Parte 24: El que ha sido mordido por una serpiente...

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Marianna se mudó temporalmente a casa de sus abuelos, y confesaba que se sentía más cómoda con ellos que con Nathalie, debido a que no iba a seguir aguantando sus locuras. Se había obsesionado con separar a Oliver de Arantxa, sin importar lo que hiciera. Y ya estaba al borde de la locura, definitivamente.

Marianna, al irse de su casa, y llegar a casa de sus abuelos, le dijo a su abuela:

–Abu, decidí venirme para acá. Mi mamá definitivamente está loca. Ahora anda obsesionada con separar a mi papá de Arantxa. No le bastó con joderle la relación con Nury.

–Ay, mi niña linda. Lo único bueno que tu papá sacó de ese matrimonio fuiste tú. Él no la amaba, pero quiso ser responsable por ti, porque a ti sí te amó desde el principio.

–Gracias abu, por recibirme en tu casa. No le he dicho a papá aún que me vengo con ustedes, porque está muy ocupado en la oficina. Y hoy le tocaba trabajar en la Fundación con mi tía Yauri y con Ari.

Celia le preparó la habitación que siempre usaba en sus visitas, pero Marianna le dijo que ella terminaba de hacerlo. Luego, al sonar una notificación en su teléfono, la miró. Era Felipe, que le preguntaba cómo se sentía en casa de su abuela. Decidió llamarle, y por todo saludo dijo:

–Estoy bien acá, Felipe. Gracias por siempre estar pendiente de mi, gracias.

–Es lo menos que puedo hacer, nena. Te tengo mucho cariño, y lo sabes. Ojalá tu mamá deje de inventar.

–Te veo mañana en tu oficina, me gustaría conversar contigo.

–Nos vemos mañana a las 2 pm en mi oficina, mi niña. Cuídate mucho. Te quiero.

Felipe colgó la llamada, y sonrió al saber que Marianna estaba muy bien en la casa de sus abuelos. Pero, tendría una seria conversación con su esposa debido a esos inconvenientes. Ya estaba harto de lidiar con esa obsesión que ella tenía por hacer infeliz al padre de su hija, simplemente porque no estaba con ella. Arantxa, al saber que la hija de su futuro esposo estaba en casa de sus abuelos, la visitó y le dijo:

–Sabes que cuentas conmigo, mi niña. No puedo sino apoyarte, porque sé que lo que está haciendo tu mamá es una falta de respeto a ti, a Oliver y al mismo Felipe.

–Ari, es que mi mamá se volvió loca y no avisó. En vez de dejar de una vez por todas a mi papá tranquilo. Por eso decidí venirme aquí a donde mi abuela.

–Yo confié en Coco, pero quien me traicionó fue la sobrina de Clemencia. Y como dice el dicho, nena, el que ha sido mordido por una serpiente...

–... hasta de una cuerda podrida desconfía. Lo sé, Ari. Y yo no confío en mi mamá. El muro de contención de ella es Felipe, pero cuando él se canse, eso va a ser un beta¹.

–Peor que un beta, Marianna. Peor... Y tú sabes cómo es tu mamá de manipuladora. No la soporto.

Oliver llegó, y quedó sorprendido al ver a su hija en casa, junto a Arantxa. Saludó a ésta con un beso en los labios, y le dijo a su hija:

–Dios te bendiga, hija. ¿Qué te trae por  aquí? Cuéntame.

–Papá, voy a vivir aquí contigo y los abuelos un tiempo. Mi mamá está insoportable con lo de que tú y Ari se van a casar, y ya quiere hacer de las suyas. Ya me tiene harta y a Felipe también, él está super molesto.

–Mi amor, sabes que aquí eres bienvenida cuando quieras -le respondió Oliver, abrazándola-. Tus abuelos estarán más que contentos y yo también, ya que no te veo a diario.

–Gracias, papá. Te amo. Voy a mi cuarto, te dejo con Ari. Pero, porfa no tengan sexo aquí en la sala, mi abuela limpió esta mañana -dijo Marianna, entre risas. Oliver la miró con mala cara, y ella se fue a su cuarto. Arantxa, divertida, dijo:

–Buena la idea de tu hija, pero no quiero enfrentar a la lengua de la suegra.

–Muy graciosa tú, Arantxa. Temo que Nathalie haga una estupidez. Ya destruyó todo con Nury. Y de verdad yo he tenido paciencia para esperar por ti, por tu amor, como pa' que venga ella a sabotear.

–Lo sé amor... Y me preocupa que ella nos vaya a hacer una mala jugada. Es capaz hasta de matar, si la dejamos darle rienda suelta a su locura.

En ese momento, sonó el teléfono local, y como era inalámbrico, Oliver lo tomó, y le hizo señas a Arantxa de llegar a la biblioteca mientras decía:

–Buenas tardes.

–Hola, Oliver -dijo Felipe al otro lado de la línea-. Gracias a Dios te encuentro en tu casa. Tuve una fuerte discusión con Nathalie...

–¿Qué pasó, Felipe?

–Se fue de la casa, dijo que nadie la entendía, que tú no puedes hacerle más daño casándote con Ari... Mil y una incoherencias. Se obsesionó contigo, pero bien feo.

–Lo que falta es que venga a querer amenazar a Arantxa o a mis padres.

–Ya te la hizo con Nury. Su arrepentimiento de hace unos meses era fingido, y yo ya estoy pensando en pedirle el divorcio. Hermano, ten cuidado. De verdad.

–Gracias, hermano, por advertir lo que está pasando. Es lamentable. Pero haré lo que sea necesario para proteger a mi familia.

Arantxa, mientras escuchaba la conversación de Oliver y Felipe, había palidecido intensamente, lo que él notó al colgar la llamada. Le dijo:

–No creas que voy a dejar que esa loca se meta con mis hijos. Está bien equivocada. Y Marianna ya dijo que la denunciará si le hace algo a los niños.

–Te prometo que no los tocará, mi amor -le dijo Oliver, abrazándola-. Primero la refundo en la cárcel.

Luego, la besó, uno de esos besos gloriosos que compartían, y la invitó a perderse con él del mundo y de su casa. Salieron, y la llevó a un sitio donde jamás había llevado a nadie más. Y allí, luego de reservar una suite, y de subir a ella, le dijo:

–Prometo protegerte, mi amor. Te amo.

La PeregrinaWhere stories live. Discover now