42.- Recordando a Lily

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¡Puede que necesites un pañuelo para este capítulo!

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– Señor, ¿puedo decir que fue el duelo más perversamente asombroso que jamás haya visto? – Ron lloró tan pronto como Severus y Harry cruzaron el umbral.

Severus arqueó una ceja ante la obvia adoración al héroe del otro.

– ¿Y cuántos duelos ha visto, Sr. Weasley? –

– Uh... este fue el primero real, pero fue increíble. ¡La forma en que los golpeó contra la tierra, señor! – Ron se entusiasmó, sonando muy parecido a cuando veía jugar a los Cannons. – Eras tan bueno como un Auror – Lanzó una mirada oblicua a Harry. – Y tú también estuviste genial, Harry, volando el pegaso hacia ese gordo y feo. ¡Bonito! – Snape puso los ojos en blanco.

– Si ya ha terminado de repetir esa experiencia, Sr. Weasley, sugiero que nos sentemos y desayunemos. Rellah, me disculpo por salir corriendo de esa manera –

– ¡Tonterías, Maestro Sev! El Maestro Harry y Boreal son más importantes que la comida – resopló el woodkin. – Además, tu partida me dio más tiempo para hacer tortillas de tocino, queso y cebolla – Ella los sirvió con una floritura.

Todos comieron con ganas, aunque Hermione le preguntó a Harry de qué habían estado hablando al final.

– ¿Estaban tratando de volver a comprar Boreal o algo así, Harry? –

Harry vaciló, sin saber si decirles a sus amigos la verdad o no. Atrapó la mirada de Severus y Severus hizo un leve movimiento de negación con una mano que Harry entendió que significaba que también debía mantener ese secreto por ahora.

– Sí, en cierto modo lo estaban, pero papá les dijo que no estábamos vendiendo y que necesitaban salir de nuestra propiedad antes de que él los embrujara hasta la semana que viene –

– Y se fueron tan rápido que sus sombras se quedaron atrás – animó Ron. – Los malditos cobardes –

– Lenguaje, Sr. Weasley – reprochó Severus.

– Lo siento, señor. Lo olvidé –

– Será mejor que recuerdes, porque la próxima vez que uses un lenguaje inapropiado a mí alrededor, te haré lo que le hago a Harry – Ron miró a su amigo, quien parecía completamente horrorizado por esa declaración.

– Ron, no lo pruebes. Te lavará la boca con este desagradable enjuague bucal, es veinte veces más malo que el jabón, ¡créeme! – Harry le dijo.

Ron solo podía imaginar y rápidamente juró cuidar su boca, porque sabía que no quería que Snape se enojara con él. Después de que terminó el desayuno, Harry llevó a Ron a un lado y le dijo que lo perdonaba por ser el mayor idiota en la historia del mundo.

– Porque todo el mundo tiene derecho a cometer un gran error una vez en la vida. No lo vuelvas a hacer nunca más –

– No lo haré. Lo prometo – Dijo Ron, y le dio a su amigo una sonrisa temblorosa. – ¿Qué tal si vamos a jugar un poco de Quidditch, eh? –

– No puedo. Papá acaba de castigarme por interferir con su duelo – suspiró Harry.

– ¿Qué? ¡Pero estuviste genial! –

– Sí, pero... conoces a los padres –

– Sí, lo sé – Ron dijo con simpatía. – Tienes suerte de que no haya usado una regla – Harry hizo una mueca.

– No lo haría, por extraño que parezca –

– Supongo que preferiría hacerte romperte el culo con esas horribles tareas de castigo, ¿eh? –

Brazos de un ángel oscuroWhere stories live. Discover now