Capítulo 17; Ni yo Maléfica ni tu bello durmiente

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Electra P.O.V.

–Dawson está en un pelea.

Al instante supe que tenía una gran ventaja, había sido entrenado desde los diez años, por lo que no había manera de que fuera una pelea justa y él lo sabía.

Pero eso no era lo importante, lo que me preocupaba era que dejara de tener ese bajo perfil que hasta donde yo sabía había mantenido en ese pueblo.

Dos segundos, eso fue lo que me tardé en procesar lo que estaba ocurriendo.

–Mierda –susurré antes de salir corriendo hacia el único lugar de la escuela en donde sería lógico iniciar una pelea, el patio a un lado de la cafetería.

Perseo P.O.V.

Mi puño se estampó con la quijada del castaño causando una herida en la parte derecha de su rostro. Un poco de sangre salió de esta, la suficiente para que una gota cayera al suelo alertando a Sean que la herida no era superficial.

Dio un paso hacia atrás llevándose la mano izquierda al lugar de donde provenía la sangre y por un solo segundo logré ver la furia en sus ojos antes de que sus puños se estamparan contra mi estómago, sacando cada molécula de oxígeno dentro de mí.

Tenía la vista borrosa por los impactos en el rostro y no podía respirar.

Lo único que me mantuvo consciente fue que unos segundos después la voz de la linda bomba atómica se escuchó.

Electra P.O.V.

No me había equivocado, Dawson arrebataba contra Di Maggio fuertemente, lo tenía acorralado en contra de la pared y soltaba toda su furia.

Era como un animal desquiciado que acababa de ser liberado.

Solo que con golpes limpios, certeros, y lanzamientos de profesional, con técnicas para las que se tiene que practicar hasta que te duela cada célula del cuerpo, no los de un adolescente que pasa sus tardes en el gimnasio con sus amigos.

No supe que demonios fue lo que había pasado, pero los tenía que separar.

Varios alumnos que se habían acercado ya estaban poniendo caras extrañas al darse cuenta de que no eran golpes normales, a pesar de que no sabían de qué eran, sabían que eran raros.

Nadie sabe identificar ese tipo de golpes a menos de que hayas entrenado alguno de los tipos de boxeo, y Dawson estaba combinando varios; francés, ingles, laosiano, e incluso birmano.

Si seguía así no solo le iba a dar unos cuantos golpes, lo iba a mandar al hospital.

Entrar a la pelea no era buena idea, ya que levantaría sospechas, y gritarles tampoco serviría, así que hice lo que cualquier humano normal hubiera hecho.

Escaneé la pequeña audiencia y cuando encontré lo que buscaba, me dirigí a la chica y tomé su termo de sus manos. Abrí el bote y lancé su contenido hacia los chicos causando que reaccionaran, separándose un poco pero no del todo.

Ambos lanzaron un leve alarido de ahogo el cual no entendí hasta que la chica del termo se acercó a mí para quitármelo de las manos.

–Gracias por dejarme sin café –rabió con cara de pocos amigos, alejándose de ahí.

Entre que Luke y Mason empezaron a dispersar el área y yo lancé el café, todos entendieron que el espectáculo había acabado, quedando nosotros y el par de la pared.

Pensé que ya había controlado todo, pero Dawson ni siquiera volteó a la dirección del líquido, lo que me hizo saber que no me había visto.

Ni a mí, ni a sus amigos, ni a la audiencia que generó.

Colisión InevitableOn viuen les histories. Descobreix ara