Capítulo F I N A L (parte 2)

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Gypsy:

—Secuestraron a Sounya.

La frase se me queda atorada entre los labios, seca, deseosa de llorar y gritar. Entro corriendo a mi oficina; Tasarla está en una punta de la sala hablando por teléfono, agarrándose de la cabeza y negando frenéticamente. Nacho me guía para que me siente en el sillón. Apoya su mano sobre mi muslo.

—Tranquila, respira. Respira, pensá en el campo y en el olor a eucalipto. Todo va a pasar. La encontraremos—Nacho me susurra. Envidio su tranquilidad en medio del caos.

No me salen las palabras, por lo que sólo puedo asentir. Tasarla cuelga, me mira profundamente. No me gusta lo que reflejan sus ojos. Trago saliva.

—La tienen ellos, Gypsy. La tiene Gopal.

Bilis sube a mi garganta, siento como me voy para atrás, mis ojos no pueden mantenerse cerrados. Sospeché que ellos la tenían, pero que me lo confirme, es aún peor. ¿Qué tiene que ver una niña con todos nuestros problemas? Impotencia es lo que siento. Impotencia y miedo, ambos en la misma potencia. Me paro de un salto, apartando la mano aferrada de Nacho.

—¡N-no puede ser! No, no. Lo voy a matar, lo voy a matar. ¿Por qué mierda tienen que meterse con ella? ¿Qué mierda les hizo una nena que no llega ni a los diez años? ¿Qué mierda?—me empieza a temblar la voz. Todos en la sala me miran con ojos llorosos—Esto se acaba aquí y ahora. Decile que haré todo lo que él quiera, si quiere me corto las venas lentamente, pero que deje tranquila a Sounya—veo que Tasarla se queda paralizada. Enloquezco—¡¿Qué pasa?! Hace todas las llamadas. No, ¿saben qué? Voy yo. Voy yo y lo mato y se terminó todo esto. Listo.

Me abro paso hacia la puerta, pero Nacho se interpone en el medio.

—No podes salir así—dice imperturbable.

—¿No te das cuenta de lo que está pasando?—le grito— ¡Es Sounya! Mi niña, nuestra niña. La que, a la que le acaricio el pelo todas las noches antes de irse a dormir. La que me espera sentada en mi oficina, esperando que llegue de hacer esta mierda de trabajo que tengo ¡UN TRABAJO QUE NUNCA PEDÍ!—respiro aceleradamente—Un trabajo que acepté, un trabajo que me pidieron. Un trabajo que pensé que me iba a acercar más a mi madre, pero sin querer no me daba cuenta y me estaba alejando de mi vida. De mis sueños. Y ahora lo único que tengo en la vida, lo que me da fuerzas... corre peligro.

Me rodea con sus brazos mientras sollozo. Aspiro su perfume a menta, le empapo la remera con mis lágrimas. Logré sacar todo lo que llevaba adentro. Al fin. Tiene que llegar un momento decisivo para poner fin a todo lo que he llevado encima.

—Gitana, gitana. Mírame—le hago caso. Sus ojos marrones vidriosos, las pesadas pestañas húmedas.Me doy cuenta que mañana tiene que irse al campeonato, y puede que mañana sea mucho tiempo—Nada de esto es tu culpa. Tasarla se acaba de ir, va a hacer todas las llamadas que sean necesarias. Todos vamos a hacer todo lo que debemos hacer. Pero no te conviertas en lo que ellos quieren, no te conviertas en una asesina por ellos. No les des ese derecho. La vamos a encontrar, te lo juro porque me llamo Ignacio Peréz Alberdi. Te lo juro, porque yo mismo haré hasta lo imposible.

Le digo que está bien. Él y yo sabemos que no me voy a quedar de brazos cruzados.

Pasa 1 hora.

Me apoyo en la barandilla del balcón, como si el aire me pudiera decir algo.

2 horas.

El plato de sopa sin comer se enfría.

3 horas.

Nacho entra a la habitación de mi mamá, donde me abrazo las rodillas sobre su cama mientras sostengo sobre mi pecho una foto de Sounya, Nacho y yo, en Mar del Plata.

Gitana ··completa··Kde žijí příběhy. Začni objevovat