Capítulo 13; Una rocola y cuatro patines

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Después de haber salido a correr, encontré a Dawson en la cocina comiendo las sobras de la semana y ojeando varios papeles.

–¿Adivina que, pecas? –cuestionó, haciendo una mueca de emoción –. Logré desbloquear la app del celular.

–¿En serio?

Movió la cabeza en señal de afirmación, buscando en su bolsillo el celular para después palmear la silla a su lado, indicando que me sentara junto a él.

–Genial. ¿Ya viste lo que hay? –tomé el dispositivo en mis manos, desbloqueándolo.

–No, quería estar contigo al hacerlo.

–Oh.

Un silencio incómodo inundó la cocina, haciéndome sentir algo extraño en el ambiente, que decidí ignorar, ya que el contenido de mis manos era de más importancia que cualquier vibra.

Abrí la app, quedándome sin palabras.

De todos los secretos que el alcalde tenía, de todas las cosas que me pude haber imaginado, esa definitivamente no era una de ellas.

Una parte de mí se compadeció por el rubio al saber que no tenía idea de algo tan importante como esto, algo que le afectaba tanto.

El contenido de la aplicación no nos dio nada nuevo sobre los once sospechosos sin embargo nos hizo ver que los Di Maggio no eran tan perfectos como le hacían creer a todos.

Mi turno en el diner estaba por comenzar y nosotros seguíamos sin poder creer lo del alcalde, aunque al darnos cuanta de la hora, salimos corriendo y Dawson manejó tan rápido como pudo hasta llegar al lugar.

–Suerte, pecas –abrió mi puerta –. Te veo a las diez –me gritó mientras él se subía al coche y yo corriera para no llegar más tarde.

Entré por la puerta trasera, esperando que Rosie no me viera para evitar el regaño por retrasarme veinte minutos, y afortunadamente pasé desapercibida.

Me escabullí al área donde guardamos nuestras cosas y pasé al baño para cambiarme al uniforme.

Volví a mi pequeño cajón, abriéndolo rápidamente y justo cuando lo cerré, sentí una respiración a un lado de mi oído.

Mi espalda estaba muy cerca de su pecho y solo unos diez centímetros nos separaban el uno al otro.

–¿Ahora eres acosador?

No obtuve respuesta.

–¿Te quedaste mudo?

–No –susurró el rubio, poniéndome los nervios de punta.

Traté de escapar, pero al ver mis intenciones se inclinó un poco más a mí, haciendo que su respiración acelerada se acercara más, y bloqueó la única salida al recargar su mano en los cajones.

Su brazo rodeaba mi lado izquierdo y al lado contrario se encontraba la pared que separaba esa área de la cocina, por lo que me tenía acorralada.

–Normalmente, el irresponsable soy yo, Hoffman – rompió el silencio murmurando en una voz algo ronca.

Por alguna razón escuchar su voz me puso nerviosa, causando que la única reacción lógica que se me ocurriera fuera darle un codazo en las costillas, haciendo que soltara un grito de niña y yo lograra salir de ahí.

–Tenemos que trabajar –reí discretamente al ver esa escena.

–Eres fuerte, guapa –comentó recuperando la postura mientras me sentaba en la banca del centro para colocarme los patines.

Colisión InevitableWhere stories live. Discover now