Extra 22: Vírgenes y despistados. Parte 1

2.2K 144 287
                                    

Benjamín:

Cinco meses.

-Mm...

Cinco meses es el tiempo en el que Jace y yo hemos estado saliendo como novios y -a pesar de que en realidad no es mucho tiempo- cada día desde que comenzamos a besarnos ha sido increíblemente difícil para mí.

-Benjamín... -murmura Jace, a penas logrando alejar sus labios de los míos lo suficiente como para hacerlo.

Algo atontado y completamente incapaz de dejarlo ir, me inclino hacia adelante -hacia él- hasta que vuelvo a sentir en mis labios la misma suavidad y calidez que me ha estado haciendo querer más después de cada probada.

-Bejamín... -repite Jace casi sin aliento al mismo tiempo que me empuja suavemente con sus manos- No puedo respirar...

Sus preciosos ojitos azules suben hacia mí y me miran por encima de un par de mejillas ruborizadas en un color rojo que acelera mi corazón tanto que la ridícula posibilidad de tener un infarto a los 17 años me asusta por un instante.

Suelto un suspiro y busco calmarme imaginando la cosa menos sexy que puedo para que ese pequeño problema -también conocido como mi pene amenazando con ponerse duro- no ocurra. Pero a éstas alturas -en las que tengo a Jace sentado en mi cama mientras intenta respirar agitadamente a través de sus labios entre abiertos después de besarnos por un largo rato y en las que sé perfectamente que mis padres no llegarán hasta dentro de otras dos horas como mínimo- ¿si quiera puedo culpar a mi pene por querer estar duro?

Sé que tener una erección es una reacción normal -especialmente cuando se da porque el chico que te gusta es extremadamente sexy sin si quiera intentarlo o saberlo- más esto es algo que ha estado pasando con demasiada frecuencia desde que nuestros besos se volvieron más largos y -además de ser vergonzoso porque sigo siendo un chico virgen que no sabe cómo lidiar con una erección usando otra cosa que no sea mi propia mano y una porno en la madrugada con audífonos y la puerta de mi habitación cerrada con llave- esto parece ser algo unilateral.

Había mirado la entrepierna de Jace cada vez que nos encontrábamos en un situación como ésta -pues me siento más que curioso por saber si su tamaño es tan adorable como lo es él- pero hasta ahora no he notado ninguna reacción de su parte. No había logrado ver un adorable bultito queriendo hacerse notar o una manchita húmeda distinguiéndose de la tela de su pantalón en ningún momento.
Incluso ahora no hay nada y no sé si es porque su pantalón es mágico y lo esconde como ningún otro jamás o porque -quizá-  soy malo besando y mi falta de experiencia se da a relucir con el hecho de que él no se excita como yo.

Un sentimiento de inseguridad y pena hacen que una mueca inevitablemente se forme en mi rostro, pero -aun cuando tal vez no soy bueno y no tengo ni idea de cómo hacerlo apropiadamente- quiero admitir que deseo más que sólo besarlo y quiero preguntarle si al menos una vez ha pensando en ir más lejos conmigo. 

Claro que con todo lo que he tenido que hacer para poder llegar a hasta aquí con él estoy un poco preocupado de que al mencionar algo tan íntimo como el sexo se asuste y -en el peor de los casos- cause que él quiera volver a poner su distancia límite entre nosotros, algo que -después de haber sentido sus labios y sus abrazos- podría soportar aún menos que la situación actual.

-¿Por qué haces esa cara? -pregunta Jace, sacándome de mis pensamientos para traerme de vuelta a la realidad- ¿Te duele algo?

Mi pene.

-No -niego con la cabeza- Estoy bien.

-Entonces, ¿por qué haces esa cara?

-Porque sólo tengo ésta -respondo casi como si estuviera preguntando, haciéndome el tonto y cambiando de tema tan rápido como puedo- ¿Deberíamos ver esa película de la que hablaste ayer? La encontré en Netflix.

Nuestro AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora