Capítulo 24; Ser vulnerable

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Me perdí en mis propios pensamientos, como algo insignificante en medio de un torbellino.

La confesión de Dawson.

Miedo, tensión, confusión.

Los extraños sentimientos hacia Di Maggio.

Mi deber, mi responsabilidad, mi meta.

Todas las mentiras.

Remordimiento, perdón, culpa.

Ese día.

Culpa, culpa, culpa.

Me perdí en mis propios demonios. Un torbellino que estaba arrasando con mi cordura.

Una vez escuché que si estás atravesando el infierno tenías que seguir avanzando, pero como podía avanzar si cada cosa que hacía me recordaba mis errores.

Como podía avanzar si todo me hacía sentir culpable.

Justo como Quinn se desapareció entre las calles en su coche, yo lo hice corriendo.

No supe ni el tiempo ni la dirección, yo solo seguí. Y de alguna extraña manera terminé en el pequeño lago al que me trajo hoyuelos.

Me senté sobre el paso a la orilla de este, con las rodillas flexionadas frente a mí. Recargué mis codos sobre ellas, cruzando mis brazos para colocar mis manos sobre ellos, como si me estuviera dando un abrazo a mi misma.

Fijé mi mirada en el horizonte.

No había nada de los tonos cálidos y rosados que lo decoraban la primera vez que vine, solo completa obscuridad, ni siquiera podía distinguir el color de las hojas.

No había ninguna luz alrededor, solo la de la luna que brillaba en lo alto del cielo, y su reflejo en el agua, el cual se distorsionaba levemente por la ligera corriente.

Miles de lágrimas se deslizaban por mis mejillas, eran tantas que incluso llegué a pensar que me deshidrataría ahí mismo.

Estaba explotando.

De alguna manera la confesión de Dawson no fue la que derramo el vaso, fue la que lo explotó.

Me sentía como una muñeca de tela, sin fuerza, totalmente débil, pero sobre todo vacía.

Vacía.

Por más que intentaba sentir algo no podía.

Quería sentirme enojada conmigo misma. Quería gritar de frustración, pero no salía ningún sonido de mi boca. Quería desahogarme, pero simplemente no podía, era como si algo más fuerte que yo me lo impidiera, como si estuviera programada a no poder hacerlo.

Era como si fuera una hoja del árbol en el que me estaba recargando, a punto de desprenderse de la rama y caer al vacío, sin esperanza e incapaz de cambiar su situación.

Me quedé ahí por lo que pareció una eternidad, sin hacer nada más que mirar a la nada y girar en mis manos una pequeña piedra que había encontrado, tratando de distraerme sin éxito.

De pronto el sonido de un motor se escuchó a lo lejos y unos segundos después las luces de un coche se encontraron a los lados del reflejo de la luna.

–Quiero estar sola, Dawson –hablé sin voltear a verlo.

Ya se había tardado en encontrarme, aunque no quería ser encontrada.

Para tu suerte no soy Sean, guapa.

Al escucharlo me puse completamente rígida, en ese momento no tenía la suficiente estabilidad mental para lidiar con él. Y no podía deja que me viera en ese estado.

Colisión InevitableTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon