26: Mundos paralelos

1.6K 147 15
                                    

La música estaba a tope, se escuchaba desde la planta de abajo. A pesar de eso, sabía que estaban hablando de ella, que estaba llamando la atención; pero no podía hacer nada al respecto. Inna no tenía ganas de fiesta, porque para ella no había sido una victoria, sino todo lo contrario.

The Union celebraba la fuga de prisión de dos de sus miembros: Samira y Manolo. Todos estaban bebiendo, cantando y gritando; incluso habían tenido una enorme cena grupal —la cual en realidad se basó en un filete seco cocinado por Yun y un poco de puré de patatas—. Todos celebraban, menos Inna.

En cuanto llegaron a la casa y atendieron a Horacio y a Freddy, Inna subió a su habitación y se saltó la cena. No tenía nada de apetito, se sentía demasiado mal consigo misma.

—Inna—La voz de Samira sonó por detrás de la puerta—, ¿Puedo pasar?

—Sí.—murmuró ella lo suficientemente alto como para que su amiga la escuchara. Sam entró un segundo después y se sentó en la cama con cuidado.

—¿No bajas un rato? Los demás quieren verte.

—Paso—dijo Inna abrazando la almohada. Sintió la mano de Samira acariciar su espalda, y por un instante pensó en Conway. Eso le hizo sentirse más miserable—. No estoy de humor, la verdad.

Sam suspiró, sabía que iba a ser imposible convencerla—: Quería darte las gracias, por arriesgar tu vida para sacarme de allí.

—No lo hice por voluntad propia.—respondió ella. Sonaba duro, sí, pero era la verdad. Inna no quería hacerlo.

—¿No?—La voz de Samira sonó dolida. Inna se incorporó con lentitud, mirándola a los ojos.

—El 20 de abril entraron en el hospital buscándome. Me secuestraron y torturaron hasta que accedí colaborar con ellos. Yo no quiero estar aquí, Samira. ¿En serio lo pensabas? Esta vida no es para mí.

—Joder—susurró ella. De repente, atrajo a Inna a sus brazos—, Lo siento muchísimo, esto es todo culpa mía. No debería haberme metido en esto.

A Inna le costó un poco acostumbrarse al abrazo —llevaba ya mucho tiempo sin un gesto de cariño así—, pero cuando notó que Sam estaba llorando le apretó con toda la fuerza que pudo.

—No es culpa tuya, Sam. La mafia ya estaba ahí de antes, todo esto habría pasado tarde o temprano. De todos modos, ya no podemos cambiar nada.—le dijo Inna. No quería pensar en cómo habrían sido las cosas si hubieran tomado otras decisiones; eso era una tortura para ella. Lo que pasó, pasó, y ya no podían remediarlo. Y a pesar de todo, le dolía en el alma ver a Sam así.

—¿Por qué no vinisteis nunca a verme?—preguntó ella después de unos segundos. Su voz sonaba como una niña aterrorizada, y a Inna se le rompió el corazón.

—Lo siento muchísimo. Queríamos, pero pasaron demasiadas cosas en la malla y no teníamos tiempo apenas.—se excusó la doctora. En realidad podría haber buscado algo de tiempo para ver a Samira, pero la verdad era que nunca tenía la fuerza suficiente. Le habían pasado tantas cosas malas en tan poco tiempo... que no quería añadir un peso más a la lista.

—Tendrás que ponerme al día.—murmuró la latina, intentando hacer una broma.

—Vas a flipar—le dijo Inna siguiéndole el rollo. Tras reír levemente, se separaron. Inna le puso las manos en el rostro y le secó las lágrimas—. Ahora estamos juntas en esto, Sam. Haré todo lo posible para que estés a salvo.

—Yo también, Inna. Te lo aseguro.

—¡Siniy, Ángel!—La estridente voz de Yun sonó desde el hueco de la escalera—. ¡Bajad, vamos a cantar karaoke!

Opia (Jack Conway) ✔Where stories live. Discover now