34: Atormentada

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—Hola.

Se deslizó hacia la derecha, dejando al Superintendente pasar. Él caminó por el pasillo del apartamento hacia la cocina, en donde Inna había colocado dos platos de pasta.

—Huele bien.—dijo Conway en forma de saludo. Ella murmuró un tímido "gracias" y se sentó con él a la mesa. La televisión del salón estaba encendida, las noticias eran lo único que se escuchaba en aquel silencio incómodo.

—¿Qué tal el día?—le preguntó Inna mientras jugaba con los espirales.

—Bueno—Conway resopló—, Me he tirado toda la mañana intentando contactar con Gustabo, pero nada. Eso me recuerda a que quería preguntarte una cosa: ¿sabes si sigue teniendo el móvil?

—Creo que sí, pero no estoy segura. No hablaba mucho con él, la verdad.

Jack asintió, con gesto pensativo. Debía hablar con Gustabo lo antes posible, quería reunirse con él y preguntarle el por qué de su comportamiento. Levantó la mirada y vio a Inna mirando su plato con ojos tristes. No pudo evitar sentirse algo insensible; ella estaba mal, habían discutido y seguramente quería hablar de ello.

El problema era que Conway no quería tener la conversación.

Y es que sus sentimientos hacia Inna eran cada vez más confusos. Había intentado opacarlos, pero era imposible. Podía ver cómo ella intentaba acercarse y hacer contacto entre los dos, pero eso a Conway le provocaba algo similar a la ansiedad. Ni siquiera sabía qué era exactamente.

—¿Estás bien?—Volvió a preguntar ella—, ¿Ha pasado algo más?

—No, no ha pasado nada. Pero me preocupa mucho esta situación, la verdad.

—Lo sé.

—El otro día fui un hijo de puta.—sentenció Conway después de unos segundos. Inna soltó algo de aire por la nariz, en forma de risa.

—Lo sé—repitió ella—, Pero estabas bajo mucha presión, lo entiendo. Aunque no me gustó nada que me hablaras así. Yo no te hice nada.

Él se quedó en silencio. Tenía razón. Admitirlo era lo máximo que podía hacer, pues su orgullo no le permitía disculparse.

—¿Y bien? ¿No vas a disculparte?—dijo Inna, y él levantó una ceja en respuesta. La pelinegra sonrió, se veía mucho más tranquila que antes—, Es broma, Conway. No hace falta que te disculpes; no voy a montar un numerito por algo tan insignificante. He aprendido a darle importancia a las cosas que realmente lo merecen, y enfadarme contigo no entra en esa lista.

Conway se lo agradeció mentalmente. A pesar de que quería tragarse su orgullo y pedirle perdón, le tranquilizaba el hecho de que Inna no esperara una disculpa inmediata.

—Gracias—murmuró—, Ya sabes que me cuestan mucho estas cosas.

—Está bien. Yo con estar a tu lado estoy contenta.

Las palabras salieron con velocidad, ella no pensó antes de hablar. En cuanto se dio cuenta de lo que había dicho, Inna abrió los ojos de la sorpresa y comenzó a toser. Bebió un poco de agua para disimular. Miró de reojo a Conway, pero él estaba absorto en su comida. Esperaba no haber sido escuchada.

Pero el Superintendente había escuchado su comentario, y estaba tan avergonzado como ella. No sabía qué responder. Él, en realidad, pensaba lo mismo. Se sentía a gusto estando con Inna, ir a su casa era como un ratito de descanso después del estresante trabajo en comisaría. A ellos no les hacía falta estar hablando todo el rato, por lo que a Conway le tranquilizaba mucho tener su compañía.

Opia (Jack Conway) ✔Where stories live. Discover now