Brazos de un ángel oscuro

1.- Ángel de la guarda

"Cuida de Harry, Severus, pero no dejes que nadie lo sepa."

Esas habían sido las últimas palabras que Lily Potter le había dicho. Había sido justo antes de que ella se escondiera en Godric's Hollow, y había hecho que su mejor y mayor amigo hiciera un juramento de mago de que velaría por su hijo en caso de que algo le sucediera a ella o a James. Ella había dicho que él era el único en quien podía confiar, porque era experto en las artes de la curación y también en el subterfugio. Severus había aceptado, de mala gana, porque James nunca le había hecho cualquier maldito favor, pero podía sentir la desesperación en el tono de Lily y no podía soportar rechazarla. Así que había jurado, y se comprometió a ser el guardián invisible del pequeño Harry, el observador en las sombras, aparte pero más cerca que su propio latido, gracias a un brazalete especial que Severus le había dado a Lily para que le pusiera a su bebé. Una vez encendido, se volvería invisible y solo el mismo Severus podría quitarlo.

El brazalete estaba adaptado al estado físico y emocional de Harry y alertaría a Severus, que llevaba su gemelo en la muñeca izquierda, si algo le sucedía al niño mientras estaba bajo el cuidado de sus parientes muggles, como una lesión o una enfermedad o algún problema emocional violento. Le había protestado a Albus, por supuesto, que dejar a Potter con la hermana de Lily y su esposo no era una elección sabia, pero Albus había insistido en que la sangre debía cuidar de la sangre, y silenció al joven con una mirada severa.

Severus se había calmado, hirviendo en silencio, pero juró ser fiel a su promesa.

Cuida de Harry, pero no dejes que nadie lo sepa.

Tres años después:

Harry tosió con fuerza, haciendo todo lo posible por sofocarlo con una manita. Si su tía o su tío lo escuchaban, le gritaban que dejara de ser una carga y no le dejarían comer mañana porque los había molestado con su maldita tos. Pero era cada vez más difícil respirar en el pequeño armario debajo de las escaleras. Había empezado a toser el miércoles, por estar demasiado tiempo bajo la lluvia, Dudley lo había dejado fuera de la casa y nadie lo había escuchado golpear la puerta hasta dos horas después.

Una vez que Petunia lo llevó adentro y lo regañó por dejar rastros de barro en sus pisos limpios, lo envió a su armario y lo encerró. Harry estaba temblando y empapado, y había hecho todo lo posible por secarse con la manta hecha jirones pero apenas había sido suficiente, y se había estremecido durante toda la noche hasta que su ropa se secó.

Entonces había empezado a toser y ahora empeoraba. Su pecho se sentía pesado, le dolía cuando respiraba, estaba adolorido, caliente y hambriento. Se acurrucó debajo de la raída manta gris que Petunia había comprado en la tienda de seis peniques, tratando de contener la tos espantosa que brotó de su pecho.

Fue inútil. Tosió con fuerza, sintiendo como si fuera a toser por dentro, todo su cuerpo se estremeció con violentos temblores, y las lágrimas picaron en sus ojos. En cierto modo, casi esperaba que su tía o su tío lo escucharan, porque entonces podrían bajar y ver qué pasaba. Le dolía mucho el pecho... tenía sed, pero no había agua, estaba oscuro y húmedo y la puerta estaba cerrada.

Desconocido para el niño, el brazalete en su muñeca comenzó a enviar una alerta silenciosa al hombre que había jurado, años antes, cuidarlo.

Severus Snape levantó la vista del caldero de Solución Hinchable que estaba preparando, sintiendo el brazalete en su muñeca temblar con urgencia. Esta fue la primera vez en tres años que el brazalete reaccionó así, e inmediatamente dejó el agitador y se apretó la muñeca.

En su cabeza se formaron imágenes, de un niño tosiendo bajo una manta gris andrajosa, enfermo y enrojecido por la fiebre. Igualmente clara era la preocupación y el miedo del niño y una especie de desesperación resignada. ¡Malditos sean esos Muggles! Juró y luego realizó un hechizo de búsqueda, que era una especie de hechizo de aparición limitado, diseñado para traer un solo ser vivo u objeto al lanzador.