13: Quería pedirte salir

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Había pasado una semana del "incidente" del hospital, e Inna, que se había cansado de tanto reposo, se acababa de incorporar al trabajo. Afortunadamente, ninguno de sus compañeros sabía porqué había tenido que quedarse un par de días más de lo acordado; los únicos que lo sabían era Volkov y Conway. Los cuales Inna confiaba en que no dirían nada a nadie, ni siquiera a Leónidas.

Se había pasado el día respondiendo a preguntas como "¿estás bien?", "¿cuántos puntos te dieron?" o "¿cómo conseguiste ver al motorista?". Ella estaba tan cansada de responder que le agradeció a todos los dioses que se sabía cuando el Superintendente la llamó para reunirse con él en su despacho. Algo que, generalmente, no era bueno.

—Dime.—dijo ella en cuanto se sentó.

—¿Recuerdas cuándo fue la última vez que te traje aquí?—preguntó Conway.

—Eh... sí, creo que sí. Estábamos también con Gustabo y... digo, Dan y Fred, y me contasteis que se estaban infiltrando en la mafia.

—Exacto. Quería decirte que ya no lo están haciendo. Viendo lo que sucedió la semana pasada, considero que es algo demasiado peligroso para ellos. Sinceramente, creo que son bastante estúpidos y que hablarán más de la cuenta. Les he dicho que lo dejen; estoy pensando otra forma de involucrarnos con ellos sin exponernos tanto.

—¿No cree que eso es algo casi imposible, señor?

Él le respondió con una mirada severa—: No me cuestiones, Orlov.

—Está bien—finalizó ella levantando los brazos—, Y, ¿qué es lo que piensa hacer?

—Eso no te lo puedo decir.

—Ah, genial.—murmuró Inna molesta. Ella era una de las personas —en realidad la que más— que más estaban involucradas con la mafia, ¿y Conway no le quería contar su plan? Ella siempre confió en él, pero en aquel momento... era difícil hacerlo. No tenía sentido.

Aún así, una parte de ella decidió fiarse de Conway. Si hacía eso, debía ser por algo. Aunque Inna decidió estar aún más alerta por si notaba algún comportamiento sospechoso por parte de su jefe o alguno de sus compañeros.

—No tengo nada más que decir, vuelve al trabajo.—dijo Conway tras levantarse. Sin decir nada más, se dirigió a la puerta de su despacho y la abrió, animando a Inna a marcharse.

Ella le hizo caso, sin despedirse. Estaba molesta con él. Sabía que debajo de esa capa dura de borderías y caras de asco había una persona agradable, pero a veces le costaba recordarlo. Tenía ganas de darle un puñetazo. ¿Por qué todo el mundo decidía excluirla de todo?

No tenía ganas de llegar a recepción, aquel día había mucha gente en comisaría y sabía que iba a trabajar sin parar; así que, para ganar un poco de tiempo sola, decidió ir por el camino largo. Pasó de las escaleras principales y fue hacia las celdas. Allí subiría por las escaleras laterales y, pasando por el despacho de los interrogatorios, llegaría a la entrada.

Cuando pasó por delante de la puerta de la sala de interrogatorios, echó una rápida mirada por la pequeña ventana. Allí vio a dos personas que reconoció al instante: Dan y Fred. O mejor dicho, Gustabo y Horacio, pues no llevaban sus máscaras. Pudo ver que Gustabo llevaba en el brazo derecho un cabestrillo.

Una vez llegó a recepción se encontró con Paola, que estaba atendiendo una denuncia. Se saludaron con una pequeña sonrisa. Inna se sentó en su sitio habitual y siguió con el papeleo que le habían mandado. Así estuvieron un par de horas, hasta que el reloj marcó las tres de la tarde.

—¿Querés ir a comer?—le preguntó Paola—. Conozco un restaurante a 5 minutos de aquí que está genial.

—¡Claro! Vamos.

Opia (Jack Conway) ✔Where stories live. Discover now