Capítulo 23|Dann y Luca.

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Dann decidió transformarse para que su recorrido fuese rápido, y así llegó al pueblo siguiente.

Su ropa había quedado deshecha y muy atrás en el camino, así que robó en el jardín de una casa una camiseta de botones color rojo que al final le quedó enorme junto a unos pantalones de vestir en color negro que también eran demasiado anchos para él. Una vez vestido, caminó hasta donde su olfato le guiaba.

Después de caminar varios kilómetros llegó a un hotel de baja calidad. Subió por las escaleras de metal hasta el segundo piso donde el aroma de Luca era más fuerte, puso la mano en la cerradura y abrió la puerta.

A los pocos segundos alguien le dio un fuerte golpe en la cara con un adorno de madera que lo hizo tambalear. El hombre lobo se quejó y maldijo agarrándose la cara que había empezado a sangrar un poco en el pómulo.

—¡Vete a la mierda! —chilló con los dientes apretados por el golpe.

La chica rubia que lo había golpeado sin querer se llevó las manos a la boca.

—¡Ay! Perdón, ¡Dann! ¿Cómo te atreves a entrar así nada más? ¿Te duele? —se preocupó dejando el adorno de lado para verle la cara, pero él empujó su mano.

—¿Qué ocurre? —intervino Luca entonces, apareciendo con un suéter gris de capucha y un cigarro en la boca.

Dann lo miró y de inmediato se acercó a quitarle el cigarro de la boca para fumarlo.

—¿Dónde estabas? Estuvimos muy preocupados —informó la chica, cerrando la puerta principal.

—Yo no —interrumpió Luca rápidamente, captando la atención de ambos—. No me importa lo que le suceda a este tipo. Si vienes a hablar hazlo con ella, luego vete —finalizó para regresar a la única recámara que había y cerrar la puerta.

Se quedaron en silencio durante unos minutos en los cuales Dann se dirigió a la pequeña cocina, abrió la bolsa de papitas que había sobre la barra y se las devoró en tiempo récord.

Observó a Mimi sentada en un rincón y limpiando por debajo de sus alas.

—¿Cómo estás? —volvió a interrogar April, pero esta vez ella quería saber verdaderamente como estaba.

—Hambriento —respondió con indiferencia, buscando algo más para comer, pero no encontró nada más que una lata de comida de perro caducada, la cual sin asco comenzó a comerse.

—No, ¿Cómo estás? —repitió.

El muchacho se detuvo al entender que ella quería ser de ayuda y entender cómo había estado desde que Rachell desapareció.

De repente Dann se sintió débil. Creía que era tonto por sentirse al borde del llanto cuando April le había preguntado sobre Rachell. ¿Desde cuándo mencionar a Rachell lo volvía tan débil?

April se acercó más a él, se sentó en la silla y lo único que los dividía era la barra.

—¿Por qué no puedes ser claro una sola vez? Estás sufriendo, pero temes que se burlen de tí porque siempre demostraste ser una persona fuerte. Pero no es así, nadie es tan fuerte como cree que lo es.

April era tan consoladora que sus lindos ojos azules provocaron un sentimiento de desahogo en Dann.

Sus lágrimas comenzaban a escurrir así que se giró y fingió lavar sus manos.

—No la encuentro. Le obsequié un brazalete con el que puedo saber donde está. Pero no funciona —contestó en voz profunda y totalmente sincero.

April hizo un puchero con tristeza.

—Estuve pensando en ella. ¿Crees que ese demonio le haya hecho algo? Tal vez la llevó al infierno, la exilió o...  —supuso casi en secreto, como si fuera un pecado mencionarlo. Aunque más bien lo hacía porque temía que aquello pudiese haber pasado, ella jamás se lo podría imaginar.

Luna de Noviembre [Oscuros #1] [FINALIZADA]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt