3.- Una sensación espeluznante

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Disculpen por no haber publicado este capitulo ayer, pero ya se los tengo hoy, espero lo disfruten

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Ron estaba esperando a Harry cuando entró por el agujero del retrato y entró en la sala común de Gryffindor. – Oye, Harry. ¿Cómo fue tu detención con el Maestro de la Serpiente Babosa? –

– Bien – Harry dijo, queriendo gritarle al pelirrojo que dejara de insultar a Snape.

– ¿Qué te hizo hacer? ¿Limpiar el piso de la mazmorra con un cepillo de dientes y un cubo de Magical Mess Remover? ¿O encurtir algunos cerebros de rata? ¿O destripar algunos sapos cornudos? –

– Nada de eso – Harry se apresuró a tranquilizar a su amigo. ¿Snape realmente les había hecho eso a otros estudiantes durante las detenciones? Harry hizo una mueca, preguntándose qué habían hecho los otros estudiantes para irritar al profesor de esa manera. – Él sólo... me hizo fregar quince calderos –

– ¡Ay! – Ron hizo una mueca teatral. – Tu espalda debe estar matando entonces –

Harry encogió un hombro levemente. – No realmente, no fue peor de lo que solía hacer por mis familiares en casa –

¿Qué? – Ron lo miró boquiabierto. – Me estás engañando, ¿verdad? ¿Tus parientes eran peores que Snape?

– A veces. Solía ​​fregar muchos platos para la tía Petunia, era parte de mis quehaceres. Y también limpiar la casa. Quitar las malas hierbas del jardín, lavar la ropa – Harry marcó los diversos trabajos que había tenido que hacer con sus dedos hasta que se le acabaron y parecía que Ron estaba a punto de asfixiarse allí mismo.

– Harry... Compañero, eso es... Incorrecto. Haciendo todo eso... ¿cuántos años tenías? –

Harry pensó por un momento. – Uh... cuatro o cinco cuando empecé a hacer algo de eso. ¿Por qué? ¿Tus padres no te obligaron a hacer las tareas del hogar? –

– Bueno, sí, claro, pero... Mayormente tenía que recoger mi habitación, o decorar el jardín, o poner la mesa o jugar con mi hermana pequeña Ginny mientras mamá preparaba la cena. Cosas normales. No... no haciendo todo como tú. Si estabas haciendo todo el trabajo de la casa, ¿qué estaban haciendo el resto de ellos? ¿Sentados en sus gordos traseros perezosos? –

– Dudley lo era. El tío Vernon trabajaba y la tía Petunia cocinaba a veces o salía de compras – Harry suspiró. No vio cuál era el problema. Por muy tediosas que habían sido esas tareas, era mejor que ser enviado a St. Brutus's, donde te golpeaban con un bastón y te daban papilla fría repugnante en cada comida. Al menos en Privet Drive, podría esconderse en su armario, y el ángel oscuro vendría y se lo llevaría. Eso había sido una de las cosas buenas de vivir allí. – Mira, estoy cansado y no nos levantaremos mañana a menos que podamos dormir un poco –

– Correcto – Ron se volvió y subió las escaleras, y Harry lo siguió.

Rápidamente se puso el pijama y se metió en la cama con dosel gloriosamente suave y limpia con las cortinas de Gryffindor. Harry nunca había sabido que existía una cama así hasta que llegó aquí. La única otra cama con la que podía compararla era en la que solía dormir cuando estaba en el laboratorio de Snape, siendo tratado por alguna enfermedad. Eso también había sido muy cómodo, y una de las razones por las que Harry siempre lamentaba dejar el lugar mágico.

Pero incluso con las cortinas corridas y el hecho de que estaba cansado después del largo día de clases más la "detención" con Snape, Harry descubrió que no podía dormir. No estaba acostumbrado a compartir habitación con nadie, y mucho menos con seis personas nuevas a la vez. Escuchó a alguien roncar fuerte y trató de amortiguarlo con su almohada. Luego escuchó a alguien más hablando en sueños y a otro dando vueltas y vueltas. Era muy molesto, y Harry deseaba estar de vuelta en el laboratorio de Snape, donde el ángel oscuro lo vigilaría en silencio y lo calmaría para que se durmiera con una mano en su cabello y un tarareo silencioso.

Brazos de un ángel oscuroOnde histórias criam vida. Descubra agora