– ¿A dónde vas, amigo? – preguntó Ron, al ver a Harry a punto de salir de la sala común de Gryffindor a las seis menos cinco. – Iba a preguntarte si querías jugar al ajedrez mágico. ¿Vas a, uh, practicar un poco más con Wood para el juego en tres días? –
Harry negó con la cabeza, no estaba realmente dispuesto a discutir su última metedura de pata.
– ¿Entonces qué? – Ron frunció el ceño. – ¡Aw, no! ¡No me digas que Snape te detuvo otra vez! ¿Cuál es su problema? ¿Lo hiciste mal en otra vida o algo así? –
– Ron... no es como la última vez. Esta vez... me lo merecía – Admitió Harry.
– ¿Qué hiciste, lo miraste mal? – Ron se burló.
– No. Yo... Lo llamé un maldito murciélago miserable... en su cara –
La boca de Ron estaba tan abierta que el Expreso de Hogwarts podría haber pasado.
– ¡De ninguna maldita manera! ¿De verdad le dijiste eso en la cara? – Extendió la mano y sintió el rostro y el brazo de Harry.
– ¿Ron? ¿Qué diablos estás haciendo? –
– Ver si realmente eres tú y no tu fantasma. Porque no pensé que nadie le puso nombres a Snape en la cara y vivió para contarlo –
– Bueno, todavía estoy aquí –
– Sí, pero ¿por cuánto tiempo más? – preguntó Ron con tristeza.
– Ya basta, estúpido idiota – ordenó Harry, esposando al otro ligeramente. – No me va a matar... espero – Miró el reloj y maldijo. – ¡Oh, maldita sea! Son las 5:58 – Podía recordar claramente la voz del Maestro de Pociones, diciendo furiosamente: "Si llega un minuto tarde, vendré y lo arrastraré por su oído, Sr. Potter, así que no me ponga a prueba".
Prácticamente sacó el agujero del retrato.
– Buena suerte, Harry. Espero que Snape no te use como ingredientes de pociones – dijo Ron mientras atravesaba el túnel.
Vaya, gracias, Ron. Buen amigo que eres. Bueno, si muero esta noche, al menos puedes decir que te lo dije y tirar flores en mi funeral. Harry corrió por el pasillo, deseando conocer un hechizo para el transporte instantáneo. O un hechizo que calmó a la bestia salvaje, o en su caso, al ángel salvaje.
Llegó a la oficina de Snape precisamente a las 6:00, jadeando y doblado por un punto en el costado. Pero se las arregló para levantar una mano y llamar a la puerta.
– Entra –
Harry lo hizo, todavía encorvado un poco y jadeando.
– Cierra la puerta y siéntate. ¿Qué te pasa? – Demandó Severus, al ver al chico doblado. – ¿Estás enfermo? –
– N-no, señor. Solo... corrí demasiado rápido. No quería... llegar tarde –
Snape frunció el ceño. Merlín, ¿qué voy a hacer con este chico? Me va a matar antes de los treinta y cinco si sigue así.
– Pon tus manos sobre tus rodillas e inclínate hacia adelante – ordenó suavemente, acercándose y frotando lentos círculos en la espalda del chico. – Bien. Ahora, respire lento y profundo. Exhale. De nuevo –
Harry obedeció el tono familiar, y gradualmente el calambre en su costado se apagó y desapareció y su ritmo cardíaco bajó y su respiración se estabilizó. La mano de Snape en su espalda, frotando suavemente, le resultaba dolorosamente familiar. ¿Cuántas veces había hecho eso el hombre cuando estaba enfermo y no podía dormir? Y Harry lo había llamado un maldito murciélago miserable. La vergüenza se apoderó de él en una marea roja. Realmente era un mocoso ingrato, y se merecía cualquier castigo que Severus le diera.
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Brazos de un ángel oscuro
FanfictionDescuidado por sus cuidadores, el pequeño Harry no habría sobrevivido si no fuera por el misterioso ángel oscuro que lo ayudó. Harry nunca supo su nombre, hasta que fue a Hogwarts y descubrió que cierto profesor se parecía mucho a su salvado Los per...