capítulo 11: Dias malos. O, tal vez... no tan malos.

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¿Qué es una familia para mí?

Pues... Es difícil opinar de eso cuando no sabes que se siente ser querida por tus propios padres. Euan nos abandonó, y mamá me odia. Se supone que una familia son las personas que te rodean y transmiten confianza cada vez que están en tu alrededor. Te quieren, protegen, apoyan, y siempre están allí para cuando más los necesitas.

Bien, mi familia era exactamente todo lo contrario a lo que acabo de nombrar.

Me encontraba tomando mi café mientras veía como platos, gritos y muchas cosas más volaban por los aires de parte de mi madre, hacia Euan.

—¡No quiero verte aquí! —mamá continúa reboleandole a su ex esposo, todo lo que se cruza en su vista.

—¡Sólo quiero pasar tiempo con mis hijas, Tessa! —papá intenta esquivar a toda costa las cosas que mamá le lanza.

—Pudiste haberlo hecho hace ocho años... —murmuré, mientras tomaba mi café y ojeaba el periódico en mis manos.

—Chloe, hazle entender a tu padre ¡que quiero que se largue! —mi madre se quita sus zapatos y los lanza.

—Deja en paz a Chloe, ¡tienes 42 años, Tessa! Madura y déjame ver a mis hijas. —Euan cubre su rostro para evitar que los zapatos de mi madre lo golpeen.

—Oh, por Dios, miren la hora que es. —fingí una sorpresa. —Debo irme, adiós.

Tomé mis cosas, y salí por la enorme puerta.

Mi cuerpo chocó contra el de un hombre grande, haciendo que todos mis libros acabaran en el suelo. Bajé mi cuerpo un poco, y comencé a recoger los libros debajo de mis pies. Me levanté, y abrí mis ojos sorprendida al ver a Alan.

Todo se iría a la mierda en cuanto Euan, mi madre y Alan se juntaran. Serían como una tormenta de caos y golpes.

Debía evitar que el nuevo novio de mamá viera a mi padre.

—Mamá no está. —hablé rápidamente.

—Ella dijo que... —se detuvo de hablar al oír como un zapato volaba por arriba de nuestras cabezas, proveniente de la ventana.

—Sí..., ella aún no ha vuelto. —ignoré el zapato que cayó dentro de mí vehículo, y sonreí inocentemente.

—¿Qué fue eso? —se volteó a ver el zapato.

—¿Que fue qué? —subí mis cejas y fingí estar desentendida.

—Voló un zapato... —me observó extrañado, y le quitó importancia al ver mi rostro de niña buena e inocente. —Olvídalo, mañana vuelvo. Dile a tu madre que vine. —se dio la vuelta, y se subió a su vehículo.

—Claro. Adiós, Alan. Conduce con cuidado. —sacudí mi mano. —Ojalá te estrelles contra un poste y no vuelvas jamás. —susurré en cuanto desapareció al doblar la esquina.

Me subí a mi auto, y comencé a conducir directamente al instituto. Encendí la radio y conduje mientras oía las noticias sobre Beverly Hills.

El sol era radiante esta mañana, el problema es que olvidé colocarme el protector solar esta mañana cuando desperté gracias a los gritos de mamá y papá.

Bajé del vehículo y comencé a caminar hacia la entrada del instituto.

—Hola. —Aless apareció a mi lado, y me dio un leve empujón con su hombro. —¿Cómo amaneciste?, luces bien. —sonríe, provocando que me sonroje.

—Gracias. Tu lueces genial, igual que todos los días. —acomodé mi cabello detrás de mis orejas.

Comenzamos a caminar hacia los pasillos, y abrí mis ojos sorprendida al ver la gran cantidad de personas reunidas en un lugar.

Tenemos Un Trato. [Completada]. Where stories live. Discover now