Capítulo 8

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Estamos yendo a nuestra casa, voy con Nicolás en su auto y Lorena va con Mauricio en el suyo. Vamos a recoger nuestras cosas, lo más necesario y de vital importancia para poder irnos con los chicos por un par de días, o eso creemos ya que no creo que nos suelten por las buenas.

Llegamos y vemos que la puerta de la casa está abierta cosa que nos sorprende ya que cuando salimos el viernes la habíamos cerrado con llave. – Que raro – murmuro para mi misma pero veo que me han escuchado. Al parecer este hombre tiene un súper oído.

-Quédense juntas en al auto de Mauricio, nosotros iremos a ver qué sucede adentro– dice un Nicolás preocupado y malhumorado que ya se va dirigiendo hacia la puerta de nuestra casa con un paso decidido.

Con Lorena nos observamos y vamos detrás de los chicos – ¿QUÉ PASO ACA? – grito cuando veo el desastre es que nuestra casa. Todo estaba dado vueltas, los sillones junto a los almohadones y las mantas estaban destrozados y tirados por todo el piso del living. Los cuadros que colgaban con nuestras fotografías estaban rotos. La cocina no estaba en mejores condiciones pareciera que buscaban algo y, dado el desastre visible, parece que no lo encontraron.

Subimos las escaleras de dos peldaños a la vez para dirigirnos a nuestras habitaciones y todo estaba revuelto o destrozado. Nada se había salvado de los delincuentes, nada servia. Entro a mi habitación y había un cartel pintado con aerosol en la pared donde se encuentra el respaldar de mi cama, las letras pintadas en color azul decían "ZORRA".

-Emma, mi Luna- susurra Nicolás en mi espalda mientras inspira del aroma que desprenden mis cabellos – Amo tu olor a limón y naturaleza, me vuelve loco – No escucho lo que me están diciendo solo puedo ver la situación de mi habitación. Nada estaba en su lugar, el maquillaje y los perfumes que guardaba en mi neceser estaban rotos y esparcidos por todo el piso de la habitación, había vidrio por doquier. La alfombra rosa que decoraba una parte del suelo de madera estaba irreconocible.

Mi armario estaba abierto de par en par, los pocos zapatos que tengo estaban destruidos nada se puede salvar, tacones por un lado y por otro. La ropa estaba rajada, sucia o dañada con pintura de aerosol. Empiezo a levantar prenda por prenda para ver si se puede salvar algo pero la mayoría estaba para la basura que para ponerse. Lo único que consigo en buen estado es un par de jeans y algunas remeras básicas que estaban sanas.

Arriba de la cama se encontraba el vestido rojo con el que había visto a Nicolás en la feria, estaba irreconocible. Creo que alguien se empeñó en hacerlo personal, esa prenda significaba mucho para mi, era un símbolo de rebelión para mi vestuario y era signo de amor por la hermosa noche que viví con este pedazo de hombre de ojos marrones.

Me doy vuelta y lo veo a Nicolás que se arrodilla y levanta una pequeña cajita que estaba tirada en el piso. HAY NOOOO, por la Diosa Luna justo esa cajita esta a simple vista. UPPPS, la que se viene, pienso.

-Emma, ¿qué es esto? – me dice con una cara de asombro, creo que no se puede creer lo que ven sus ojos – Me parece conocido – inquiere mientras me mira sin parpadear.

Me sonrojo de pies a cabeza, no sé qué decirle y ¿si se asusta? Lo miro junto al entorno caótico que nos rodea y veo como desentona Nicolás con el espacio que era mi habitación, él transmite paz, tranquilidad y serenidad mientras que mi habitación grita violencia, miedo y oscuridad.

-Emma... - Nicolás comienza a acercarse hasta que se coloca frente a mí y me agarra la cara con una de sus manos para fijar nuestras miradas y entrelazar aún más nuestros corazones. Ninguno de los dos se mueve, ni siquiera me atrevo a parpadear o, incluso, respirar.

-Es un recuerdo – logro decir, las palabras no salen por mi boca mi cabeza es un torbellino. Solo puedo sentir el calor que irradia la mano de mi Mate que está posada sobre mi cara, la cual está más roja que un tomate.

MI LUGAR EN EL MUNDOWhere stories live. Discover now