Parte 3: La consolidación de un gran amor

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Pasaron dos años, y la relación entre Arantxa y Caracciolo se había convertido en una relación sólida. Tenían sus altibajos, pero nada que no se pudiera solventar. Él la respetaba tanto, que aún no había tenido intimidad con ella. Pero, eso cambió el día de la graduación de las gemelas, ya Txomin hijo se había graduado, y Martín y las gemelas se graduaban ese día. Toda la familia estaba presente con ellos, al igual que las familias Colmenares y Johnson, ya que eran grandes amigos. El acto transcurrió con total normalidad, y en la fiesta, cada uno de los hermanos Gutiérrez Brito estaba con su pareja. Arantxa y Caracciolo habían estado compartiendo con sus allegados, pero llegó un momento en que él le dijo al oído:

–Necesito sacarte de aquí, Ari. Hoy eres la tentación hecha mujer.

–Salgamos de aquí entonces. Por favor, vámonos. Pero, a dónde ir, es el quid de la cuestión.

–¿Recuerdas que me mudé hace una semana, Ari? Por tus obligaciones no te había llevado a mi nueva casa. Vamos, quiero que la conozcas.

Después de esto, salieron del salón de fiestas, y luego de que Arantxa le dijo a su papá que se iría. Caracciolo manejó hasta la urbanización donde se había mudado, al llegar al estacionamiento del edificio se bajó del auto y le abrió la puerta del copiloto a Arantxa. Subieron al piso 5, y él abrió la puerta antes de levantarla en brazos y llevarla a la sala. Cerró la puerta y se volvió a acercar hasta ella, pegando sus frentes. Le dijo:

–Este momento no lo cambio por nada del mundo, mi amor. Te siento muy cerca, te siento mía.

–Yo... Eh... Sólo quiero que me beses, y que el tiempo se detenga. Te amo, te amo...

El beso que siguió fue muy tierno al principio, y luego se volvió apasionado y exigente. Caracciolo buscó el cierre del vestido de Arantxa y lo bajó poco a poco, sin dejar de besarla. Ella se estaba dejando llevar, pero no se contuvo, y le sacó la americana y la corbata, para luego desabotonarle la camisa. Ésta fue a parar al suelo, al igual que el vestido.

Él iba besando su cuello y sus hombros, mientras ella tocaba su espalda, e iban caminando hacia la cama. Se dejaron caer, y se miraron a los ojos. Ella le dijo:

–Este es nuestro momento, amor mío. Es lo que más anhelo en este instante.

–Yo también lo anhelo, mi ángel -le respondió Caracciolo, mientras sus manos recorrían desde su rostro, hasta su centro, pasando por sus pechos y sintiendo cómo Arantxa se estremecía bajo su cuerpo-. Te he respetado, sí, pero te deseo más... Esta noche es nuestra. Nos hemos entregado nuestras almas, esta noche será en la cual unamos nuestros cuerpos y seamos uno solo. Te amo.

Con un ágil movimiento, se despojó del pantalón, y de la ropa interior, para luego colocarse sobre ella, y trazar con sus labios el camino que había recorrido con su mano. Atrapó uno de sus pechos con la boca, lo que la hizo gemir, y retorcerse por el deseo. Aunque era su primera vez, Arantxa sabía que ese momento llegaría. Caracciolo besó el otro pecho, dedicando la misma atención que al primero, y con sus labios trazó un camino de besos hasta llegar a su centro. Ella se sentía en el paraíso, al sentir sus labios en su intimidad. Fue cuidadoso, pero la hizo llegar a un primer orgasmo.

–Me vuelves loco, mi ángel -le decía él, mientras la guiaba con sus manos para que sintiera su notable erección-. Eres perfecta, eres hermosa. Y, eres mía, sin dudarlo. -Al decir esto, y después de haberse colocado un preservativo, iba entrando en ella despacio, y al llegar a la barrera que le indicó que era el primero, terminó de entrar de una sola estocada.

Arantxa gimió al sentirlo, y lo miró a los ojos. Caracciolo estaba quieto, para dejar que ella se adaptara a él, y luego comenzó a moverse despacio. El dolor inicial dió paso al más absoluto placer, y ella le dijo:

–Esto es tan perfecto, mi amor... Dime que no es un sueño, por favor

–No, no lo es, mi ángel. Es una maravillosa realidad -le decía él, mientras ella lo recibía lenta y maravillosamente-. Eres mía, mi ángel. Te amo. -Comenzó a moverse un poco más fuerte, aunque quería prolongar el momento. Arantxa iba recorriendo su espalda con las manos, mientras sus caderas lo buscaban y sus piernas estaban a su alrededor. Caracciolo buscó una de sus manos, y entrelazó sus dedos con los de ella, mientras la besaba, y Arantxa le acariciaba la espalda con la mano libre. Entre palabras de amor, gemidos, y gruñidos, ellos se habían acoplado a un vaivén muy placentero para ambos, pero ella, que sintió que no podía más, le dijo:

–Por favor, más fuerte. No te detengas, no ahora.

Él obedeció a la petición de Arantxa, y ambos sintieron cómo se detenía el tiempo, ella sintió cómo estallaba, y él se dejó llevar al mismo tiempo, rozando el cielo con las manos. Se besaron, y Caracciolo se recostó en la cama, abrazándola. Se quedaron dormidos, y tres horas después él se levantó, se dió una ducha y sólo se puso un pantalón deportivo. Fue a la cocina, para preparar algo de comer, y darle una sorpresa a Arantxa.

Ella se giró en la cama, pero no lo encontró. Decidió darse una ducha, y al salir de ella se secó, y se colocó la ropa interior y la camisa que él había tenido puesta para el acto de graduación. Fue a la cocina, y lo encontró terminando unos sándwiches para ambos. Lo abrazó por detrás, y él volteó a besarla. Le dijo:

–Te hacía aún dormida, mi ángel.

–No, amor. Al girarme y no sentirte, supuse que estabas aquí.

–Vamos a cenar, amor. Nos fuimos de tu fiesta de graduación antes de tiempo, así que imagino que debes tener apetito.

–Me conoces tan bien... Comamos, porque esta noche es larga. -Se sentaron a comer, mientras bromeaban, y regresaron a la habitación, entre caricias y muchos besos. Y, esa noche, fue una noche especial, donde se entregaron completamente y se juraron amor eterno, él le demostró a ella que su amor era sincero y que jamás la lastimaría.

La PeregrinaWhere stories live. Discover now