Extra 4: Audífonos

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Kilian en galería🙈❤

B❤👌👈❤K

Kilian:

"Kilian" significa "pequeño guerrero" y está relacionado con hombres valientes, fuertes, constantes y con cualidades físicas muy destacadas, sin embargo, yo no soy nada de eso; es decir, si soy alto y tengo músculos algo marcados pero no soy valiente, por que si lo fuera no usaría audífonos.

Desde que tengo memoria mis padres han peleado por todo: las facturas, el perro, yo, por las horas de trabajo, yo, por comida, yo... casi siempre peleaban por mí, cosa que tampoco a cambiado mucho con el paso de los años.

Mi madre es hija del dueño de una gran serie de hospitales, mi padre es hijo de la mejor compañía de medicinas y analgésicos en toda Nueva York; su matrimonio fue arreglado con obvios fines de negocios y de ese matrimonio forzado nací yo, un niño no deseado por sus padres, sólo por sus abuelos.

Siempre que llegaba a casa de cualquier lado era lo mismo: mamá y papá peleando a gritos que se podían oír incluso desde la calle de enfrente. Durante años soporté sus gritos.
Cosas como "¡es tu deber hacerte cargo de ese niño, no mío!" "¡ojalá no hubiera nacido!" "¡te odio!", las escuché todos los días.

Era un infierno.

Aún cuando mi casa por fin estaba en silencio era capaz de escuchar sus voces dentro de mi cabeza gritándome lo mucho que desearían que nunca hubiera nacido... o al menos hasta el día que mi tía Kayla me regaló lo mejor que me pudieron haber regalado jamás: unos audífonos.

Al principio me había parecido un regalo simple y tal vez algo apresurado de su parte. Pensaba que no los utilizaría a menos que saliera a correr o a algún otro lado por mi cuenta, pero entonces llegó esa noche.

Era la noche de mi cumpleaños número doce, mamá y papá discutían sobre por qué no había un pastel en la fiesta que se vieron forzados a organizarme para mantener su superficial imagen de la familia perfecta y yo estaba harto de oírlos. Recuerdo haberme armado de valor antes de entrar a la cocina y gritarles que se callaran y que dejaran de pelear. Pensé que estaba funcionando por que al fin había silencio pero me equivoqué.

Aquél hombre al que me obligaban a llamar "papá" me lanzó un puñetazo esa noche diciendo que no me metiera, y aquélla mujer a la que me obligaban a llamar "mamá" no hizo nada, solo me dijo que me fuera y eso hice, furioso y con el rostro lleno de lágrimas y sangre por la nariz que me habían roto subí a mi habitación enfurecido y como los gritos aumentaron después de eso, me puse los audífonos. Subí el volumen al máximo. Ni si quiera me importaba lo que se reproducía, pues al fin ya no podía oírlos.

Desde ese día no he vuelto a escuchar ninguna voz humana.

Uso los audífonos a volumen máximo todo el día, nunca me los quito, aún cuando me baño soy capaz de usarlos.

Yo nunca más quiero volver a oír una voz... o al menos eso pensé hasta que él se mudó a la casa de al lado.

Brett Hamilton era un niño algo creído. Desde la corta de edad de diez años andaba conquistando niñas mayores que él y rompiendo corazones por diversión. A primera vista no me pareció alguien con quien me hubiera gustado salir a jugar o platicar un rato, pero nuestros caminos se cruzaron cuando mis padres, en su vil fachada de los vecinos perfectos, fueron a darles sus condolencias a la familia Hamilton por la repentina muerte de la señora Hamilton.

Fue entonces cuando ese niño creído y mimado se convirtió en un pequeño que no podía parar de llorar a mares.

En el funeral tomé su mano. La apreté con todas mis fuerzas para hacerle saber que estaba ahí, que podía contar conmigo a pesar de no ser tan cercanos. Él sólo me miró y siguió llorando.

Nuestro AmorWhere stories live. Discover now