Capítulo 4

504 34 9
                                    


Hanna

La puerta se abre, mi pulso va sobre las doscientas pulsaciones por minuto, y no entiendo cómo todavía no estoy teniendo un ataque cardiaco. Mi cuerpo se siente frío, tanto qué mis piernas tiemblan ligeramente al igual que mi mandíbula.

"Hannita"

Veo su boca modular, pero no entiendo su inglés, ¿Siquiera hablaba inglés? No tengo la menor idea.

Siento sus ojos sobre mí, siento cómo su ser encoje el mío, y crece más cuando no soy capaz de mirarlo a los ojos.

"Acompáñame a la cama"

Ruego porque me deje, entendiendo muy poco del negocio de mi padre, le digo qué mi padre puede dejar de vender sus drogas, para qué él tenga mayor éxito. No sé cómo le hablo, cuando apenas puedo escuchar mi propia voz, entre mis sollozos.

"Estoy no es por los negocios... en está habitación, eres Hannita, no Hanna Morgan. No me interesa lo qué tu padre puede ofrecerme"

Toma una de mis piernas y comienzo a gritar pateando sus brazos, pidiéndole piedad... pidiendo a Dios que me ayude. La abuela ROM, me había enseñado que siempre ayudaba a quien lo necesitaba, en sus peores momentos... esperaba que está vez si me ayudara, las noches anteriores no lo había hecho.

Comencé a rezar, no sabía hacerlo, ¿había una forma correcta de hacerlo? Le pedía a Dios que me ayudara y que luego sería un gran ángel en su ejército... No me ayudo, y él me tiro sobre la cama, besando mi cuello.

"Dile a tu tío John qué eres suya, Hannita"

Su voz asquerosa susurra contra mi oído mientras siento su lengua dar un lengüetazo que me da nauseas, desde mi cuello a mi oreja.

Dios ayúdame...

Me despierto con el estomago hecho un nudo y respiro profundamente viendo el techo aburrido sobre mi cabeza.

Me levanto desnuda tomando mi bata de seda delgada y avanzo por el lujoso departamento en la Torre Millennium, me desplazo de mi habitación hacia la sala, donde enciendo la pantalla plana conectando spotify y pongo a Izzy Bizu con Give me Love.

La canción resuena por todo el piso a través de los parlantes en los rincones del techo y avanzo meneando mis caderas hacia la cocina, saco de la nevera una botella de agua junto a las fresas, me preparo un batido cantando la canción, sin ser capaz de escuchar mi propia voz por lo alta que esta.

No escuchar música así debería ser ilegal.

Mientras el batido se prepara camino hacia mi habitación y tomo mi móvil ignorando las cientos de notificaciones de mis redes sociales.

Vuelvo a la cocina sirviendo el batido en una copa y me siento sobre un taburete buscando su contacto.

A este punto quizás ya se dieron cuenta que soy una mentirosa patológica, miento por esto y por aquello, me gusta mentir, es seguro, es divertido. Algunas veces lo hago por un bien — Alex y sus ganas de mudarse. — Y otras por un mal — Joder la vida de Reed. —, pero no me arrepiento, nunca me arrepiento de una mentira.

No me admiren, no traten de ser como yo, no me pongan en un altar, mucho menos desean toparse conmigo por las calles, porque si eres un hombre mi belleza te hipnotizara, y si eres mujer la inseguridad te comerá viva.

Por eso no es sorprendente que le mintiera a Adrien hace cinco días en la feria.

No, no me corte con papel, realmente he estado haciendo varios tratos con gente de por aquí, más que nada con hackers que tratan de asesinarme.

Buscando el Paraiso (+21)Where stories live. Discover now