Parte 34: Un rescate accidentado

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Marianna y Arantxa estaban ofreciendo sus vidas por las de los niños, y estaban dispuestas a morir si era necesario. Iban manejando, hasta salir de la ciudad. El GPS les indicó a dónde iban a llegar, y encontrar la cabaña donde estaban los niños fue muy fácil. Marianna dijo:

–Mi mamá es una pobre loca. Y de paso, esto es obra de un aficionado.

Bajaron del carro, y comenzaron a buscar por dónde entrar. Ya Oliver y los demás estaban llegando y tomando posiciones, de forma que Nathalie y sus cómplices se dieran cuenta de que estaban rodeados.

Llegaron a la puerta, y tocaron tres veces, como ella les había indicado por WhatsApp. Les abrió un hombre, el cual las invitó a pasar y una vez adentro las apuntó con un arma.

Mientras ellas entraban a la casa, afuera se organizaba el rescate de todos. Mario le había dado un micrófono inalámbrico oculto en la ropa a Marianna, para poder escuchar y proceder en consecuencia. Al entrar, comenzaron a buscar como locas a los niños, hasta que escucharon una voz:

–Bienvenidas, mujeres. Ya es hora de que paguen por haber hecho de las suyas.

–Maldita loca, es mejor que me entregues a mis hijos... -dijo Arantxa.

–Shhhh... Te calmas, bruja -fue la respuesta de Nathalie-. Ya vas a ver a tus mocosos. Te dije, los cambio a ellos por ustedes.

–Me avergüenza ser tu hija -dijo Marianna-. ¿Cómo pudiste hacer esto? Y usar a unos niños que no tienen nada que ver con tus locuras.

–Hmmmm... Digamos que es un medio para conseguir un fin. Tú no puedes hablar mucho, ya que te acostaste con el esposo de tu mamita...

Marianna contuvo el impulso de golpear a Nathalie, ya que Arantxa la detuvo. Aquella les dijo:

–Vengan a ver a los engendros...

Al abrir una puerta, lo que vio Arantxa la horrorizó. Clemencia estaba toda golpeada, y los niños estaban asustados. Andrea consolaba a César, mientras que Víctor trataba de proteger a su Nana. Los abrazó y les dijo:

–Todo estará bien, mis chiquitos. Saldremos de aquí.

–Mami, tengo miedo -dijo César-. Esa señora está loca. Hizo que le pegaran a la Nana...

Por toda respuesta, Arantxa abrazó a César y a Andrea, mientras Marianna abrazaba a Víctor y veía cómo sacar a Clemencia de ahí. Nathalie entró y dijo:

–Muy bien, la familia Telerín está activa... Aquí se quedarán.

–Mamá, prometiste liberar a Clemencia y a los niños si Arantxa y yo veníamos aquí. Déjalos ir. Por favor. -dijo Marianna. Nathalie le responde:

–Las engañé, y cayeron redonditas. Así que les toca quedarse aquí muy juntitos. Au revoir, hijita. -Dicho esto, los encerró, y dió la orden de ir sacando a cada uno cada media hora. Luego, se comunicó con Oliver, y al segundo repique contestó:

–Oliver Johnson al habla.

–Voy a ir sacando a cada uno de los engendros de tu mujercita, deberás venir a buscarlos. Pero, sin policías. Ya tengo lo que quería y ellos me van a estorbar para lo que voy a hacer.

–Como les toques un solo pelo a mis niños, a Arantxa o a Marianna, vas a ver de lo que soy capaz, Carrillo.

–No estás en posición de decir nada, Johnson. Ahórrate la amenaza. Y ya sabes, sin policías.

Mario, Luis, Nany y el resto del equipo se prepararon para recibir a cada niño, ya Nany y Sandra tenían todo a punto para ello, y hasta los francotiradores estaban ya apostados para actuar sólo en caso de que los rehenes estuvieran en peligro. A los cinco minutos, sacaron a César, quien corrió a los brazos de Oliver, y lo abrazó llorando. Le dijo:

–Ollie, golpearon a mi Nana... Y a mi mamá también. Vamos a sacarlas de aquí. Porfa...

–Tranquilo hijo, los vamos a rescatar. Todo va a estar bien. Ve con tu tía Ainhoa, ella te va a llevar con el médico.

César corrió a los brazos de su tía, y ésta lo llevó a la unidad sanitaria. Mientras tanto, Luis estaba buscando la forma de entrar a la cabaña y rescatar al resto de la familia, sin que nadie saliera perjudicado. Tanto él, como Mario, Elena¹ y Oliver se iban a dividir para trabajar en el rescate de los niños, su Nana, su mujer y su hija.

Oliver sólo esperaba la señal para entrar, entraría con Luis y Mario, Elena les cubriría de ser necesario. La puerta de la cabaña quedó abierta cuando César salió de ahí, y por ahí entraron los cuatro. Afuera quedaban Sandy, Nany, Francisco y Dhayna, quien quiso acompañar a su madre. Oliver siguió a su instinto, y al subir la escalera, llegó a la primera puerta, abriéndola.

Al ver a la Nana de sus hijastros y a Arantxa golpeadas, se enfureció. Marianna protegía a Andrea y a Víctor. Les dijo:

–Ya estoy aquí, niños. Saldremos de aquí ya... -esto lo dijo en voz apenas audible, e indicando a su hija con la mirada que saliera de ahí con Víctor y la niña. Al ver a Clemencia y a Arantxa lastimadas, gruñó. Marianna salió con los niños al exterior de la cabaña, y los condujo a la unidad sanitaria. Al ser revisados, abrazaron a su hermano menor y a su tía Ainhoa.

Mientras tanto, Oliver susurraba al oído de Arantxa:

–Déjame sacar a Clemencia de aquí, mi amor. Luego vengo por ti.

–Ayúdala, cielo. Yo voy a estar bien. Esa loca me quiere a mi. Te amo, quiero que lo sepas.

En respuesta, Oliver la besó, y tomó en brazos a Clemencia para sacarla de la cabaña. Pero, sus sentidos estaban alerta. No confiaba en la aparente tranquilidad que había en ese sitio. Al fin salió con la Nana de los niños en brazos, y la depositó en la camilla dispuesta en la unidad sanitaria. Ésta le dijo, a media voz:

–Gracias, licenciado. Nunca podré pagarle todo esto que hace por mi.

–Tranquila, Clemencia. Estarás bien. Te lo aseguro. Eres una mujer muy valiente y valiosa para mi pequeña familia. Voy ahora por mi mujer.

No hizo falta que Oliver fuera, Nathalie estaba saliendo de la cabaña, usando a Arantxa como escudo.

Oliver se sintió morir en ese preciso momento.

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¹ Elena Pérez Parra, coprotagonista de En nombre del Honor

La PeregrinaWhere stories live. Discover now