, sin apartar la vista de sus ojos.

Enredó el material en mi muñeca con sumo cuidado y cerró el broche. La cadena me quedaba a la perfección.

Miré mi muñeca y mi corazón se estrujó dentro de mi pecho. Una parte de mí quería echarse a sus brazos y besarlo, y otra ni siquiera podía moverse. 

—E-Es muy hermosa —tartamudeé mirando la pulcerita en mi muñeca.

—Y más hermosa es en ti —dijo, con la voz enronquecida. 

Alcé la vista y nuestros ojos se encontraron. Su cabeza estaba inclinada hacia adelante, su frente casi tocaba la mía y sus cabellos alborotados me hacían cosquillas en la frente y la nariz.

Podía sentir su aroma fresco y varonil invadiendo todos mis sentidos.

Su aliento cálido me rozaba la mejilla y sus ojos se habían oscurecido varios tonos. 

Mis ojos se posaron en sus labios mullidos, rojos y entreabiertos y cuando alcé la vista a sus ojos, me di cuenta de que él miraba mis labios con mucho deseo. 

Cerré mis ojos y sentí su frente pegándose a la mía.

— Pídeme que me detenga —suplicó en un susurro ronco. 

Yo abrí la boca, pero las palabras no salieron de mis labios. No quería que se detuviera.

—J-jean...—fue lo único que pude pronunciar. 

Su nariz rozó la mía suavemente sentí su aliento mezclándose con el mío.

—E-Esto no está bien... —tartamudeé.
 
—Lo sé —respondió él, con la voz cada vez más enronquecida—. Pídeme que me detenga, Libardo. No podré detenerme si no me lo pides.- dijo Jean.

—N-No —gemí, sintiendo como toda mi mente se drenaba de pensamientos coherentes y sensatos. 

—Bonito... —susurró en una súplica, pero sus labios rozaron los míos.

Apenas fue perceptible. Apenas si sentí el pequeño roce y todo mi cuerpo se tensó en respuesta. Mis labios hormigueaban por su contacto y quería más. Quería mucho más. 

—¡Libi!, ¡Apresúrate! —la voz de Darian en la planta baja me hizo soltar una maldición y Jean desvió la mirada, recomponiéndose y separandose. 

—L-Lo siento —masculló Jean y se dirigió a la puerta. 

Yo me quedé un segundo sin aliento antes cerrar mis ojos con fuerza y regañarme mentalmente por lo que había estado a punto de hacer. Tenía novio. Él tenía una novia. 

Y lo que más me preocupaba era una cosa: no había pensado en Orson ni un segundo. No había tenido remordimiento de conciencia alguno...  Y eso estaba mal...

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Holaa♡

Ushh!! Casi casi sucedió el beso Liean👉👈 pero no jsjs (no me maten)

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AUNQUE PUEDAS VERME -LIEAN #2 (TERMINADA)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن