Me fijé en que mi bolso estaba tirado de cualquier manera sobre mi cama. Cogí mi móvil de dentro y lo enchufé al cargador mientras lo encendía nerviosa. Mierda, Dan iba a matarme, le prometí llamarle por la noche, estaría subiéndose por las paredes. ¡Maldito Nicholas Leister! ¡Todo era por su culpa!

Cuando me metí en el chat, me di cuenta de que no tenía ningún mensaje, tampoco ninguna llamada perdida. Eso sí que era extraño...

Fuera hacía un día precioso, el mejor para ir a la playa o nadar por primera vez en aquella piscina tan impresionante. Con un poco de mejor humor me propuse tomar el sol con tranquilidad, leer un buen libro e intentar olvidarme de lo que había pasado o, peor, podría haber llegado a pasar. Con aquellos pensamientos en mente me dirigí a mi impresionante y demasiado ostentoso armario. En un cajón encontré una tonelada de trajes de baño y no me detuve hasta dar con un bañador de cuerpo entero.

Miré mi cuerpo desnudo en el espejo y observé con atención aquella parte de la que me sentía totalmente acomplejada. Opté por no darle demasiada importancia. Al fin y al cabo, estaba en mi casa.

Con un vestido de playa y una toalla color lila, salí de mi habitación lista para afrontar mi primer desayuno en aquella casa.

Me resultaba muy raro caminar por allí, me sentía como cuando de pequeña me dejaban quedarme a dormir en casa de mis amigas y de noche me entraban ganas de ir al lavabo y no iba por miedo a encontrarme con algún familiar.

Cuando llegué me encontré con mi madre, envuelta en una bata blanca de seda y en zapatillas junto a un trajeado Will, listo para salir a trabajar.

—Buenos días, Noah —me saludó al verme primero—. ¿Has dormido bien?

«Mejor que nunca teniendo en cuenta que estaba inconsciente y con un dolor de cabeza de mil demonios.»

—No ha sido mi mejor noche —le contesté cortante.
Mi madre se acercó para darme un beso en la mejilla.
—¿Te lo pasaste bien con Nick y sus amigos? —me preguntó esperanzada.

«Ay, mamá, qué equivocada estás... no sabes quién es tu nuevo hijastro.»

—Hablando de Roma... —dijo William tras mi espalda, al tiempo que se levantaba de la mesa y entraba Nick.

—¿Qué hay, familia? —habló en tono seco. Se dirigió a la nevera. —¿Qué tal lo pasasteis anoche? —preguntó mi madre mirándole contenta—. ¿Qué tal la película? —agregó mirándome a mí. «¿Película?»

—¿Qué...? —comencé a preguntar al mismo tiempo que Nick cerraba la nevera de un portazo y se volvía hacia mí con sus ojos de hielo.

—La película estuvo genial, ¿verdad, Noah? —me preguntó observándome significativamente.

En aquel momento me di cuenta de que podía fastidiarle pero bien. Si decía la verdad, quién sabe lo que su padre le diría, sin contar en la de problemas que se metería si yo decidía denunciarle a la policía por beber alcohol y ofrecérselo a una menor, o sea yo, por dejar que me drogaran y, por supuesto, por haberme dejado tirada en medio de la carretera.

Culpa mía © (1)Where stories live. Discover now