Capítulo 25

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Nacho:

Los bloques de hielo se mueven dentro de la bebida naranja, la música no se puede distinguir del barullo de las personas. Yo solo me quiero ir, encerrarme en mi departamento limpio y fresco y no salir más. Sin embargo, estoy aquí; rodeado de gente que desconozco, con Julio perdido por algún lugar detrás de las cortinas rojas junto con Clara, mi celular que no deja de vibrar en mi bolsillo trasero, seguramente es de Juan.

Que se vayan todos a la mierda.

Si no quiero estar aquí, no tengo por qué quedarme.

Apoyo firmemente el vaso de whisky, dejo un par de billetes sobre la barra y me abro paso entre el tumulto de personas. Contengo la respiración hasta salir afuera, el olor a alcohol y sudor me obligan a hacerlo. Yendo hacia la salida puedo ver las ventanas del lugar empañadas, sí que hace calor en este lugar.

Apenas salgo, el guardia de seguridad me mira receloso, es lógico, soy el único ser humano, además de él, parado mirando la nada cuando tengo atrás mío un boliche. Le doy un asentamiento de cabeza y salgo caminando para el lado izquierdo, en busca de mi moto.

Una vez que la encuentro, me subo y emprendo mi viaje hacia mi casa. Debería estar contento, es decir, gané la carrera. Juan había llegado a Buenos Aires el mismo día, me desilusionó que no estuviera Mar, aunque no me sorprendió. Una parte de mi mente decía que era lo correcto, todavía no la puedo enfrentar.

Me imaginaba que ese día iba a ser especial, que Mar estaría alentando por mí en las gradas, al lado de mis hermanos y mi mamá. Pero no sólo no estaba Mar, sino que tampoco mi familia, exceptuando a Julio: mi padre los estaba buscando, amenazando, mi abogado me había dicho que él no podía hacer nada, cualquier paso en falso lo enviarían nuevamente a prisión. No estaba muy seguro, por lo que decidí que no vinieran a la carrera, mejor prevenir que curar.

Juan no me dijo nada, simplemente me dio indicaciones para la carrera y listo. Se lo notaba incómodo, en especial cuando su mujer estaba cerca, pero no mencioné nada.

Y aquí estoy, escapándome de mi fiesta de celebración. No estoy en el puesto número uno, no aún, ya que mi descalificación de la otra vez me bajo puntos, pero si sigo así, ganando estas dos últimas carreras, puedo llegar a la final en los Ángeles.

Estoy a punto de doblar la autopista, cuando hago un retorno y me voy para la plaza.

Me paso ahí toda la noche, viendo como el sol aparece, de un color anaranjado increíble. Respiro aire fresco, el viento me lleva el pelo para atrás, pero sigo ahí. La imagen de Mar besando a ese chico se me aparece constantemente, recreo teorías, pero ninguna me resulta demasiado convincente.

No sé qué es lo que me duele más, si esa foto, o todavía no saber la verdad.

Sea cual sea mi mayor miedo, de algo estoy seguro, y me duele, mierda, me duele haber terminado esto sin haberle dicho lo que sentía.

Que la amaba.

***

Al otro día, amanecí con las ganas de ser productivo. No me puedo pasar la vida entera pensando en Mar, debo hacer algo por mí; o en este caso, para mi familia.

Necesito investigar quién es el hombre que sacó a esa basura de la cárcel.

Con todo el tema de Mar, de la imagen, del viaje, y de la carrera, me olvidé por completo de lo que me había dicho el enano pinta de mafiosos cuando estuve un par de horas en esa prisión, que aún recuerdo y me genera escalofríos.

Sacudo mi cuerpo y entro a la comisaría con la cabeza en alto.

Hay varios escritorios superpuestos, a penas ingreso todo el sol que hay afuera se opaca, es como si sintiera una mala vibra en este lugar.

Gitana ··completa··Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum