27: Pesadillas

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La lluvia golpeaba su ventana con tanta fuerza que camuflaba los ronquidos de Manolo. Eran las 3 de la madrugada del 12 de mayo. La segunda semana del mes había entrado con fuerza, con terribles lluvias y algún que otro rayo. No es que Inna le tuviera miedo a las tormentas, sino al ruido en sí. El sonido de los truenos era similar al de un disparo; y ella no podía evitar sentir angustia al respecto.

Llevaba casi una hora intentando dormir, pero no era capaz. La tormenta no parecía aminorar, y ella estaba comenzando a cansarse de mirar al techo y contar hasta olvidar los números.

Si tuviera algún libro para distraerse... pero la habitación estaba vacía.

Inna miró a su alrededor, observando los pacíficos rostros de sus compañeros. Parecía que no habían roto un plato en toda su vida.

Habían llegado a San Fierro hacía solo un par de días; y se habían instalado en un pequeño apartamento muy barato en el centro de la ciudad. San Fierro era una de las ciudades más pequeñas pero más pobladas de la zona, era el lugar perfecto para esconderse. El lado malo era que en el apartamento había solo tres habitaciones; e Inna ya no tenía el privilegio de tener un cuarto para ella sola. En aquel momento compartía habitación con Samira, Tonet y Manolo. En el segundo cuarto estaban Yun, Nadando y Emilio y en el tercero Freddy, Horacio, Gustabo y Juanjo. 

Se pasó las manos por el rostro y se levantó como pudo del colchón. Esquivando lo mejor que pudo las cabezas de los demás, consiguió salir de la habitación y se dirigió hacia la cocina. El apartamento era tan pequeño que incluso en la otra punta de la casa Inna podía escuchar los ronquidos de Manolo.

Abrió un armarito y de él sacó un vaso de cristal. Se acercó al fregadero y se sirvió un poco de agua. En realidad no tenía sed, pero tampoco había nada más que hacer. Lo único que tenían en la comida era carne, cerveza y patatas; y no le apetecía hacerse un filete a esas horas.

Cerró los ojos mientras bebía agua, intentando calmarse. Los truenos sonaban cada vez más y más fuerte, parecía que iba a caer uno sobre la casa en cualquier momento. Inna se asomó por la pequeña ventana del salón, con el vaso aún en la mano. Las calles estaban a oscuras, las únicas luces que había eran de algunas farolas y de los rayos cayendo por la ciudad. Inna suspiró, así no iba a conseguir dormir.

De repente, un rayo cayó sobre uno de los árboles de la calle de en frente, en el momento en el que el fortísimo sonido del trueno sacudió todo el apartamento. Inna dio tal salto del susto que dejó caer el vaso al suelo. Éste se rompió en pedazos.

—¡Joder!—gritó ella en susurros. Si el trueno no había despertado a alguno de sus compañeros, lo habría hecho el golpe. Corrió hacia la cocina y cogió una escoba y un recogedor.

Cuando estaba recogiendo los cristales, una suave voz le dio otro susto:

—¿Estás bien, Siniy?

Inna se giró con velocidad, encontrándose a un Yun medio dormido. Tenía el pelo revuelto, y un chándal desgastado por pijama. La camiseta le quedaba algo corta, dando a entrever parte de su abdomen. Ella asintió, mientras carraspeaba para ganar un poco más de fuerza en la voz.

—Sí, lo siento. Me he asustado con el trueno. Lo recojo en seguida.

—Tranquila, ya lo hago yo.—Se adelantó el pelirrojo. Con rapidez le quitó la escoba de las manos y se puso a barrer. Inna se sentó en el reposabrazos del sofá, mirando atentamente la escena. Yun estaba con los ojos entrecerrados, no se había despertado del todo. A pesar de estar descalzo y medio dormido, esquivaba los cristales con una profesionalidad envidiable. Inna se tomó su tiempo para observarle, si no supiera que estaba casi loco le habría parecido adorable.

Opia (Jack Conway) ✔Where stories live. Discover now