10| Blackberries.

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Llegué a mi celda y me percaté que la única allí presente era María, en cuanto notó mi presencia una enorme sonrisa iluminó su rostro.

─¡Hey! ─me saludó─. ¿Qué ocurrió? ─demandó saber.

Inspiré exhausta mientras me acostaba en mi litera.

─No creerás lo que me ocurrió anoche. ─contesté.

─¿Acaso tuviste una visita? ─preguntó.

─Conocí a esa chica de la que me hablaste. ─mencioné─. Es linda. ─agregué.

─Mierda, ¿De qué hablas? ─cuestionó.

─Es sobre Victoria, estuve toda la noche con ella en enfermería. ─respondí mientras miraba a través de la ventana junto a mi cama.

─¿En enfermería? ─frunció el ceño─. ¿Estás bien? No me digas que tu primera cena en prisión te causó indigestión. ─dijo mientras arreglaba algunas cosas en su locker pero no me quitaba la vista de encima.

─Estoy perfectamente. ─aclaré─. Simplemente hubo un altercado con una tal Hannah, ¿Sabes quién es? ─pregunté.

─Por supuesto, es la doctora castaña de ojos saltones que trabaja en enfermería, ella atiende a las reclusas que vienen de máxima seguridad. ─respondió.

─Pues temo decirte que anoche renunció, es por eso que me han obligado a sustituirla, tuvo una pelea con la famosa Victoria y no le quedó más opción que tirar la toalla y marcharse. ─mencioné.

─Carajo, ya es la tercera que se carga este año. ─contestó.

─¿Qué le ocurrió a las anteriores? ─interrogué.

─A la primera le rompió la nariz y la segunda casi muere asfixiada con el elástico de sus propias bragas. ─habló.

Abrí los ojos como platos.

¿Cómo es que la mayoría de las chicas describen a Victoria como un ser malévolo pero frente a mis ojos actuó como una persona amable e indefensa?

─¿Sabes por qué está encerrada? ─pregunté frunciendo el entrecejo.

María hizo una pausa.

─Hay muchas versiones, algunos rumores dicen que estaba vinculada a pandillas, otros que por asesinato e incluso me pareció escuchar que al igual que tú ella también estaba asociada al mundo del narcotráfico. ─respondió.

Suspiré.

─¿Tiene amigas aquí adentro? ─cuestioné.

─No muchas, sólo son ella, su ex novia y otras dos chicas más. ─hizo una pausa─. Usualmente ella y su grupo están todo el día en la huerta.

─¿La huerta? ─pregunté con curiosidad─. ¿Acaso también tienen una mini granja aquí dentro? ─reí.

─Sí, ¿De dónde crees que salen los huevos para el desayuno? ─contestó.

─Estoy segura de que estas mujeres no están en esa huerta plantando moras y bayas. ─añadí con ironía.

─A lo mejor y están follando todo el rato, no lo sé. ─rió─. Ninguna reclusa tiene permitido entrar a la huerta más que ella y sus secuaces. ─agregó.

─¿Los guardias les permiten estar allí todo el día sin problema alguno? ─pregunté.

─Victoria tiene permitido hacer lo que le salga del coño. ─respondió─. Los oficiales saben que es un pez gordo bastante difícil de atrapar.

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