Capítulo 2: De cinco a diez minutos

6.5K 924 608
                                    

Lo único que entendí de esa clase de Literatura fue que Charles Dickens tenía la curiosa manía de siempre retratar huérfanos pobres en sus escritos

Ups! Gambar ini tidak mengikuti Pedoman Konten kami. Untuk melanjutkan publikasi, hapuslah gambar ini atau unggah gambar lain.

Lo único que entendí de esa clase de Literatura fue que Charles Dickens tenía la curiosa manía de siempre retratar huérfanos pobres en sus escritos. Hablar del autor me hacía pensar en uno de esos artistas con un sello tan personal y marcado que parecía que se plagiaban a sí mismos, cuando no se trataba más que de serle fiel a su estilo.

A mí me pasaba todo lo contrario: no sentía que hubiese algo que destacara en mí. Era una matrícula más en el colegio y un adolescente que, si moría en su epitafio no tendría nada importante como una poesía o alguna dedicatoria que mostrara lo particular que había sido en vida.

Intenté calmar la perorata que atacaba mi cabeza luego del mensaje de Charles, pero me ponía ansioso pensar que él podría esparcir el rumor; y, aunque no sería algo que arruinara mi reputación como lo fue el tema de Las seis horas y podía solo negarlo, sí provocaría que siguieran hablando a mis espaldas.

Aunque me frustraba no tener algo que me destacara, no quería darme a conocer como un torpe sexual.

Cuando faltaban diez minutos para terminar la clase, mi bolsillo vibró de nuevo. Pensando que se trataba de un mensaje de Charles, levanté la mano para acaparar la atención de la profesora.

—¿Quieres comentar algo sobre la clase, Joshua? —preguntó ella. Era una mujer enjuta, con gafas de marco de metal y un peinado esponjado.

—¿Puedo ir al baño? —Me paré y coloqué las palmas de mis manos en la madera del pupitre.

Ella puso los ojos en blanco y asintió con fastidio. Quizás había esperado que le preguntara algo sobre Oliver Twist y le mostrara lo mucho que me interesaba saber de los clásicos de la literatura inglesa.

Hasta la fecha sigo sin leerme completo alguno de esos libros; prefiero los que tienen más imágenes que letras.

Caminé a la salida, cerré la puerta con cuidado, porque la vez que la azoté me llevaron a dirección por rebeldía, y me dirigí a los sanitarios. El pasillo se encontraba vacío, pero no me arriesgaría a sacar el teléfono en un lugar tan expuesto; al ser la prefecta, Paige siempre hacía sus rondas y podría aparecer en cualquier momento. Una vez dentro del baño, me encerré en un cubículo, bajé la tapa y me senté sobre esta para sacar el móvil. No era un lugar cómodo, pero sí el más seguro. Valía la pena aguantar el olor a orina si eso implicaba poder revisar la mensajería en paz.

Lo que me encontré no fue un escrito de Charles, sino de Ashley. Me mordí el labio inferior y me dispuse a leer; sabía que se trataba de un reclamo.

[Ash: ¿Por qué mierda le dijiste a todos que tuvimos sexo?]

Me di una fuerte palmada en la cara. Sentí un odio absurdo hacia la tecnología móvil, pues esta fue la que se había encargado de hacer que fuese más fácil para Tony contarles a todos que ya sabía qué responder cuando me preguntaran cuánto tardo en el sexo.

La obra de un artista fugitivo | ✅ |Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang