Parte 12: Una entrega intensa

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Dos días después del cumpleaños de las gemelas, los hijos de Arantxa seguían con su tío Daniel. A ellos les encantaba pasar tiempo con sus primos, y éste la había llamado para pedirle permiso para que ellos se quedaran en su casa. La noche anterior, Oliver y ella quedaron en verse cerca de la casa de Arantxa, y ese día él llegó a las 8:30 am. Al verla, le sonrió, y ella le devolvió la sonrisa. Le tomó del brazo, y comenzaron a caminar. Al llegar, Arantxa abrió la reja y la puerta, y él cerró al entrar. Pasaron directo a la sala de entretenimiento de la casa, y le echaron llave a la puerta, ya que Ainhoa tenía copia de la llave de la casa.

Se miraron, expectantes, y Oliver no pudo contenerse más. La besó, apretando su cuerpo contra sí mismo. Ella respondió al beso, admitiendo que sentía lo mismo que él, y sintiendo la prueba de su deseo. Se separaron por un segundo, y él dijo:

-No me pienso disculpar por decir y sentir lo que siento. Arantxa, me enamoré de ti. Y esto no es reciente.

-Durante el último mes me has hecho quererte. Y, si al caso vamos, yo tengo que admitir que el sentimiento es mutuo. Sí, estuve casada durante quince años, y sí, amé a mi esposo. Pero, tú me estás haciendo sentirme viva.

Él, en respuesta a eso, se sentó en el sofá cama que había en la sala de entretenimiento, y le indicó que lo acompañara. Luego de eso, y antes de volver a besarla, le dijo:

-Pues, vamos a sentirnos. Vamos a vivir esta maravillosa oportunidad que nos da la vida. Vamos a hacer el sueño realidad. -Sus labios se apoderaron de los de Arantxa, en una danza apasionada. Ella le respondió de igual forma, y ambos cayeron en el sofá cama, sin dejar de besarse. Él estaba sintiendo el temblor de ella, que no era de miedo sino de deseo, y ella sentía su erección, palpitante.

Arantxa le sacó la camisa a Oliver, y él le levantó el vestido. Al verla en ropa interior, contuvo el aliento, y luego dijo:

-Eres hermosa. Eres perfecta... Eres tú. Y este es nuestro primer día para sentirnos, para amarnos.

Ella, en respuesta, lo volvió a besar, mientras que él la despojaba de la ropa interior y de las inhibiciones. Arantxa se estaba permitiendo sentir después de seis meses, y sus manos volaron al pantalón de Oliver. Le dijo:

-Nunca había estado tan segura de lo que hago, como hoy. Y este es nuestro momento. Esto es magia, sólo lo viví con una persona y pensé que jamás lo volvería a vivir.

-Vivamos este momento, muchos momentos -le respondió él, mientras la ayudaba con el cinturón, el botón y la cremallera del pantalón. Se lo sacó, quedando como Dios lo trajo al mundo. Y, volvió a besarla, de la cabeza a los pies. Con sus labios recorría los caminos que había soñado recorrer desde hacía 20 años, haciendo que ella se estremeciera. Al final, ella lo haló hacia sí, mientras él entraba en ella de una sola estocada.

-Eres tú, mi vida -le decía él, mirándola a los ojos, mientras se acostumbraba a ese calor ansiado-. Y eres mía. Mi mujer.

Luego comenzó a moverse, tan despacio que ella desesperaba, y comenzó a moverse al compás que él le marcaba. Le dijo:

-Esto es tan perfecto, Oliver... Tan sublime... No te detengas, por favor.

Él, en respuesta, iba despacio. Pero, metió sus manos por detrás de la espalda de ella, e hizo que quedara sobre él. Se besaban, con pasión, y una ternura que para ella había sido desconocida hasta ese momento.

Ella se levantó, y comenzó a moverse sobre él, pero en un sólo movimiento, la colocó bajo él de nuevo. La abrazaba, mientras que con la otra mano tomaba la de ella y la apretaba, dejando que sus sentidos gobernaran.

La besó, y la miró a los ojos, diciendo:

-Te siento, como siempre lo deseé. Déjame amarte, y demostrarte que eres mía. No quiero que seas de nadie más. Sólo mía.

-Soy tuya, en este momento, en todos los momentos que podamos pasar juntos, soy tuya sin dudarlo, sin miedo alguno. Te amo, cielo.

La respuesta de Oliver fue embestirla de una forma más intensa, mientras se apretaban las manos y ella le arañaba la espalda con la mano que tenía libre. Luego, ella lo volvió a montar, buscando la liberación de ambos, y no podía parar de moverse. Él gemía su nombre, mientras la tomaba de las caderas para guiar sus movimientos. Ella se estaba mordiendo los labios, para no gritar, pero, al sentir que su liberación se acercaba, paró un momento. Sin separarse de él, lo besó, y esa ansiada liberación fue mutua, mientras él temblaba bajo ella y ella gritaba su nombre.

Ambos estaban recuperando la normalidad de su respiración, cuando ella se separó de él y se acostó a su lado, volviendo a besarse, esta vez con mucha ternura. Él le dijo:

-Te sentí, sentí tu entrega. Sentí tu amor. Arantxa, no puedo mentir. Y menos en este momento.

-¿Qué quieres decir con eso, Oliver?

-Que te amo, que veo en tus ojos entrega, pasión, bondad... Y sobre todo veo amor. Y no me pasó ni con Nathalie ni con mi última relación.

-Comencé a amarte, Oliver. No me preguntes cómo ni cuándo. Pero te amo. Te amo como jamás pensé volver a amar. Soy una peregrina en este río de la vida, y he sorteado muchos escollos

-¿Quieres seguir peregrinando ese río de la vida junto a mi? Arantxa, hablo muy en serio. Yo también he sorteado muchos escollos, en mi última relación todo era frío, había muchos problemas... Ni Nathalie ni esa persona me trataron como lo haces tú.

-¿Y, qué crees tú de mí? ¿Cómo me defines? -preguntó Arantxa.

-Eres una mujer, que vive y siente. Eres cariñosa, eres entregada, eres apasionada. Me enamoré de ti, de tu esencia. De tu bondad. Te amo. -le dijo Oliver antes de volver a besarla, y acurrucarse con ella en el sofá cama. Se quedaron dormidos, rendidos el uno al otro, satisfechos y con la sensación de que ambos eran correspondidos. Ese día, lo compartieron, y conocieron muchas más cosas el uno del otro que lo que ya sabían, por tener más de 20 años conociéndose.

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