Capítulo 2| Sufrir en cada amanecer.

3.1K 307 135
                                    

—¿Cuánto recorrido te falta?

—Quince kilómetros, a lo mucho.

—Bueno. Cuídate, que te esperan unos ricos macarrones con tomate.

—Nos vemos, hermano —colgué.

En ese momento me encontraba sentada en el último asiento del último vagón del tren, acompañada de mi soledad y las imágenes malditas en mi cabeza que me recordaban que minutos antes había presenciado como mi padre era asesinado por una enorme bestia.

Recapitulemos.

Nací una noche lluviosa, dónde un extraño fenómeno meteorológico pintó de rosa a la luna y a su vez un huracán azotó la ciudad; esa misma noche un rayo cayó en unos árboles del patio del hospital causando que pronto el incendio consumiera gran parte de las habitaciones y unos cuantos enfermos murieran. Mi madre no sabía que estaba embarazada, de hecho ni siquiera se le notaba la panza o algún malestar; y a mí padre, el cual contó haber sido seguido y amenazado de muerte por un hombre rico y elegante decidió abandonarnos sin dejar rastro.

Cuando crecí y comencé a ser consciente de mí empezó a aparecer algo a lo que yo nombraba un hombre de humo que me acompañaba a todos lados, era mi amigo imaginario y en ocasiones recuerdo su forma tan linda de cuidar de mí; cuando me arrullaba hasta dormir o me lanzaba canicas por debajo de la cama como regalos cuando me portaba bien.

Era una figura paterna y maternal al mismo tiempo, una noche entre mis pesadillas me dijo su nombre, se llamaba Corydon Tenebris y prometió que me cuidaría así como se lo prometió a mi madre, sin embargo y luego de tres años él me traicionó y me ensució de una forma tan cruel que jamás pude perdonar y que mejor decidí olvidar.

Y ni hablar de ese agujero negro de voces que me consumían el sueño cada que aparecían de la nada y decían todo pero a la vez nada, de dejá vùs y algunos recuerdos que parecían no ser míos; de sueños dentro de otros sueños y habitaciones teñidas de negro donde una luz tenue iluminaba un trono que me llamaba a sentarme en el. De hecho, siempre tenía la imagen de un hombre alto que vestía de traje negro y me observaba de frente, pero por más que trataba de encontrarlo incluso dentro de mis sueños no supe nunca quien era.

Siempre había alguien mirándome desde lejos; era un hombre alto que se ocultaba entre las sombras o detrás de algún árbol, me seguía a la escuela, lo sentía vigilarme por las noches, detrás de los estantes en la biblioteca, al fondo del vagón o en cualquier lugar donde su rostro no se vieran.

Mamá me decía que solo era un fantasma, pero yo estaba segura que se trataba de una persona real, podía sentir que no era un muerto o algún espectro, podía sentir su mirada y ver su pecho subir y bajar en respiraciones aceleradas, podía sentir su odio y estaba segura que sentía mi miedo.

Mi madre comenzó a salir con un hombre, el cual me trató con amor al inicio y que después parecía querer huir igual de cobarde que mi padre, y la verdad es que en ocasiones él tenía miedo de mí, aquello parecía ser una excusa para que en su mano derecha no faltara su pequeña biblia y en la otra un rosario de madera. Le rezaba a la imagen de cristo en la pared de la sala con lágrimas en los ojos y las manos rogando una y otra vez por quitarme los pecados.

Las oraciones eran otra excusa para que él y mamá comenzaran una discusión, las cuales se tornaban intangibles.
Recuerdo que lloraba y el único que me cubría los odios para no escuchar los gritos de mis padres era Corydon Tenebris, aún cuando yo no quería que me tocara él solo me cuidaba; Corydon se había vuelto la muestra viviente del sarcasmo y la hipocresía, era tan hartante que no encontraba alguna manera para deshacerme de él.

En la edad de los siete años ya tenía miedo de dormir, pues comencé teniendo unos espantosos sueños con gente siendo asesinada por mí, con voces que me susurraban actos violentos, con una extraña voz demoníaca que solo parecía burlarse de mí, y siempre, al día siguiente despertaba con hematomas en los brazos, rasguños y una nueva voz que me hablaba dentro de mi mente.

Mis padres decían que en las noches me levantaba y paseaba por la casa explorando zonas que ya conocía, que incluso salía a la calle y hacía cosas de alguien despierto, pero que cuando me llamaban para pedirme regresar a la cama, yo solamente los observaba amenazante y espeluznante, haciendo cosas increíbles que nunca supe qué fueron.

Luna de Noviembre [Oscuros #1] [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora