6| Mint.

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─¿Son ideas mías o todas nos están observando? ─susurré en el oído de Vika luego de notar que toda la atención de las reclusas estaba puesta sobre nosotras o más específicamente en mi.

─Tranquila, es porque eres famosa, la mayoría te tratará como si fueras Jesús y pudieses convertir el agua en vodka. ─dijo Kasey intentando calmarme un poco.

Suspiré e intenté relajarme, tener enemigas en prisión es lo último en mi lista de deseos.

Luego de caminar unos cuantos pasillos finalmente llegamos al comedor.
El lugar estaba medianamente lleno y se veía agradable.

Habían varias mesas vacías y la mayoría de las que estaban ocupadas pertenecían a las chicas del ghetto.

Había un televisor de plasma a un lado del salón y también había una bocina enorme, el aparato reproducía algún tipo de música en español, no sabía exactamente quién interpretaba la canción pero podía asegurar que se trataba un merengue dominicano.

Algunas chicas bailaban, cantaban, reían, conversaban y otras simplemente se disponían a comer.

Pude percibir que todas estaban tan acostumbradas a este lugar que de una u otra forma la prisión se había convertido en un hogar para ellas.

─¡Olivia! ─exclamó una mujer en cuanto notó mi presencia en el lugar. La observé por unos segundos y luego de detallarla con detenimiento me di cuenta que no era una desconocida, era María, mi compañera de celda.

Al parecer ella trabajaba en la cocina ya que tenía una red en el cabello, un delantal, tapabocas y guantes.

─Es Medusa, no puede ser. ─comencé a escuchar los susurros rompiendo las masas de aire.

─¡Ven aquí! ─me invitó gesticulando con la mano.

Ignorado las miradas y los comentarios me dirigí hacia la cocina a paso confiado mientras que mis tres nuevas 'amigas' seguían mi andar.

─¿Por qué tardaste tanto? ─demandó saber la pelinegra─. Quiero que conozcas a mis hermanas del harlem hispano. ─añadió.

No respondí ni una sola palabra, sólo esperé que cada chica comenzara a mencionar sus nombres.

─Yo soy Gloria Gazmey y estoy a sus servicios doctora Carrington. ─habló la primera con una enorme sonrisa de oreja a oreja, claramente era puertorriqueña, su acento la delataba─. Mis amigas me dicen Goya pero puedes llamarme como gustes.

Era una mujer de unos treinta y tantos, era de estatura baja y tenía un cuerpo muy bien dotado.

─Encantada de conocerte, Gloria. ─sonreí amable.

─Yo soy Euforia Pérez. ─pero qué nombre más raro. Me gusta.

─Lilith Ramos. ─Lilith, como la reina del infierno.

─Luisa Díaz. ─mencionó una al fondo.

Y así sucesivamente alrededor de trece chicas me hicieron saber sus respectivos nombres.

Pese a que estaba un poco melancólica por estar en este agujero tenía que admitir que no se sentía tan mal como lo imaginé.

─Realmente estoy muy agradecida por la forma en la que me han recibido, pensé que todas me odiarían o algo por el estilo. ─confesé.

─¿Cómo crees que te odiarían? Tú cocaína es exquisita así que yo por mi parte debo admitir que siento que te amo. ─dijo una mujer que se encontraba fregando los platos.

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