Luego de una calurosa plática entre mi madre, Cara y Victoria finalmente había llegado la hora de despedirnos.
─Muchas gracias por venir, espero que la próxima vez me avisen con anticipación. ─mencioné mientras me ponía de pies.
Vicky se levantó y procedió a deslizar su brazo por mi cintura, la miré de reojo y me percaté de que la pelinegra retaba a Cara con la mirada mientras que la rubia sólo la observaba con seriedad y ojos fulminantes.
─Hija, no olvides abrir el paquete, ¿De acuerdo? ─habló mi madre.
Asentí.
─Prometo abrirlo esta noche, mamá. ─respondí con una sonrisa.
Adalia se acercó a mí y en un acto de ternura procedió a dejar un suave beso sobre mi frente.
─¿Hay algún problema si te llamo más tarde? ─dijo Cara mientras se acercaba a mi con los ojos puestos sobre Victoria.
─Puedes llamarme cuando quieras. ─contesté con amabilidad.
─Me alegra saber que aún hay un poco de amor para mi aquí dentro. ─la rubia colocó su dedo índice sobre mi pecho.
Pude sentir el brazo de Vicky apretar mi cintura con un poco de fuerza.
─Bien, creo que es hora de irnos. ─mencionó mi madre.
¡Gracias al cielo esta pesadilla estaba a punto de llegar a su fin!
Cara tomó su bolsa y de ella sacó las llaves de su costosisima camioneta.
─Hasta luego, Olivia. ─la rubia se acercó a mí y con rapidez estampó sus labios contra mi mejilla.
La tensión estaba en el aire.
─Fué un placer conocerte, Victoria. ─añadió con cierta molestia al mencionar el nombre de la pelinegra.
─Igualmente, Sara. ─respondió Vicky con una sonrisa fingida.
─Es Cara. ─la corrigió─. Con C de Carolina Herrera. ─añadió.
─Sí, como sea. ─colocó los ojos en blanco.
Dios, parecen dos niñas de seis años.
La rubia miró al cielo y suspiró con fuerza.
─Adiós. ─me miró con seriedad.
Cara y mi madre caminaron a paso rápido hasta atravesar el umbral de la puerta y desaparecer de mi vista.
─Creo que las ahuyentaste, te tienen miedo, probablemente no vuelvan jamás. ─me dirigí a Vicky.
─Oye, lo sient... ─se intentó disculpar pero interrumpí sus palabras.
─Buen trabajo. ─solté de golpe.
La pelinegra me miró confundida.
─Eres una chica salvaje. ─dije acercando mi rostro al suyo─. Y eso me está enloqueciendo. ─le di un corto beso en los labios.
Sus mejillas se habían ruborizado.
─¿Quieres ir por algo de comer? ─cambió rápidamente de tema.
Asentí.
Había olvidado por completo que había dejado mi desayuno en la celda, sin embargo estaba dispuesta a compartir un poco de tiempo de calidad junto a Victoria.
Llegamos al comedor, estaba repleto de gente.
En cuanto la pelinegra atravesó el umbral el lugar quedó en silencio.
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INOCENTE © » 1M8.
Romance❝Luego de ser sentenciada a cinco años de prisión por colaboración al narcotráfico, Olivia Carrington, una influyente y reconocida dama de los suburbios es enviada a un centro penitenciario de mínima seguridad a las afueras de Nueva York. Tras estar...