El clima estaba brutal, no podía evitar temblar del frío.
Mientras caminaba rumbo a mi celda uno de los oficiales apareció y me notificó que se llevaría a cabo una actividad en el patio, que debía ir a mi celda para colocarme el uniforme y luego salir al área de recreación.
Obedecí la orden y me dirigí a paso rápido rumbo a mi habitación.
Una vez allí me percaté de que Victoria y la desconocida ya no estaban, ni siquiera los restos de cristal que se habían quebrado en el suelo.
Busqué entre mis cosas y me puse el uniforme junto con las botas militares que usaba de costumbre.
Las palmas de mis manos estaban rosadas debido a la baja temperatura.
Decidí recogerme el cabello con una pequeña coleta para evitar que algunas hebras se cruzaran por mi rostro.
Salí nuevamente a los pasillos y me dirigí al área que me habían ordenado pero antes de salir una de las oficiales me dirigió la palabra.
─Hey, espera un poco. ─me detuvo─. Debes usar esto si no quieres congelarte allí afuera. ─comentó mientras me extendía una chaqueta gruesa y un gorro para el frío.
─Gracias. ─recibí las prendas sin problemas.
En cuanto me puse el abrigo un asqueroso olor pateó mis fosas nasales.
Era un extraño aroma a sudor y axilas mojadas.
─¡Carajo! ─exclamé─. ¿Acaso no lavan estas cosas? ─fruncí el ceño.
La oficial soltó una breve carcajada.
─O usas la chaqueta apestosa o te congelas el culo. ─contestó─. ¿Cuál escoges? ─rió nuevamente.
Coloqué los ojos en blanco.
─Bien, vamos, sal al patio. ─me ordenó mientras señalaba con la cabeza hacia el final del pasillo.
Asentí.
Sin decir una palabra me dirigí hasta donde terminaba el corredor y una vez allí procedí a abrir la enorme puerta frente a mi.
En cuanto giré la perilla el viento helado envolvió mi cuerpo.
─Mierda. ─musité en cuanto me percaté de que el lugar estaba cubierto de nieve casi por completo.
─¡Medusa! ─exclamó mi apodo una de ellas.
Era Gloria, mi amiga la hispana.
─Dímelo, chula. ─respondí en español.
Caminé en dirección a ella mientras miraba a todos lados para asegurarme de que Victoria no estuviese presente.
─¿Qué tal estuvo aislamiento? ─preguntó con una sonrisa.
La mujer se acercó a mí y me dió un vigoroso abrazo.
─Un poco húmedo. ─mencioné luego de recordar el momento en que tuve la mano de Vicky dentro de mis pantalones─. Pero ya estoy de vuelta. ─sonreí.
─Vi que te enviaron a una de esas celdas privadas. ─hizo una pausa─. Fui asignada para llevarte la comida mientras que María se recupera. ─agregó.
─¿Cómo está ella? ─fruncí el ceño con preocupación─. Rodríguez me contó todo lo que pasó aquel día. ─añadí.
─Está en su celda, le dieron reposo, los guardias dijeron que podía descansar por unos días. ─me explicó.
─Me gustaría agradecerle todo lo que hizo por mí. ─respondí con honestidad.
─Bueno, tengo que ser sincera contigo. ─suspiró─. Creo que debes agradecerle a Victoria, ella fue quien convenció a las chicas de armar todo el drama. ─siguió.
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Dragoste❝Luego de ser sentenciada a cinco años de prisión por colaboración al narcotráfico, Olivia Carrington, una influyente y reconocida dama de los suburbios es enviada a un centro penitenciario de mínima seguridad a las afueras de Nueva York. Tras estar...