21| La mentira.

33 3 23
                                    

La mentira.



(****)



Encontrar un nuevo propósito es mi principal meta.

No, mi principal meta es terminar mi primer propósito y luego encontrar uno nuevo. ¿De qué serviría encontrar un nuevo propósito si no puedo terminar con el primero?

Fácil, de nada. Y exactamente eso es todo lo que he estado haciendo en estos días, nada. Propósito tras propósito sin pensar en que no había terminado el primero y luego no hacía nada, pero pensaba en todo.

Quiero saber de dónde vienen esos extraños recuerdos que ahora se resumen a memorias viejas de momentos con Hiruda que al parecer han decidido salir ahora porque se han dado cuenta de que he dicho no más y que me he cansado de todo esto. Quiero terminar esto de una maldita vez para largarme de esta aldea. Quiero encontrarme a mí mismo y darme cuenta de que en realidad, no soy un monstruo. Quiero tener a Hiruda a mi lado, que esté conmigo y que pueda prestarme atención de la misma forma que yo a ella. Quiero que todos estén bien y para eso necesito bajar unas cuantas revoluciones a mis pensamientos y comenzar a actuar como el adulto que se supone que soy.

Y entonces las preguntas vienen a mí para atacarme una vez más.

¿En serio me he criado bien?, es decir, si yo hubiera tenido criterios no hubiera pedido la cabeza de tal manera, no hubiera hecho tales cosas horrendas, no hubiera terminado con mi calvario de tal manera.

Supongo que solo hasta ahora me doy cuenta de lo que en realidad fui por tanto tiempo.

Sí, aunque trataba de mil y una forma nunca pude negarlo, algunas veces lo admití con orgullo y muchas otras lo grité con miseria. Fui entrenado para ser una máquina de matar sin sentimientos y sin remordimientos, alguien que no pensara dos veces para quitarle la vida a una persona y eso exactamente fue lo que hice tantas veces, una tras otra, apuñalando los pedazos de carne como si fueran una simple almohada y esta vez viendo la sangre escurrir por mis manos y mi ropa tan fluidamente que parecía agua. Y así lo vi tantas veces, tan normal, tan tranquilo, tan tranquilizante.

Esa es la palabra que buscaba, matar se me hacía tranquilizante.

Y, sorprendentemente ahora, no me da miedo admitirlo. Fui una cosa de la peor calaña, pero supongo que necesitaba pasar por todas esas cosas para llegar a ser la persona que soy hoy en día. No solo pensar en los demás, pensar también en ti mismo. Y, también, darme cuenta de que lo que hice en un pasado no afecta mi presente y mucho menos mi futuro si no quiero que así sea. Es decir, le hecho de que haya matado a tantas personas no quiere decir que lo voy a volver a hacer. Debo controlar mis impulsos y no verlo como algo normal, y sé que será difícil, pero debo hacerlo. Si no, ¿de qué otra forma podría superarme a mí mismo y a todos esos demonios y sombras que me persiguen como si fuera un criminal?

Las gotas de lluvia cubrían con totalidad su ropa, estaba totalmente empapado.

Pero a él, en realidad, no le importaba. No pensaba en las gotas cayendo a su alrededor, en las gotas desfilando por su cara, en el barro que pisaban sus botas o en el líquido rosado que desprendía su ropa y su katana una vez que el agua lavara las impurezas de color rojo que los manchaban.

Solo eran número después de todo. Números rojos que se seguirían acumulando sin descanso uno tras otro en esa interminable fila. Matar era un gusto y perseguir era un deleite. Escuchar cómo su presa corría resbalándose por el lodo que cubría su cuerpo, percibir cómo su aliento se volvía más indefinido y agitado con cada uno de sus movimientos, escuchar cómo le rezaba a un Dios inexistente porque eso era lo que pensaba que lo podría salvar era un deleite.

Տ ᗴ ᑕ ᖇ ᗴ T Տ • ᕼ K.Where stories live. Discover now