40| Sangrienta.

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No me temblaba el pulso, estaba decidida a cortarle el cuello en un instante, sólo tendría que hacer un poco de presión con mi mano sobre su tráquea y en un par de minutos el alma de Roxanne ya estaría llegando a las puertas de San Pedro. 

La mujer hacía de todo para poder liberar su boca de mi agarre.

─¡Enciendan la luz! ─le ordené a las chicas. 

Rápidamente pude sentir unos pasos detrás de mi y la habitación se iluminó de inmediato. 

─¡Traigan la cubeta! ─les pedí.

La cubeta era para depositar la sangre que en un instante comenzaría a brotar de la yugular de Roxanne. 

─¡Si gritas te irá peor! ─le advertí mientras que sin miedo a las consecuencias le soltaba la boca y procedía a tomarla con fuerza del cabello sin separar la navaja de su cuello.

─¿Qué mierda están haciendo? ─fué lo primero que pronunció. 

─Eres una jodida piedra en mi puto camino. ─me detuve─. No me quedaré esperando a que me hagas tropezar. ─añadí. 

 ─¡Suéltame! ─ordenó. 

─¿Últimas palabras? ─dije mientras suspiraba con fuerza decidida a terminar con esto de una vez por todas. 

─¡Eres millonaria pero sabes perfectamente las reglas de la calle! ─se detuvo─. ¡Nunca atacar a alguien que no esté armado o no pueda defenderse! ─añadió. 

─¿Qué? ─fruncí el ceño.

─¡Vamos, que sea una lucha justa! ─me retó─. ¡Una pelea limpia! ─ofreció. 

Me quedé en silencio por un instante, sabía que de igual manera yo ganaría. 

─De acuerdo. ─accedí sin analizar la situación.

Fué mi error, no pensé en las consecuencias con cabeza fría. 

─Jane, asegura la entrada. ─le ordené. 

La castaña corrió de inmediato, cerró la puerta y se posó frente a ella mientras sostenía un trozo de vidrio entre sus manos. 

─Vamos, muéstrame lo que tienes. ─dije mientras soltaba a Roxanne de mi agarre y la empujaba con brusquedad al suelo. 

 Tomé la navaja y la aseguré, luego procedí a ponerla entre mi espalda y el pantalón del uniforme. 

Observé a Victoria por un instante, su mirada era fría y calculadora, simplemente excitante. 

─Voy a follarte cuando termine con esta perra. ─le dije mientras me lamía el labio inferior. 

Roxanne me miraba con ira desde el suelo.

─¡Levántate! ─le grité mientras me quitaba la camisa. 

Acabaría con ella como toda una vikinga salvaje, en sostén. 

Pude verla ponerse de pies con vigor, lo primero que hizo fue cerrar sus manos, me lanzó un puño el cual esquivé sin problemas. 

Me hice un poco hacia atrás, tomé impulso y levanté la pierna para luego estampar la suela de mi zapato lo más fuerte posible contra su rostro. 

La mujer retrocedió con la cabeza inclinada hacia atrás y rápidamente un río de sangre comenzó a escurrir por su rostro.

─¡Carajo! ─exclamó molesta mientras se presionaba la nariz que terminaba de romperle. 

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