Capítulo 26

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NICK

Aún no comprendía por qué motivos la había invitado a pasar un fin de semana conmigo en Bahamas. Simplemente su rostro apareció en mi cabeza en cuanto vi los billetes y el viaje pagado. Ni siquiera me hizo falta escuchar a mi padre cuando me dijo que llevara a Noah conmigo... se me había ocurrido a mí solito.

Desde que se había relajado y nuestra relación era más llevadera, no podía apartarla de mi pensamiento. Me volvía loco solo de pensar en dejar- la sola ahora que la habían amenazado y ni hablar de la rabia que se apoderaba de mí cada vez que me la imaginaba cerca de cualquier otro tío que no fuera yo. Simplemente pensar que había estado en manos de Dan me ponía de mal humor, quería partirle la cara por haberle hecho daño. Sin embargo, ese no era el principal motivo sino más bien los nueve meses que había disfrutado de ella, tocándola, besándola y, Dios quisiera que no, desnudándola...

Imágenes de Noah entregándose a cualquiera que no fuese yo me atormentaban por las noches y por el día; nunca me había considerado un hombre celoso, más bien porque nunca había reclamado a ninguna chica como mía, y me estaba matando. Su manera de sonreír, de esa forma tan infantil..., lo que más me atraía de ella era que era sexi por naturaleza. Daba igual cómo fuera vestida, daba igual si se maquillaba o si iba hecha un de- sastre... cada vez que mis ojos recaían en ella, mi mente se imaginaba mil formas diferentes de hacerla suspirar de placer. Lo que había ocurrido en la piscina técnicamente no debería haber pasado, me había prometido a mí mismo no volver a acercarme, pero me lo ponía demasiado difícil. La noche anterior había querido matarla por todo lo que había pasado con Ronnie por su culpa y por haberse ido con Mario, pero en cuanto había visto su mirada de horror al verme las heridas y cuando me había rozado la piel desnuda con sus cálidos dedos... simplemente tuve que hacerme con todo mi auto- control para no devorarla allí mismo, encima de la encimera de la cocina.

Y lo peor era que estaba cogiendo confianza. Ya no estaba a la defensiva ni le importaba despertarme de un grito mientras dormía... Ni siquiera me había apartado cuando ya no había podido aguantar más y mis manos se habían dedicado a acariciarla debajo del agua. Sus piernas eran tan largas y sus curvas tan endemoniadamente sexis...

Y esa noche salía con el imbécil de Mario, uno que no se quedaba atrás a la hora de llevarse chicas a la cama ni de sobarlas en cuanto tenía ocasión... Mierda, era como yo, pero no podía dejar que tocase a Noah, a ella no, era demasiado inocente, era una cría, una cría que volvería loco a cualquier tío con ojos.

Me fastidiaba que se largase con él el día de mi cumpleaños, la quería para mí, quería enseñarle las cosas buenas de esta ciudad; de repente quería que su visión de mí cambiara, no soportaba pensar que no merecía poder tenerla.

Entonces llamaron a la puerta. Estaba terminando de vestirme, por lo que simplemente me molesté en gritar que pasasen. Mientras me abrochaba los botones de la camisa que llevaría aquella noche, unos ojos color miel me devolvieron la mirada por el espejo.

—¿Ya has vuelto de tu cena? —pregunté sarcásticamente a la vez que intentaba contener las ganas de volverme hacia ella y obligarla a quedarse allí metida, conmigo toda la noche.

—¿Hoy celebras una fiesta de cumpleaños? —me preguntó a su vez ignorando mi pregunta. Me volví hacia ella intentando demostrar indiferencia. —¿Esperabas que me quedase aquí viendo una peli, hermanita? —re- puse con maldad disfrutando al ver cómo fruncía el ceño. Sus ojos se veían más oscuros cuando lo hacía.

Culpa mía © (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora