Parte 6: Tres hijos, una familia

12 0 0
                                    

El matrimonio entre Caracciolo y Arantxa comenzó bien, y en octubre de 1979 ella quedó embarazada, de su primer hijo. Se sentía muy mal, porque las náuseas la atenazaban, pero a la vez estaba feliz. Y él no podía quejarse, ya que si su vida sexual era muy intensa, ahora con el embarazo de su mujer era más intensa aún. La cuidaba muy bien, y su embarazo avanzaba muy bien. En abril de 1980, ya sabían que su bebé sería un niño, y comenzaron a pintar el cuarto y a comprar todo lo necesario para él. Lo llamarían Víctor, por el abuelo de Caracciolo, y Manuel, por el abuelo de Arantxa. Uno de los días en que ambos estaban en casa, y recostados en la cama, ella le dijo:

-Amor, me siento tan cansada, pero a la vez tan dichosa... Todo lo que soñé se ha cumplido. Lo único es que estoy parando un poco en cuanto a la carrera de Medicina, para que nuestro hijo no se estrese desde el vientre.

-Eso, amor. Recuerda que la doctora Angellini te pidió que le bajaras al ritmo de trabajo. Y me alegra tenerte así, y aquí, conmigo. -Al decirle eso, la besó, acariciando su vientre, ya prominente. En junio de 1980, nació su primer hijo, un varón, y le pusieron los nombres que ya habían escogido: se llamaría Víctor Manuel. Todo iba sobre ruedas después del nacimiento del niño, y un año y medio después, Arantxa le decía a su esposo:

-Esta vez será una niña. Amor, estoy embarazada. -Arantxa ya había terminado su rural, y sólo esperaba su graduación en Medicina, la cual tuvo lugar un mes después. El embarazo de la niña, porque efectivamente lo fue, transcurrió de una forma distinta al de su hijo mayor, pero de igual forma las hormonas hacían que su vida sexual fuera muy activa.

Aunque Arantxa tenía la seguridad de que tendría una niña, ésta no se dejaba ver en los ultrasonidos, hasta que en la semana 38, la doctora Angellini, quien era la ginecóloga de las gemelas desde que éstas cumplieron 15 años, le dijo:

-Esperemos que este príncipe, o princesa, se deje ver esta vez. Señores Colmenares, prepárense.

Arantxa se recostó en la camilla, y Caracciolo se sentó en una banqueta a su lado, mientras la doctora Angellini se ubicaba del otro lado y esparcía el gel en su vientre. Iba revisando, hasta que dijo:

-Por fin tienes las piernas abiertas, pequeña. Serás la alegría de tus padres. Muchachos, efectivamente, es una niña. -Ambos lloraron de la felicidad, y se besaron. Un mes después, nació Andrea Nazareth, que era el nombre que le habían escogido.

Su amor mutuo era grande, y su felicidad estaba completa. Recibieron a toda su familia en la clínica, y todos compartían la alegría de esta pareja. Txomin padre estaba pletórico, por su segunda nieta, sus hijos ya le habían dado seis nietos: Txomin hijo tenía al pequeño Gabriel, Martín tenía al pequeño Lorenzo, y Ainhoa tenía a la pequeña María Verónica, llamada así en honor a su mamá, y nacida un año después que Víctor.

Los primos Gutiérrez Brito estaban criándose juntos, y venían así: el hijo de Txomin hijo y Graciela era Gutiérrez-Brito Cáceres, el de Martín y Valeria era Gutiérrez-Brito Arismendi, la de Ainhoa y Daniel era James Gutiérrez-Brito, y los de Arantxa y Caracciolo eran Colmenares Gutiérrez-Brito, porque los hermanos quisieron conservar el apellido de su mamá.

Pasaron muchas cosas, y a principios de 1986, tanto Graciela como Arantxa habían salido embarazadas, y serían una niña, en el caso de la primera, y un niño, en el caso de Arantxa. La hija de Graciela y Txomin hijo nació a finales de septiembre, y el benjamín de los Colmenares Gutiérrez-Brito nació el 8 de octubre. Le pusieron César Augusto, y después de esto, Arantxa cerró la fábrica. Para ella, y para Caracciolo, sus tres hijos eran su mundo. Después del nacimiento de César, nació Frank, el hijo menor de Ainhoa y Daniel.

Caracciolo veía crecer a sus hijos, y se sentía orgulloso de ellos. Y también disfrutaba de sus sobrinos, a los que adoraba. Y el amor que sentía por su esposa era grande, no disminuía con el tiempo, más bien aumentaba.

-Mi vida, nuestra familia ha sido lo mejor que he tenido en la vida -le decía él a Arantxa, mientras le daba un beso-. Tú y nuestros hijos son mi motor. Los amo, nena.

-Yo también los amo, amor. Sigues siendo el Coco sensible del que me enamoré. Ya nuestro César cumplirá tres años, y es muy inteligente, además...

Cuando la familia se reunía, todos los niños compartían, y jugaban en los jardines de la casa paterna. Txomin padre veía a sus siete nietos, y se alegraba por tenerlos cerca. Y, además los consentía mucho, como todo abuelo. Les contaba historias, de cuando era joven, y de su vida de adulto también.

En 1989, los Colmenares Gutiérrez-Brito se mudaron del sector donde vivían, ya que Arantxa compró una casa un poco más lejos, pero se adaptaron rápido. Víctor tenía 9 años, Andrea tenía 7 y César Augusto tenía 4 años. Siguieron estudiando en su colegio, puesto que Caracciolo tenía auto, y se movilizaban en el mismo. Él seguía en la Armada, y Arantxa trabajaba en un canal de televisión, como presentadora de la emisión meridiana del noticiero de ese canal. Los niños, al llegar del colegio, con la fiel empleada de la casa, lo primero que hacían era encender la televisión, y sintonizaban el canal donde su mamá trabajaba, al igual que Caracciolo desde su oficina, y miraban el noticiero, los niños con admiración, y el con orgullo. Y cuando salían todos juntos, la gente le pedía autógrafos a Arantxa, y se tomaban fotos con ella.

Definitivamente, la familia Colmenares Gutiérrez-Brito era una familia bendecida, ya que lo tenían todo, pero no presumían de lo que tenían, en consideración a todas aquellas personas que en el momento no tenían absolutamente nada.

La PeregrinaWhere stories live. Discover now