Se me había cortado la respiración, aún seguía con la vista puesta sobre Delevingne.

─¿Cuánto tiempo creen que se tarde eso? ─habló nuevamente el claramente falso agente.

─No más de diez minutos, oficial. ─contestó Meredith.

─De acuerdo, estaremos esperando en la habitación. ─notificó.

Cara aún me observaba boca abierta pero aún así no se dignaba a decir siquiera una palabra. 

El grupo de gente y la rubia abandonaron el elevador y sin decir más comenzaron a caminar en nuestra dirección opuesta.

─Debemos darnos prisa, será cuestión de segundos para que descubran que la sala de tomografías está en este mismo piso. ─mencionó Cristina.

Rápidamente procedimos a ingresar al elevador y a presionar el botón que nos dejaba en la planta número uno.

Recuperé el arma y seguí actuando como si fuese la secuestradora de alguna película de la gran pantalla. 

─Olvidé el móvil de Olivia en la habitación. ─solté de golpe recordando que lo había deslizado por el suelo.

─Es mejor que no tengas teléfonos, así no podrán rastrear tu trasero. ─contestó Yang.

Tiene razón, pero ahí está el número de Zyad, ahora no podré llamarlo. 

Un suave sonido de campana nos notificaba que habíamos llegado al primer piso, era hora de sacar a Liv de este lugar.

─Bien, debemos ir por allí, por esa zona no hay cámaras de seguridad en el parqueadero. ─ordenó Meredith.

Comenzaron a empujar rápidamente la camilla en la dirección que ordenó la rubia y finalmente salimos al parking del hospital, había sido realmente fácil de no ser porque sus pequeños aparatitos de doctoras comenzaron a sonar.

─Código plata. ─habló Cristina. 

─Y yo tengo un código amarillo. ─añadió Grey.

─¿Qué significa cada cosa? ─demandé saber confundida.

─Código plata es cuando hay alguien armado amenazando a personas dentro del hospital. ─mencionó Yang─. Ya nos han visto por las cámaras, la policía debe estar en camino. ─añadió.

─¿Y el código amarillo? ─pregunté.

─Es cuando desaparece un paciente importante que estaba dentro de las instalaciones del hospital. ─soltó Meredith de golpe.

─Carajo. ─dije llevándome una mano a la cabeza─. Creo que esto se me ha ido un poco lejos. ─mencioné con frustración.

¿Qué debo hacer ahora?

─Lo siento pero debemos irnos. ─respondió Cristina─. Aquí están las llaves de mi camioneta, es lo último que podré hacer por la doctora Olivia, llévala a un buen hospital privado, toma mis papeles de la guantera y has que carguen todo lo que ella necesite a mi tarjeta de crédito. ─dijo mientras se metía las manos al bolsillo y luego procedía a arrojarme las llaves del auto.

Logré tomarlas en el aire.

─Cristina, ¿Qué estás haciendo? ─susurró Meredith.

─La doctora Olivia fue la única que aceptó ser mi mentora cuando llegué en el programa de residentes a trabajar en este hospital, ella vio algo en mi que los demás no. ─tomó aire─. Gracias a ella soy Cristina Yang y creo que es momento de regresarle un poco de todo lo bueno que ella me ha dado. ─añadió.

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