Capítulo 3

243 14 3
                                    


Gypsy:

Sigo sin poder creer cómo es que nunca mi abuela me dijo nada.

Sigo sin poder creer cómo es que soy buscada para ser asesinada.

Sigo sin poder creer cómo es que besé a un extraño.

Mi vida siempre fue sencilla, vivía con mi abuela, iba al colegio, tenía amigas y problemas de cualquier adolescente, como cuando te sale un grano justo el día anterior a una fiesta, cuando reprobas una prueba importantísima y te largas a llorar como si tu vida dependiera de un número. Después, un día, mi abuela enfermó de neumonía, por lo que no podía atender nuestra panadería "Tutto pane" y desde entonces, mi vida estaba dividida entre hacer pasteles y bailar flamenco.

Siempre creí que mi raro gusto musical se debía a las tantas novelas que mirábamos por la tarde con la abuela. Sin embargo, hubo una novela argentina, Casi Ángeles, que despertó este gusto tan peculiar. Un personaje de ahí bailaba flamenco, y desde ese entonces no puedo parar de bailarlo.

Mi abuela, Dika, cuando era pequeña me contaba que su hija, ósea mi mama, se murió al dar a luz y que mi padre, no pudo con tanta presión y me abandono.

Pero era mentira.

Nunca lo odie a mi papa, al contrario, lo entendía de alguna manera. Yo era feliz con mi abuela. Pero cuando empecé a ir al colegio primario, mi abuela nunca me pudo ir a buscar puntual, algo que me dolía. Me dolía que sonara la campana para irnos y ver a todos los padres afuera esperando a sus hijos. En cambio, yo me quedaba esperando en la escalera por una hora o a veces dos. Pero lo entendía. Entendía que mi abuela tenía que trabajar para que yo pueda ir al colegio y darnos de comer.

Al entrar al secundario, los chicos eran crueles, se burlaban que vivía con mi abuela y que la ayudaba a trabajar, mientras ellos vivían con sus padres y nunca habían tocado una cocina en sus vidas. Fue un momento muy feo, pero me refugie en bailar. Bailar, hasta el día de hoy, me libera, siento que puedo ser yo misma. No la chica que vive con su abuela. No la chica de la panadería. No la pobre niña huérfana. Solo yo.

Considero a mi abuela una heroína. Mi heroína. Pudo formar una pequeña empresa ella sola. Me pudo cuidar a mí; me ayudo a superar mi primer fracaso amoroso. Me ayudo a poder, en un futuro, concretar mi sueño. Recuerdo que tenía 8 años cuando le comente que quería aprender a bailar flamenco, al otro día, ella me vino a recoger del colegio a la hora de la salida. Estaba feliz. Pero mi felicidad incrementó cuando me llevo a una academia de baile. Recuerdo sus palabras exactas: "Quiero ver cuando tengas tu propia academia. Quiero que calles a todos aquellos que alguna vez te dijeron que no podías. Quiero verte brillar, porque vos sus mi luz en la tormenta, GPS". Ahora entiendo a qué tormenta se refería.

Mirando la ventanilla del avión, revivo la charla con mi abuela:

-¿Por qué me decís todas esas cosas, abuela?- le dije casi a los gritos.

-Te voy a contar toda la verdad. Sé que pensarás que es todo una locura, pero por favor, solo escúchame-mordió su labio inferior e inhaló hondo- Yo provengo de "La Esperanza", un pueblo de gitanos que se rigen de tradiciones desde hace más de 100 años. Mi esposo, tu abuelo Des Duhalde y yo éramos los reyes de casi toda la ciudad. Sin embargo, estaban los rebeldes, la familia Coperré, los cuales gobernaban el territorio restante.

"Siempre hubo problemas entre las dos familias. Hubo conflictos económicos, civiles y hasta en un momento casi se inicia una guerra. Pero lo que verdaderamente desató la furia de ambos reinos fue el amor de tu padre y tu madre.

Gitana ··completa··Onde histórias criam vida. Descubra agora