Capítulo 27

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NOAH

Tuve que dejar que me sostuviera, estaba temblando, temblando de placer. No podía creer lo que acababa de pasar, ni siquiera lo había visto venir, había sido todo tan rápido... De repente estaba dándole el regalo y riéndome de él y de pronto me tenía aprisionada contra un árbol y haciéndome estremecer con cada una de sus caricias. Había querido detenerle, Dios mío, debí haberle detenido, pero sentir cómo sus manos me tocaban... Había sido increíble.

—Eres preciosa —me susurró al oído después de haber pegado sus la- bios contra los míos para evitar que el grito que había estado a punto de proferir no nos descubriera a los dos.

Aún podía recordar todas las veces que Dan había intentado hacer aquello mismo conmigo: mi negativa había sido tan inmediata que ni si- quiera había podido llegar a tocarme. Y ahora había dejado que Nick... Estaba perdiendo la cabeza.

—Creo... que deberíamos regresar —le comenté colocándome bien el vestido. ¿Por qué me sentía tan mal de repente?

—¡Eh! —exclamó Nick, cogiéndome la barbilla y obligándome a levantar la mirada—. ¿Estás bien?

—Sí, es solo que... no esperaba que pasase esto —admití mirando a cualquier parte menos a él—. Nos hemos dejado llevar, me he dejado llevar y lo siento... Puedes volver con Anna o con quien quieras. No tienes por qué quedarte aquí conmigo —le dije intentando que no viera lo nerviosa que me había puesto.

Algo brilló en los ojos de Nick.

Quería que me abrazara, en el fondo quería que se quedase conmigo, me hubiese gustado que estuviésemos enamorados o que por lo menos nos conociéramos mejor... Nick era un completo misterio para mí y yo para él; no podía dejarle creer que una parte de mí anhelaba que me dijese que me quería o que me llevase a un sitio en el que pudiésemos estar solos de verdad y no en medio de una fiesta y apoyados contra un árbol.

—¿Quieres que vaya con Anna? —me preguntó, apartándose de mí, repentinamente enfadado. A lo mejor le molestaba que no hubiese querido seguir con lo que estábamos haciendo... A lo mejor pensaba que yo quería hacerlo con él... El simple hecho de pensar en acostarme con él en medio de un bosque me puso enferma.

—Sí, ve con ella —respondí fijándome en los dedos de mis pies para intentar evitar su mirada—. No tienes que quedarte conmigo, ya te lo he dicho: esto ha sido un error, lo estamos dejando llegar demasiado lejos y está mal.

Nicholas se apartó y le pegó una patada a una piedra que había por allí. Le escuché maldecir en voz baja y luego se volvió hacia mí con su semblante enfadado y con los ojos fríos como el cristal congelado.

—Muy bien —afirmó. Entonces levantó el brazo hacia atrás y de un solo movimiento se quitó la camiseta. Antes de comprender lo que estaba haciendo me dio la espalda y tras desprenderse de los vaqueros fue corriendo hacia el lago. Allí todos lo vitorearon y gritaron su nombre.

Mi buen humor y mi autoestima se hundieron con él bajo aquella agua fría.

Culpa mía © (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora