Capítulo 15

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NOAH

Me había impactado volver a verlo, durante aquellos cuatro días había con- seguido olvidarme más o menos de lo que había ocasionado en las carreras y sobre todo había intentado evitar pensar en él, puesto que cada vez que lo hacía sentía un nudo extraño y desagradable en la boca del estómago. Era consciente de que había hecho que perdiera su tesoro más valioso y también de que nos podrían haber matado aquella noche, pero no era totalmente culpa mía. De no haber sido por el engaño de Dan yo nunca habría ido; además, el delincuente de Ronnie me había engañado, me había hecho creer que podía competir con él y al ver que le ganaba en la carrera se había aprovechado de aquellas estúpidas normas y se había quedado con los quince mil dólares y el coche de Nick.

Había creído que iban a tener que pasar días, meses, años, para que el niño rico me perdonara y olvidara lo que había hecho y, contrariamente a todo lo que había imaginado que podía llegar a decirme, me venía con que me olvidara del asunto.

Había estado de coña con eso de cobrárselo de otra manera, ¿verdad?

Ya no sabía qué pensar, y tampoco quería darle muchas vueltas a qué quería Nicholas Leister que hiciera para compensarle por eso. Joder, cien mil dólares, no iba a ver esa cantidad de dinero en la vida, estaba segura. Solo alguien tan rico como él podía olvidarse de algo así, y aunque sabía que para él solo era un juguete más de los muchos que podía comprarse, me sentí aliviada y agradecida de que decidiese perdonarme.

Con remordimiento y otros pensamientos mucho más dolorosos y difíciles de sobrellevar había pasado aquellos días en esa casa a la que intenta- ba acostumbrarme. Lo malo, en realidad, y la causa de mi mal humor y tristeza constante era saber que mi exnovio me había puesto los cuernos a lo grande y eso no era lo peor, sino las miles de llamadas y mensajes que no cesaba de mandarme a mi teléfono con la intención de que le perdonara y que volviéramos a estar juntos.

Cada vez que mi teléfono sonaba mi corazón dejaba de palpitar para después, al ponerse de nuevo en marcha, hacerme daño con cada latido lento y doloroso. En todas las horas que había estado tomando el sol había comprendido que todo lo que me ataba a mi ciudad, a mi hogar, se había roto para siempre, y haber llegado a aquella conclusión me dolía más que cualquier otra cosa. Mi mejor amiga había decidido tirar por la borda nuestra amistad por un chico, mi chico, y encima él tenía la desfachatez de querer que le perdonase. ¡Estaba mal de la cabeza!

En la vida volvería a hablar con ninguno de ellos dos, en la vida volvería a ser tan estúpida como para caer rendida a los pies de un chico; los hombres ya me habían dado suficientes palos y, encima, ahora me tocaba convivir con un tío atractivo y peligroso con una vida paralela que nadie con un poco de sentido común querría siquiera oler de cerca.

—Debes de ser la pesadilla de Nick en persona —me dijo Jenna. Se sacó un paquete de tabaco de su escote y se encendió un cigarrillo. No pude evitar asomar la cabeza para ver si mi madre estaba cerca.

Mi nueva amiga Jenna era lo único bueno que había sacado de aquella noche desastrosa. Su alegría y sentido del humor me habían hecho aquellos días más llevaderos. Me había contado que conocía a Nicholas desde que era una cría y que, por tanto, lo conocía mucho mejor que cualquier persona de por allí.

Culpa mía © (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora