Capítulo 34; Control

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Ver el coche deportivo frente a la casa me hizo dudar de si era buena idea continuar con aquello.

Me hizo dudar de mi capacidad de seguir.

Seguir con la misión.

Seguir con la farsa.

Seguir con la cita.

Pero lo que dijo Dawson hace unos días, dudando de la inteligencia de Di Maggio para hacer un robo de esa magnitud, me dio fuerza para abrir la puerta una vez que sonó el timbre.

El rubio estaba de espaldas, viendo hacia la calle, con las manos escondidas en los bolsillos de sus jeans.

–Hola –saludé causando que se diera media vuelta.

Nos quedamos viendo, sin decir nada, escrutando cada centímetro del otro.

Traía un suéter gris y una gabardina del mismo color, solo que unos cuantos tonos más fuertes. El atuendo resaltaba su cabello, que estaba acomodado hacia atrás dejando descubierta su cara por completo.

–Hola –dijo sonriendo con la mirada iluminada.

Dejando esos hoyuelos descubiertos por completo.

–Hola –repetí nerviosa.

–Hola.

–Dicen hola una vez más y juro que los golpeo –se escuchó la voz de Dawson desde la sala.

Reí cerrando la puerta de la entrada y caminando a su lado. Abrió la puerta para mí y arrancó el auto, el motor llenando el silencio.

–¿Y? ¿A dónde vamos? –pregunté ya  en el asiento del copiloto.

–Tendrás que esperar para saber eso.

–Dime, anda –insistí.

–Eres bastante desesperada ¿te lo han dicho?

–No me gustan las sorpresas, Di Maggio –contesté –. Me gusta tener el control.

–Y a mí ser dominado, así que no hay ninguna excusa para que lo nuestro no funcione.

–¿Te he dicho que eres idiota? –pregunté riendo.

–Pocas veces –dijo después de quedarse pensando –pero a ser sincero no te veía como una loca por el control.

Entonces no tiene idea de lo que le espera, pensé.

–¿Sabes? –continuo mientras detuvo el auto gracias un semáforo, volteándome a ver –. Hay veces que el control está sobrevalorado, guapa.

Condujo por unos cinco minutos antes de llegar a un estacionamiento con un solo local en el medio. Al estacionarse y estar más de cerca de la edificación de un pis, pude notar lo que decía el letrero sobre las puertas de cristal.

Laser Tag.

¿Me trajiste a jugar con láseres? –sonreí instantáneamente.

–Creí que ya te habías dado cuenta de que no me gusta lo convencional –respondió dando la vuelta al coche para abrir mi puerta.

–¿Acaso eso significa que no soy convencional?

–¿Y quién ha dicho que me gustas? –entrecerró las cejas.

–Si mal no recuerdo, tú mismo –contesté –hasta me llamaste una plaga que invadía tu pobre cerebro.

Negó la cabeza divertido, colocando un brazo por encima de mis hombros y caminando hacia el lugar.

Colisión InevitableWhere stories live. Discover now