capítulo 34: "Ser mala se siente genial"

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Me separé de JJ al cabo de unos segundos, deslizando mis manos por su pecho.

Él levantó la comisura de sus labios, y retrocedió un paso.

Levanté su camiseta una última vez más, acariciando con la yema de mis dedos, uno de los tantos golpes que tenía allí.

—No es nada, Clo, no seas dramática. —aparta mis manos con las suyas, y baja su camiseta blanca de nuevo. 

—Deberías ir al médico, no se ven nada bien. —susurré.

—No moriré.

—Esperemos.

Me quedé en silencio unos segundos, cesando suavemente mis risitas hasta quedarme nuevamente en silencio, sueltando un suspiro pesado.

—¿Por qué no dijiste nada?

—¿Qué iba a decir?; ¿Oye, Luke y Larry me atacaron al acorralarme en un callejón junto a otros tres sujetos?

—¿Como... cómo fue? —mordí mi labio nerviosa.

Eso me daba curiosidad.

—Me tomaron desprevenido. En un callejón. No los vi venir.


—JJ..., gracias. —jugué nerviosa con mis manos. —Ya sabes, es que nadie antes había sido capaz de... recibir golpes por mí.

—Me alegra ser el primero, entonces. —suelta una risa, que me permite ver el pequeño corte en su labio.

—Últimamente sueles ser el primero en todo... —solté, y ladeé mi cabeza, tragando con algo de dificultad.

Me acerqué a él, y tomé su rostro con una de mis manos para depositar un pequeño beso en la comisura de sus labios. Él cerró sus ojos en cuanto sintió el roce, casi como si disfrutara del momento.

Alejé mis labios de su rostro, sin embargo, mi cuerpo siguió pegado al suyo, sin tomar distancia, y quedamos muy cerca. 

Él tragó con algo de dificultad. Me quedé en silencio, quieta, disfrutando de nuestra cercanía. Por instinto, subí un poco más mi cabeza, y me estremecí por completo al sentir como una de sus manos tomaba mi cintura baja con suavidad, y con la otra, le hacia pequeñas caricias a mi pierna. Cerré mis ojos.

—¿Qué mierda buscas, Chloe? —pregunta. —Díme que quieres.

En este momento, quiero hacer tantas cosas, de mil formas diferentes.

—No lo sé...

—Sí, sí que lo sabes.

Hizo que suba mi pierna unos cuantos centímetros, para rodear su cadera con ella.

—Entonces hazlo.

—Pero quiero oírte decirlo. 

Bajó su mano, descendiendo desde mi cintura, hasta llegar a mi pierna que rodaba su cadera, y sus dedos se colaron muy levemente por adentro de la tela de mi vestido.

—Necesito oírte.

Bajó su vista a mis labios. Acercó su cabeza a la mía, y se detiene justo antes de unos probablemente inexistentes centímetros. Comenzó a darme besos pequeños, empezó desde mi mandíbula, y subió poco a poco, hasta llegar a la comisura de mis labios, en donde dejó un último beso que me hizo erizar la piel.

—Tu corazón. —lleva su mano a mi pecho, y la deja ahí. —Y el mío. —lleva mi mano a su pecho también. —Cuando estoy tan cerca tuyo, siento que el corazón se me sale por la boca, como si quisiera correr a tus brazos cada maldito segundo del día. Y sé que el tuyo reacciona exactamente igual al mío cuando estoy cerca de ti.

Tenemos Un Trato. [Completada]. Where stories live. Discover now